El multilateralismo y la Unesco en la encrucijada del Siglo 21

17/04/2025 04:01
    La Unesco puede ser esa bisagra que posibilite la creación de nuevas narrativas para el Siglo 21, narrativas que reconozcan el papel e importancia de la cooperación, de la educación, la ciencia y la diversidad cultural como pilares de una gobernanza incluyente y necesaria.

    ¿Qué podemos esperar de los organismos multilaterales en el contexto internacional actual? ¿Qué margen de acción real tienen hoy en el mundo? ¿Para qué y por qué es necesario apoyarlos?

    Los organismos internacionales y multilaterales creados después de la Segunda Guerra Mundial fueron diseñados para promover la paz, la cooperación y el desarrollo.

    Fueron la muestra tangible de la voluntad colectiva de dialogar, encontrar acuerdos y establecer reglas compartidas para la convivencia pacífica entre los países. Hablamos de la ONU y sus órganos principales, así como de otros organismos internacionales tales como la OEA, la OMC, la OTAN, entre otros.

    Sería lógico pensar que un mundo que hoy enfrenta una seria crisis climática, migratoria, de seguridad, de derechos humanos, en el que los gobiernos democráticos están siendo desafiados por regímenes populistas y autoritarios tanto de derecha como de izquierda necesitaría este andamiaje institucional más que nunca. ¿Cierto?

    La gran paradoja es que precisamente hoy, cuando el mundo se está transformando y cuando la ideología de los liderazgos y partidos políticos en los países, visión iliberal del mundo dirían algunas y algunos, está fundamentándose en la construcción de enemigos externos, en el retorno al nacionalismo xenófobo, en el que la diversidad es criminalizada y a nombre de la libertad de expresión las fake news se convierten en la narrativa predominante, y en el que las reglas del juego no sólo son desafiadas sino franca y directamente ignoradas, el ámbito multilateral está siendo paulatinamente socavado.

    El multilateralismo fue una construcción institucional deliberada, consciente, consensuada y necesaria para la construcción de un nuevo orden mundial. Gran parte de los conflictos durante la Guerra Fría se dirimieron en esas tribunas y los hegemones con sus respectivas zonas de equilibrio y áreas de influencia respetaron, con momentos de profunda tensión, las reglas. La caída del Muro de Berlín replanteó el tablero de juego y llegamos a pensar no sólo que había llegado el fin de la historia (Fukuyama dixit) o que prevalecería el consenso de Washington (Huntington).

    Pero la realidad nos ha sorprendido y hemos vivido realidades que nos cuesta comprender y explicar. En menos de 35 años hemos visto no sólo la creación de la Unión Europea sino también la salida del Reino Unido de la misma, vía Brexit. Los conflictos que habían estado contenidos por las “fronteras” del orden de posguerra se hicieron evidentes. Podemos hacer una larga lista de realidades que nos sorprendieron y nos siguen sorprendiendo: desde la guerra civil en los países de Europa Central hasta las Torres Gemelas, pasando por la transición democrática en países gobernados por dictaduras o por partidos únicos hasta la llegada de gobiernos antidemocráticos y fascistas en países defensores de la democracia; alianzas impensables entre los antes grandes enemigos y elecciones democráticas que dan paso a gobiernos autoritarios y plutarquías. Avance y reconocimientos de los derechos de las mujeres en el mundo (Beijing) y retrocesos en el mismo terreno que hacen que millones de mujeres vivan no sólo violencia en todas sus manifestaciones, sino que sean tratadas como si viviésemos en el medioevo en pleno 2025.

    Vuelvo a hacer la pregunta: ¿qué podemos esperar de y para los organismos multilaterales hoy en día? Se acerca la sucesión en la Unesco, organismo especializado de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura. La sucesión no sólo es relevante por las posibilidades de que llegue una mujer a la dirección general -una talentosa mexicana, Gabriela Ramos, actual Subdirectora General de Ciencias Sociales y Humanas- sino por el papel que hoy tiene y puede desempeñar dicho organismo un mundo que hoy está reescribiendo su narrativa.

    La cultura ha sido históricamente también un campo de batalla geopolítico y este momento no es la excepción. Frente a líderes que están acabando con el soft power o relegándolo, el mandato de la Unesco como un espacio de interlocución, visibilización, creación de consensos y respeto a la diversidad cultural, así como de reconocimiento a los grandes desafíos actuales tales como la ética de la inteligencia artificial, el tráfico ilegal de bienes y animales hasta la crisis climática, la educación, la ciencia y la cultura se tornan vitales.

    La Unesco puede ser esa bisagra que posibilite la creación de nuevas narrativas para el Siglo 21, narrativas que reconozcan el papel e importancia de la cooperación, de la educación, la ciencia y la diversidad cultural como pilares de una gobernanza incluyente y necesaria.

    En un mundo polarizado y que le está apostando a la exclusión mutua, la incorporación de la realidad de personas que viven en condiciones de vulnerabilidad permanente es urgente, como lo es comprometerse con que el conocimiento y la digitalización beneficien a todas las personas y no amplíen las brechas de desigualdad. No puede ser que la prioridad internacional siga siendo invertir en armas y dejar atrás la inversión y las alianzas en políticas educativas, culturales y científicas.

    En momentos de incertidumbre, la educación y la cultura pueden ser espacios de certeza.

    Hoy más que nunca, necesitamos fortalecer el ámbito multilateral, como el que la Unesco representa y reivindicar su relevancia en un mundo que parece decidido a olvidar las lecciones de la historia.