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@rodolfodiazf
La edad madura es considerada por muchas personas como el declive de la vida, una etapa en la que no hay mucho qué dar, decir ni hacer. Sin embargo, ésta es una visión pragmática y utilitarista. El jugo de la vida no puede proporcionarla solamente la juventud; es cierto que en ese momento se tiene energía y vigor, pero aún no se alcanza ni consolida su mejor sabor.
Con la carga de los años se percibe la muerte con mayor claridad. No se trata de un genio maligno que trunca nuestra existencia en un aciago instante, sino de la culminación de un maratón en el que se comenzó a participar desde el nacimiento. Es lógico que el cansancio, el desgaste y el peso de los años será mayor, pero no hay que ver el final como una derrota sino como la meta que se conquistó. En el prefacio del libro Cuidados Paliativos: habilidades básicas y competencias clínicas, escrito por L.L. Emanuel y S. Librach, se dice:
“Las últimas etapas de la vida no deben considerarse como una derrota, sino como la culminación de toda una trayectoria vital. En lugar de un tiempo para la negación, deberían ser una oportunidad para conseguir logros positivos”.
Para el escritor y filósofo ruso, Nikolai Berdiaev, la presencia de la muerte concede total significado a la vida:
“La muerte es el hecho más profundo y significativo de la vida. Eleva aún al último de los mortales sobre la semioscuridad y la banalidad de la vida. Y el solo hecho de la muerte, coloca la pregunta del significado de la vida en toda su profundidad. El significado está ligado con el final. Y si no hubiera final, la vida no tendría ningún significado…”.
¿Aquilato el significado de la vida?