Son 11 kilómetros de distancia de mi casa a mi lugar de trabajo en la universidad, la tengo medida por la aplicación Google Maps y por el odómetro de mi auto. Por tratarse de una ciudad de tamaño medio, como lo es Mazatlán, se puede decir que, es una distancia relativamente cercana. Pero hago 30 minutos en llegar; tiempo que también lo tengo meticulosamente medido. Si por alguna razón salgo cinco minutos tarde de casa, no llego puntual a mi clase de la mañana.
Al hacer media hora de camino, se supondría que manejo en promedio a 20 kilómetros por hora, cosa que por supuesto no hago. La razón, es el tráfico y el congestionamiento vehicular que cada año es más intenso. Este tema incluso me ha obligado a ser más tolerante con los estudiantes que llegan tarde, pues el problema del tiempo de traslado es incluso mayor para los usuarios del transporte público.
De acuerdo a una encuesta que hizo mi alumna Irene Sánchez, el 90 por ciento de los mazatlecos sufre el problema del congestionamiento vial, y padece de estrés debido a la impaciencia y/o falta de tiempo, lo que a su vez les genera un mal comportamiento al llegar a su destino.
La mala planeación urbana en combinación con el aumento en el número de automóviles, ha resultado en este problema de movilidad que cada año es mayor. En el caso de Mazatlán, el problema se agudiza aún más los fines de semana y en vacaciones, al sumarse el aforo vehicular de los turistas.
El problema del congestionamiento vehicular está íntimamente ligado con la falta de espacios de estacionamiento. Si usted, visita el Centro Histórico o la Zona Dorada, será testigo de ello.
Pero esto no ha sido así siempre, tal vez en los últimos diez años es cuando se ha notado el problema del caos vial. Aunque cabe decir que no es exclusivo de Mazatlán, lo mismo ocurre en la mayoría de las ciudades de México. Una encuesta de la Secretaría de Economía informa que el promedio de tiempo que hace el mexicano en trasladarse a su trabajo es de 33 minutos, con una tendencia al alza cada año.
De acuerdo a un artículo titulado: “Mazatlán: El costo de vivir el caos vial” de la periodista Sheila Arias (2023), da cuenta de que en esta ciudad transitaban en el año 2022, un total de 262 mil 444 vehículos motorizados, con una tendencia de crecimiento de 19 mil vehículos por año. Siguiendo esa tendencia, en el año 2024 habrá un total de 300 mil 444 automóviles en la ciudad. Esto es, más de la mitad de la población del municipio.
Las consecuencias de este problema impactan en nuestra calidad de vida y nuestra propia seguridad, ya que el estrés aumenta la agresividad al volante, lo que puede llevar a conductas riesgosas como exceso de velocidad, cambios bruscos de carril y adelantamientos peligrosos. Aquí también es importante mencionar que, ante un eventual incidente, la reacción puede ser un enfrentamiento violento con otro conductor.
Los automovilistas no son los únicos que sufren los efectos de la congestión. Pues los usuarios del transporte público, ciclistas y peatones también se ven seriamente afectados, sin ser los causantes.
Una medida que han tomado en algunas ciudades, es el de prohibir la circulación a una parte de los vehículos un día a la semana, sin embargo, la respuesta ha sido la mayor adquisición de vehículos adicionales para eludir los efectos de la medida, prefiriendo muchos soportar la congestión, antes que utilizar el transporte público o la bicicleta.
La solución no es para nada sencilla, mucho menos inmediata. En un futuro próximo se requerirán de nuevas y más amplias vialidades, pero por lo pronto algunas medidas pueden ser: 1. Mejorar la oferta de transporte público; 2. Coordinación de semáforos; 3. Facilitar carriles dedicados al transporte público; y 4. Acostumbrarnos a un nuevo ritmo de la ciudad.
Es cuanto...