Rafael Morgan Ríos
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En México, históricamente poco apoyo y reconocimiento ha tenido la investigación científica y tecnológica y la prueba de ello es que los presupuestos federales (y por ende, los estatales) incluyen partidas muy limitadas para sueldos, equipamiento, becas, encuestas, investigaciones y aplicaciones, por lo que el desarrollo científico poco avanza y lo que se ha logrado es a pesar de las limitaciones y gracias a la dedicación de investigadores y científicos que han dedicado más tiempo y esfuerzo que el que les pagan y reconocen.
Pero en este régimen se ha llegado a extremos no vistos pues el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), ha recibido un doble golpe en cuanto a los recursos que se le asignan en el presupuesto y con la eliminación de los fideicomisos ya establecidos para financiar proyectos e investigaciones en curso. Así, en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2021, se aprobaron recursos a los centros de investigación por 2.1 por ciento menos que en 2020, que ya de por sí fue menor que en 2019; al Centro de Investigación en Química Aplicada le rebajaron más de 5 por ciento y al Centro de Tecnología Avanzada otro 5 por ciento. En total al Conacyt se le asignó el presupuesto más bajo en una década.
Además, se eliminaron 65 fondos del Conacyt al desaparecer los fideicomisos y otros 26 fondos de los Centros de Investigación. Históricamente los recursos para ciencia y tecnología han sufrido recortes desde 2012 por 2.3 por ciento anuales.
Con estos recortes se afectaron 150 científicos e investigadores de universidades privadas, pues el Conacyt eliminó convenios con 26 instituciones de educación superior, dejando en el aire proyectos de biología, ciencias médicas, química aplicada y materiales avanzados. A todo lo anterior habría que agregar los insultos y acusaciones sin prueba alguna del gobierno contra los científicos e investigadores, señalándolos como corruptos, flojos e ineficientes.
Recortes, limitaciones y diatribas, se están aplicando por el gobierno justo cuando el país más requiere de investigación médica ante la pandemia, pero también en cancerología, en enfermedades respiratorias y otras; el país se está quedando atrás en matemáticas, en competitividad, en innovación, en digitalización y computación, etc. Las consecuencias son que México descendió del lugar 15 en las economías mundiales al lugar 16; se retrocedió en el ranking global de competitividad fiscal, pues caímos al lugar 31 entre 36 países evaluados y este debe ser un asunto preocupante, ya que se refiere a la capacidad y eficiencia para captar recursos fiscales para el gobierno. México es el segundo país con más ciberataques en el mundo, ya que se tienen sistemas digitales sin el blindaje apropiado, lo cual es aprovechado por los “hackers”; nuestra evaluación de riesgos en esta materia está casi “en pañales”; y, por último, nuestra debilidad ante la pandemia ha puesto en evidencia la falta de metodología, técnica y conocimiento científico para enfrentar con mejores resultados esta enfermedad.
No todo ha sido tan negativo; mientras se estaba escribiendo este artículo, publicó Noroeste la noticia de los reconocimientos a los niños y jóvenes sinaloenses que participaron en las olimpiadas nacionales de matemáticas, en las que se obtuvo una medalla de oro y otra de bronce por alumnos de escuela primaria; dos de oro en secundaria y otra de bronce en preparatoria; lo admirable es que el proceso de selección, preparación y asistencia a las competencias se hace sin presupuesto, prácticamente al margen del sistema educativo público, con maestros voluntarios como la Dra. María Guadalupe Russell Noriega, delegada en Sinaloa de la Olimpiada Mexicana de Matemáticas que ya tiene más de ocho años trabajando en la materia y desde entonces, Sinaloa ha estado dentro de los “top ten” en matemáticas; Sinaloa ha obtenido 17 medallas de oro, 40 de plata y 51 de bronce a nivel nacional, y para todo esto se ha integrado un equipo de entrenadores ex alumnos voluntarios de la Facultad de Ciencias Físico Matemáticas, trabajando en las instalaciones de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Igualmente se compite en Informática gracias al voluntariado del Profr. y M.C. Gerardo Beltrán, Catedrático de la UAS. Además, México también compite en Física, Química, Biología y Astronomía, integrando delegaciones estatales de cuatro a seis jóvenes que son entrenados por comités de voluntarios, pues este tipo de iniciativas para promover una economía basada en el conocimiento no se incluyen en ninguna política pública... ¡y ahora menos!