El pesebre del corazón

    La primera pastorela de que se tiene memoria en México fue “Adoración de los Reyes Magos”, escrita en náhuatl por fray Andrés de Olmos para que fuera fácilmente captado el mensaje por la mentalidad indígena. De hecho, utilizó simbolismos propios de esa mentalidad, como la música, danza y flores.

    La presentación de pastorelas se remonta hasta los antiguos autos sacramentales con que los misioneros franciscanos evangelizaron el Nuevo Mundo. La mejor forma que encontraron para comunicar catequéticamente su mensaje fue a través de la dramaturgia que los nativos practicaban y comprendían.

    Los textos escritos por los frailes no buscaban la perfección literaria, sino transmitir la proclamación de la buena noticia del nacimiento de Jesús, además de escenificar plásticamente la lucha entre el bien y el mal, los ángeles y el demonio.

    La primera pastorela de que se tiene memoria en México fue “Adoración de los Reyes Magos”, escrita en náhuatl por fray Andrés de Olmos para que fuera fácilmente captado el mensaje por la mentalidad indígena. De hecho, utilizó simbolismos propios de esa mentalidad, como la música, danza y flores.

    El grupo Delta Teatro, dentro del Festival navideño del Instituto Sinaloense de Cultura, presentó el lunes en el ágora Rosario Castellanos la pastorela “¿Dónde diablos está Belén?”, para escenificar la contienda entre Satanás y el Arcángel Gabriel, subrayando en la conclusión que la querella entre el bien y el mal no es cosa del pasado, sino que continúa activa en el mundo.

    Fue gratificante el entusiasmo de los niños asistentes, quienes gritaban al arcángel Gabriel alertándolo para que no se descuidara, porque Satanás acechaba amenazante a sus espaldas.

    Los actores interactuaron perfectamente con el público, desplazándose arriba y abajo del escenario para lograr una gran simbiosis del espectáculo.

    Estas representaciones nos recuerdan que la humildad es una de las virtudes más preciadas, pues gracias a su ejercicio podemos vencer las tentaciones del egoísmo, poder, soberbia y avaricia que impiden la convivencia y comunión como hermanos.

    Hoy, Jesús debe seguir naciendo en el humilde pesebre de nuestro corazón.

    ¿Preparo el pesebre de mi corazón?