Ricardo Raphael
Los topé por todas partes. Siempre en grupo, a diez o doce metros de cada casilla. Traían bajo el brazo un fólder color crema en cuyo interior iba el padrón con las copias de las credenciales de elector y otros documentos.
Se levantaron temprano para pasar lista a los activistas. El señor de los fólders tiene bajo sus órdenes a los responsables de llevar grupos de votantes. El activista trae a la familia y a los vecinos. Cobrará buen dinero, siempre y cuando gane el candidato para el que trabaja. Pero antes debe pasar lista ante el señor de los fólders.
Mientras sus clientes ingresan a la casilla, el activista pasa a saludar a su coordinador. Éste abre el fólder y palomea conforme escucha los nombres. “¿Por el efectivo?”, pregunta un coordinador y el activista responde que desde luego que sí.
En San Gaspar vi al señor de los fólders parado a menos de un metro de la mampara que dice: “El voto es libre y secreto”. Fue el único. En las demás poblaciones fueron más discretos.
Ayer visité varias comunidades del Estado de México: San Juan Atezcapan, Colorines, Tilostoc San Gaspar, Pipioltepec, Amanalco, Valle de Bravo y Avándaro.
Solo en las dos últimas no hallé al señor de los fólders. En el resto de poblaciones, rurales y semirurales, ese sujeto fue omnipresente.
“Va a ganar el PRI aunque uno no quiera”, me aseguró una vendedora de elote fuera de la escuela Justo Sierra de San Bartolo Amanalco.
“¿Cómo que quién va a ganar?,” reclamó casi ofendida la mejor tortillera de San Juan Atezcapan. “Aquí somos de mayoría priista,” añadió.
Las mantas que están fuera de las casas confirman el argumento. Dos de Delfina Gómez por ocho de Alfredo del Mazo.
Pregunto y me cuentan que cada activista debe tener una manta como esas colgada fuera de su casa. “Los del PRI pagan 5 mil pesos cuando la pones en un lugar visible”.
Rafael es uno de esos activistas que se levantó muy temprano ayer domingo. Fue a buscar a los vecinos con los que se apalabró durante las semanas previas y los llevó —todos juntos a la casilla— pasadas las diez de la mañana.
Él tiene fuera de su casa una manta grande de Alfredo del Mazo y está contento porque sabe que ganarán.
“En la región no hubo suficiente activismo de Morena,” presume Rafael y los votantes que lo acompañan asienten. Están todos convencidos de que el triunfo del PRI traerá beneficios.
El señor de los fólders prometió a los activistas y éstos, a su vez, a los votantes acarreados, que habrá harto dinero si su candidato triunfa.
“Yo ya no tengo esperanzas”, dice una jovencita de Tilostoc —que iba pasando frente a la casilla. “¿No va a votar?,” interrogo. “¿Para qué? —responde—. Si ya conocemos el resultado”.
Frente a los ojos de ambos pasa una camioneta RAM de color rojo. Se estaciona y descienden ocho adultos. El conductor del vehículo se aproxima al señor de los fólders y le dice algo en voz baja. El otro revisa sus papeles, asiente y palomea. El grupo procede a ingresar a la casilla.
“¿Cuánto pagan por voto?,” demandé hace un mes a un poblador de San Juan Atezcapan.
“Te ofrecen 2 mil por credencial”, me aseguró.
Dos mil al votante, más otro tanto para el activista y algo más para el señor de los fólders. ¡Toda una fortuna!
Al ingeniero Vargas me lo encontré en la casilla instalada junto al mercado de Valle de Bravo. “¿Qué anda haciendo por acá Inge?,” quise saber.
“Estoy de representante de Morena en esta casilla”, me respondió muy orgulloso. “¿Y cómo van?,” le pregunté. “Vamos a ganar dos a uno, ya verá,” respondió orondo.
Me provocó dudas que esa casilla no tuviera un señor de los fólders. Supongo que en los núcleos urbanos no funciona el modelo de acarreo que conocí en otras partes.
Zoom
Anoche el Instituto Electoral del Estado de México (IEEM) anunció que, en su conteo rápido, Alfredo del Mazo resultó triunfador. Estaría dos puntos arriba de Delfina Gómez. Estoy seguro de que el señor de los fólders hizo mucho a favor de este resultado.
Twitter: @ricardomraphael