Mucho se ha escrito y hablado sobre la oportunidad que tiene México de aprovechar el llamado Neorshoring, es decir la cercanía del país con la economía más grande del mundo que había desplazado su fuerza empresarial hacia China, aprovechando la apertura económica de ese país socialista que promovió su líder Deng Xiaping, así como el inmenso mercado consumidor de más de mil millones de chinos y los bajísimos salarios y bajos precios en las materias primas, todo lo cual compensaba con creces el fenómeno contrario, el llamado “farshoring”, la lejana región.
La apertura china a la inversión extranjera y a las técnicas capitalistas de hacer negocios, a pesar de sus antecedentes de economía estatal adversa a la iniciativa privada, logró sacar de la miseria y el hambre a millones de chinos que crearon una pujante clase media, con miles de ciudadanos estudiando en universidades extranjeras aprendiendo las profundidades del sistema capitalista.
La inversión extranjera directa de todo el mundo, pero principalmente de Estados Unidos, materializada en miles de empresas, crearon millones de empleos y produjeron millones de commodities, para exportar y para consumo local.
China llegó así a ser la segunda economía del mundo, con posibilidades de alcanzar el primer lugar en unos años más, lo cual trajo como consecuencia que Estados Unidos viera con desconfianza ese crecimiento que también trajo consigo un aumento en la influencia china en el mundo y un fuerte desarrollo militar, pues en ese multidesarrollo quedaba medio oculto que China aprovechaba el conocimiento tecnológico avanzado de las empresas estadounidenses, llevando algunos de ellos a los sectores estratégicos y militares. Además, se había llegado al punto de que era el principal “socio” económico de Estados Unidos, con exportaciones e importaciones de más de 500 mil millones de dólares que a su vez le provocaba un déficit de hasta 300 mil millones de dólares, lo que para un Presidente como Trump significaba algo así como “nos están saqueando”.
A las diferencias entre los dos colosos en materia económica y en asuntos de seguridad nacional, se agregó el fenómeno de la pandemia de Covid- 19 que afectó especialmente a China que entre otras cosas, detuvo el crecimiento de la economía China, además de que el nuevo líder Xi Jinping ha regresado a un mayor estatismo de la economía ahuyentando la inversión privada, no sólo extranjera sino también la nacional. China llegó a crecer en la última decena del siglo pasado hasta un 14 por ciento, desplomándose en 2022 hasta un 3 por ciento, cuando se esperaba lo menos un 5 por ciento. En los últimos años las diferencias entre China y Estados Unidos han suscitado la desconfianza en las empresas extranjeras que están buscando otros lugares de producción, como India, Vietnam o Singapur, creando otro fenómeno que se llamaría “multishoring”, es decir varias fronteras, varias regiones, entre las cuales también estaría México, con un agregado favorable que se denomina “reshoring”, es decir, el regreso de las empresas a Estados Unidos, a América en general. Muchas empresas norteamericanas están aprovechando el Tratado de Libre Comercio y el “nearshoring”, creando una nueva oportunidad de oro para México.
Se requiere que los gobernantes, economistas y empresarios mexicanos tomen nota y aprendan de la experiencia china. El nuevo gobierno chino, en lugar de abrir la economía la está estatizando invocando “seguridad nacional”, además, según el periódico Reforma del 17 de julio, “...una nueva ley preocupa a ejecutivos extranjeros de que... hacer investigaciones de mercado en China se puede interpretar como espionaje”; la Inversión Extranjera Directa, en el primer trimestre de 2023 “... cayó a 20 mil millones de dólares, en lugar de los 100 mil millones captados en el mismo periodo en 2022”.
La I.E.D. es indispensable para que China retome su crecimiento económico, pero la desconfianza en el gobierno está deteniendo el flujo de capital extranjero, ha caído el consumo y las empresas han tenido que castigar los precios en sus ventas; la economía china “está cayendo en deflación mientras el crecimiento se tambalea y la inversión extranjera se desploma”, según nota de The Wall Street Journal en Reforma del 11 de agosto; además “el desempleo juvenil ha alcanzado niveles récord y su mercado inmobiliario está sumido en una desaceleración prolongada” (The Wall Street Journal en Reforma del 10 de agosto).
Ante esta oportunidad, ¿qué debiera hacer México para aprovecharla? Se comentará en la siguiente columna.