El quinto Informe: percepción errada de la realidad
El 1 de septiembre pasado el Presidente de la República realizó en Campeche su quinto informe de gobierno. Le restan solo 13 meses al actual gobierno. Y al escuchar completo su discurso, los aplausos, honestamente pienso que la llamada Cuarta Transformación vive una realidad diferente a la de millones de mexicanas y mexicanos.
No perdió tiempo el Presidente para atacar a la sociedad civil, en unos de los primeros minutos, en un México en el que ser defensora y periodista es uno de los trabajos más peligrosos del mundo. A pesar de que la sociedad civil, entre muchos otros avances en cuanto a derechos, fue la que impulsó que hubiera verdaderas elecciones democráticas, cuyo resultado es que por voto de la mayoría, Andrés Manuel López Obrador sea el actual Presidente.
El Presidente habló también de la protección del medio ambiente a pesar de las afectaciones a la naturaleza, por ejemplo, con la construcción del Tren Maya, y la violencia generada en forma de olvido o transgresión a los pueblos originarios, así como la violencia ejercida en contra de las y los defensores de la tierra y territorio.
Igualmente, habló de la protección y la importancia del apoyo a las personas de bajos recursos y de las y los jóvenes. En este punto el Presidente centró gran parte de su discurso. No obstante, omitió que las principales afectadas de la violencia Estatal y la ejecutada por el crimen organizado, los asesinatos y desapariciones, son personas jóvenes de escasos recursos.
Otro tema preocupante son las afrentas en contra del Poder Judicial. El Presidente anunció una propuesta de reforma para que jueces, magistrados y ministros sean electos de manera popular. ¿El Ejecutivo no ha comprendido aún que la división de poderes plasmada en la Constitución es una manera en que se garantizan los contrapesos que prohíben la arbitrariedad del poder público?
Habló de los delitos del fuero federal en donde afirma que se disminuyó el feminicidio, homicidio y secuestros. Mencionó que 184 mil elementos de la Guardia Nacional, dirigida por la Sedena (en incumplimiento de la Constitución), realizan labores no solo de seguridad pública, también de protección civil; mencionó que construyeron además 2,564 oficinas del banco del bienestar, realizan limpieza de playas, desazolve, construcción de hoteles, entre otras. Afirmó que eso no es “militarización”, sino “el pueblo uniformado”.
Respecto de la seguridad pública y derechos humanos, que abordó hacia el final de su discurso, el Presidente repitió lo que ya hemos escuchado: “No se reprime al pueblo, no se ordenan masacres”, “no se desaparece a nadie”. Mencionó, en sus últimas líneas, la protección de la democracia y la prohibición del autoritarismo.
La primera reflexión que puedo hacer al oír al Presidente es: se puede llegar a cometer errores cuando existe una incorrecta percepción de la realidad, ya que se parte de supuestos equivocados para brindar soluciones a problemas específicos. Esto es sumamente preocupante en el contexto electoral. En total 9 estados de la República tendrán elecciones el próximo año, será una de las campañas electorales y elecciones más grandes, en medio de un país con varias realidades que no quieren ser ni vistas ni reconocidas, mucho menos resueltas.
Al principio del sexenio se hablaba de lucha contra la impunidad, de justicia transicional. Ahora pareciera que los esfuerzos sociales se deben centrar en la lucha por el efectivo funcionamiento de los contrapesos democráticos, que impidan la arbitrariedad del poder político y la concentración de poder económico, de fuerza y político, por ejemplo en manos del Ejército.
En los próximos meses pareciera que entramos a un punto de no retorno en el ámbito de la democracia mexicana, que de seguir por un camino de percepción de la realidad errada, auguro que retrocedemos décadas en cuanto al ejercicio de derechos ganados.
* La autora Lucía G. Chávez Vargas (@LucyChavezV) es Directora Ejecutiva de la @CMDPDH.