El PRI en Sinaloa es de quien lo trabaja. A examen la dupla Madrid-Valenzuela

OBSERVATORIO
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    Cinthia Valenzuela, dirigente estatal y ahora coordinadora de la bancada parlamentaria, y Ricardo Madrid presidiendo la Mesa Directiva, fueron los que defendieron la urgencia de construir un PRI para la tierra de los once ríos, atravesándosele a Moreno Cárdenas y su delegado Enrique Benítez para que no consumaran la anexión violenta al esquema de procacidades del que ahora ‘Alito’ es rehén.

    Era tan predecible como la salida del sol el enroque que hizo el Partido Revolucionario Institucional en el Congreso del Estado para que Ricardo Madrid Pérez presida la Mesa Directiva y Cinthia Valenzuela Langarica coordine el grupo parlamentario tricolor, porque son las dos principales figuras que han dado la cara en la actual crisis interna, mientras los demás liderazgos se han replegado o se avergüenzan del PRI. Desde la valoración del esfuerzo todo indica que a cada quien le corresponde la cosecha de lo que siembra.

    Sin embargo, a los priistas sinaloenses les cuesta trabajo entender que alguna recompensa debe tener el agobio de llevar la pesada carga de un partido denostado y decadente. Aparte de los desastres en las urnas electorales, el lastre que significa la dirigencia nacional a cargo de Alejandro Moreno Cárdenas le da forma a una especie de maldición donde ir por la vida enarbolado la bandera del PRI es un trance de autofagia política y no un acto de honor.

    También hay que ser conscientes de que alguna consecuencia se debe pagar por la “operación resurrección” que realizan Ricardo Madrid y Cinthia Valenzuela. Él tratando de sostener los enclenques puentes del PRI con el nuevo régimen que gobierna en Sinaloa; ella nadando a contracorriente en mismo el estanque donde quieren dominar los viejos “tiburones” hambrientos del “aguachile power”. Ambos supieron entender que los episodios de desastres son también oportunidad para la esencialidad.

    Lo que tiene que ver con la ruptura tantas veces anunciada por el Diputado Feliciano Valle Sandoval, que desde hace rato oscila entre la ideología tricolor y la azul, iba a ocurrir tarde o temprano, excepto que éste obtuviera uno de las posiciones de mayor peso en la 64 Legislatura. El asambleísta enseñó el cobre desde enero cuando dio a conocer la ocurrencia de unirse a Giovanna Morachis Paperini, la solitaria legisladora panista, con tal de ayudar a que el Partido Acción Nacional fuera reconocido como bancada.

    Es verdad que Valle Sandoval es el único que obtuvo el acceso a la curul por mayoría de votos, y que el vínculo que lo une al PAN es aquella alianza entre los dos partidos para competir en la elección de 2021, no obstante que el PRI es la segunda fuerza política representada en el Congreso tomando en cuenta el número de diputados, y el Partido Sinaloense lo es si el factor a medir es la cantidad de escaños logrados por la suma de sufragios.

    Aquí el alegato que vale es quién se hizo cargo del Revolucionario Institucional cuando los liderazgos tradicionales desertaron y las llamadas “vacas sagradas” de ese partido ahora sí se abochornaron más que en los tiempos aciagos donde la huella tricolor fue la de la ignominia. Cinthia Valenzuela saltó entre el lodo tricolor y resistió inclusive los intentos de los correligionarios por ahogarla en ese fango que quedó como residuo cuando el Movimiento Regeneración Nacional y su emblema Andrés Manuel López Obrador casi borraron todo vestigio priista.

    A Ricardo Madrid le tocó, con maniobras sigilosas no exentas de bochornos, restaurar la imagen del PRI y sacarla a relucir aún en la apantalle constelación del poder con resplandor guinda. Como jefe de la bancada priista en el primer período ordinario que concluyó ayer aguantó el “bullying” legislativo producto de una bancada de Morena arrogante y la del Partido Sinaloense crecida y con la idea del cogobierno, hasta constituir esa labor de resistencia en fiel de la balanza de los equilibrios quizás como último reducto de sobrevivencia, pero elemento de ponderación sin duda.

    Presidir la Mesa Directiva es más un acto de deferencia que de dominio. Madrid Pérez le sabe a la construcción de consensos al operar en el gobierno anterior, el que presidió Quirino Ordaz Coppel, los acercamientos con sectores y factores de decisión que en muchos de los casos son de posturas y criterios encontrados. Lograr la armonía entre los partidos con presencia en la Cámara local no es tan fácil ni necesariamente le acarrea bonos políticos a quien tiene tal responsabilidad; ahí está el caso de Gene René Bojórquez, quien concluye dicho encargo y brilló en la conducción parlamentaria porque a veces tuvo que dejar de lado los temas del PAS y poner en el medio los del caleidoscópico Congreso del Estado.

    Entonces qué de raro tiene que los dos que se aferran a darle respiración de boca a boca al partido en Sinaloa se pongan al frente de las trincheras priistas más importantes por ahora disponibles en el ámbito local. Cinthia Valenzuela, dirigente estatal y ahora coordinadora de la bancada parlamentaria, y Ricardo Madrid presidiendo la Mesa Directiva, fueron los que defendieron la urgencia de construir un PRI para la tierra de los once ríos, atravesándosele a Moreno Cárdenas y su delegado Enrique Benítez para que no consumaran la anexión violenta al esquema de procacidades del que ahora “Alito” es rehén.

    Alégrense, priistas, porque por primera vez en décadas, sin interferir los grilletes de Gobernador o Presidente de la República emanados de estas siglas, podría decirse que por fin el PRI es de quien lo trabaja.

    Reverso

    ¿Por qué Cinthia y Ricardo

    en favorecidos se convierten?

    Pues son ellos el petardo

    para que los priistas despierten.

    VTP para “El Químico”

    Porque le hace menos daño al municipio cuando se va a sus viajes frecuentes, y le sería menos gravoso a las finanzas públicas que los desfalcos millonarios que lo benefician personalmente y les solapa a proveedores consentidos, el Cabildo de Mazatlán podría decretar vacaciones permanentes todo pagado para el Alcalde errante Luis Guillermo Benítez Torres, ya que ningún dictamen de auditoría ni denuncia ciudadana, o contrato sin licitar que “El Químico” corrige sólo cuando la cloaca lo baña a él mismo, hará que el Congreso del Estado le instituya el juicio político que con inusitada prisa y desmedida saña institucional sí le instauró a Jesús Estrada Ferreiro en Culiacán.