El Síndrome (electoral) de Doña Florinda

ENTRE COLUMNAS
    En México vale igual un voto rico que uno pobre, pero es preocupante ese discurso de odio poselectoral, pues los delitos tienen su origen desde el mismo discurso.

    Ha culminado el proceso electoral concurrente de este año 2024, y como usted ya lo sabe, el partido Morena y sus aliados arrasaron en el país y en el estado de Sinaloa. Aquí en la entidad, han ganado quince de veinte alcaldías, las 24 diputaciones locales de mayoría relativa, las siete diputaciones federales, y la fórmula al Senado.

    La coalición opositora, aquella que llamaba al voto masivo, al ver los ríos de gente acudiendo a las urnas, pensaba que se verían beneficiados con el voto popular, lo cual resultó lo contrario; la gran mayoría de población dio su respaldo a la continuación de la 4T, más aún que lo previsto por la mayoría de las encuestas.

    Según sondeos de salida, como el de Áltica, que cruzó variables socioeconómicas, con la preferencia electoral, arrojaron que, Claudia Sheinbaum tuvo una preferencia en todos los niveles sociales y económicos, pero sobre todo, en los sectores de la población con ingresos más bajos.

    Conforme se daban a conocer los resultados de la elección, los discursos de los actores políticos fueron cambiando; los líderes y candidatos de partidos opositores acusaban un fraude electoral, otros, que había sido una elección de estado, y otros más drásticos sacaron a relucir su clasismo, delatando a los pobres de la “desgracia” que ocurría.

    Para ejemplo, está la asociación civil “Unidos por México”, aquella que en su página electrónica dice buscar la participación ciudadana, y la promoción y defensa del voto; aquella que durante la campaña electoral invitaba al voto masivo, el 2 de junio por la noche invitaba en sus redes a “ya no dar propina a los meseros ni a los cerillitos”, o a “ya no donar cuando haya un desastre natural”, pues “ellos votaron por Morena”.

    Entre ese universo de población con pensamiento de derecha, se encuentra un buen número de electores producto de una campaña de desinformación que se vino dando meses atrás, acusando que serían las últimas elecciones democráticas, que nos convertiríamos en Venezuela, o que se caería en una dictadura comunista. Nada de eso es verdad, pero lo curioso es que mucha gente lo creyó, sobre todo personas cuya única fuente de información son las cadenas que circulan en redes sociales, como Facebook y WhatsApp.

    Parece risible, pero escuché múltiples conversaciones de personas diciendo que iban a emigrar de México por lo que se venía, o que van a vender su segunda casa antes de que se las quite el Estado para dársela a los pobres.

    Al escuchar y leer esas expresiones clasistas, como la de “Unidos por México”, me viene de inmediato a la mente, el llamado síndrome de Doña Florinda. Se trata de un comportamiento plasmado en el libro del escritor argentino Rafael Ton (2016), en el que hace una crítica a la clase media de la actual Argentina haciendo una analogía con los personajes del popular programa de televisión mexicano creado por Roberto Gómez Bolaños.

    Este síndrome, según el autor, consiste en el desprecio o rechazo a la clase obrera, por parte de un sector de la población que cree pertenecer a una clase social superior, a la que realmente no pertenece.

    Para él, existe un sector de clase media que cuando logra elevar su estándar de vida, rápidamente manifiesta su menosprecio por el resto de su “vecindad”, por la cultura que la rodea, y en algunos casos hasta le molesta la posibilidad que el resto tenga progresos.

    Afortunadamente, en México vale igual un voto rico que uno pobre, pero es preocupante ese discurso de odio poselectoral, pues los delitos tienen su origen desde el mismo discurso. Para la filósofa Adela Cortina, el discurso de odio tiene como objetivo promover y alimentar una ideología cargada de connotaciones discriminatorias. Éste es propagado con intención maligna para incitar al interlocutor o lector, a que lleve a cabo acciones destructivas en contra de un grupo, por lo general, históricamente discriminado.

    Es cuanto...

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    omar_lizarraga@uas.edu.mx

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