El PRI opositor, desaparecido en Sinaloa
Postrado es imposible que gane batallas

OBSERVATORIO
    La desaparición del PRI de la escena del poder en Sinaloa le es peor que la reciente derrota electoral. Al ir cabizbajo por los nuevos tiempos, postrado ante el enorme control que ejerce el partido que gobierna, desvanece precisamente cuando los sinaloenses voltean a los lados y se percatan de que nadie está desempeñando la esencial actividad de los equilibrios políticos.

    Con muy poco eco dentro y fuera de la organización que preside, como si al Partido Revolucionario Institucional le faltara la voz en la actual circunstancia de fuerza electoral agónica, la dirigente del comité directivo priista en Sinaloa, Cinthia Valenzuela Langarica, dijo el martes ante la Asamblea Estatal que en estas siglas están los perfiles más talentosos para hacerle frente a los tiempos difíciles actuales, sin especificar dónde andan dichos cuadros sagaces cuya huida es evidente en la fantasmal situación de PRI electoralmente damnificado.

    Lo que afirmó parece ser un acto de fe más que la existencia de tal arsenal de hombres y mujeres capaces que en caso de ser real estaría en plena operación salamandra, consistente en que el partido se regenere por sí mismo y se reinvente para las próximas contiendas a dirimir a través del voto. La soledad del PRI, programática y física, lo estaría llevando a espejismos atroces donde las masas que permanecen sólo sean militantes imaginarios.

    O tal vez sí tenga buenos talentos, la misma Cinthia Valenzuela es uno de éstos, aunque casi todos se echaron a dormir sobre las frustraciones de la derrota electoral del 6 de junio. Hemos dicho que la capacidad de renovación de este partido está en la militancia joven, pero la perniciosa dominación de las viejas estructuras directivas los hace emigrar a otras opciones. Esa sangre nueva que está vitalizando la acción política hoy no está corriendo por las venas del PRI.

    Ahora, con miras a la 22 Asamblea Nacional Ordinaria que se efectuará el 11 de diciembre en la Ciudad de México, resultará interesante conocer el planteamiento que la delegación sinaloense llevará en el momento exacto en que representa la tercera fuerza política local y prácticamente está anulado en la toma de decisiones de gobierno. Además, desde esa marginalidad electoral ha decidido agazaparse y desde las sombras intentar la autorestauración.

    Cinthia Valenzuela expuso que “como priistas, somos conscientes y vemos cómo atender y defender las causas de la gente; esas mismas que están siendo desatendidas por gobiernos ineficaces que dividen diariamente a la sociedad, atentando sistemáticamente contra el desarrollo social, económico y democrático en nuestro país”. Tal toma de conciencia, sin embargo, no está permeando hacia el tejido social.

    El PRI que la gente percibe es aquel al que le bastó un golpe electoral en la nuca para abdicar al activismo y al menos en los estados del País ha determinado el bajo perfil, en un comportamiento distinto al de su líder nacional, Alejandro Moreno Cárdenas, que es más de aspavientos que de efectividad. En el caso Sinaloa, cinco meses después de que el Movimiento Regeneración Nacional le infligió la más dura de las derrotas están ausentes las señales de tal aptitud por resarcir sus tejidos y órganos.

    Las alegorías de los dos PRI’s, uno chiquito aquí que se encoge lo más que puede para no hacerse notar y otro en el ámbito nacional que se estira más de la cuenta para aparentar que todavía es grande y entrón, están ganando terreno en el conocimiento público no obstante que en lo anecdótico domina y en lo auténtico se evapora. ¿Y el PRI combativo que en la 63 Legislatura estatal ya dominada por Morena destacó en el debate legislativo y la defensa de los intereses de la legión tricolor?

    Es que desde el Congreso del Estado, donde tiene la fuerza política más significativa aun con la circunstancia de ser segunda minoría, emana la idea de los talentos, capacidades y fundamentos ideológicos guardados para mejores tiempos, sin configurar el modelo de reorganización de la sociedad como ariete para combatir a la Cuarta Transformación que sentó sus reales en el territorio de los once ríos. Si el PRI tiene allí a legisladores jóvenes en su mayoría, sin el estorbo de tótems políticos que impedían antes la renovación con el propósito de prolongar el dinosaurismo avaro, por qué no los convierte en punta de lanza de la estrategia para reposicionarse en el ánimo ciudadano.

    Para colmo de males, se nota mucho la distancia entre lo que el PRI nacional quiere y lo que el mismo partido hace en Sinaloa. En el Comité Ejecutivo Nacional se cataloga a los cuadros directivos locales como un equipo del ex Gobernador Quirino Ordaz Coppel, quien por cierto ha recibido las embestidas mediáticas de “Alito” que patentizan esa especie de incompatibilidad de proyecto, y dificultan que los ciudadanos identifiquen la tarea opositora frente al gobierno de Rubén Rocha Moya que se supone le toca realizar al Revolucionario Institucional.

    La desaparición del PRI de la escena del poder en Sinaloa le es peor que la reciente derrota electoral. Al ir cabizbajo por los nuevos tiempos, postrado ante el enorme control que ejerce el partido que gobierna, desvanece precisamente cuando los sinaloenses voltean a los lados y se percatan de que nadie está desempeñando la esencial actividad de los equilibrios políticos.

    Reverso

    ¿Quién ayuda a este partido,

    Y le perdona culpas pasadas?

    Sí, ese viejo PRI tan temido,

    Que hoy arrastra penas pesadas.

    El embrión del PriMor

    Aunque pronto el PRI podría retomar importancia en el Congreso del Estado al realizarse los preparativos para una nueva mayoría que sumaría a los 20 diputados de Morena y los 8 del PRI, en el eventual caso de que crezca la grieta entre el Partido Sinaloense y la Cuarta Transformación, ruptura que ya mostró las primeras fisuras en Mazatlán. ¿Nacerá un PriMor en Sinaloa igualito al que López Obrador tiene en el contexto nacional?