‘El Mayo’ acaba con las especulaciones
Cuén asistió; Rocha viajó a Los Ángeles

OBSERVATORIO
    El panorama ha sido despejado de insidias armadas desde las calenturientas maquinaciones para embaucar, aunque a varios les conviene que siga enmarañado. Aquellos que no supieron leer los silencios de las facciones del Cártel de Sinaloa, de las autoridades mexicanas y estadounidenses, de la familia Cuén Díaz y de las fiscalías estatal y general, tampoco se interesarán en asimilar la verdad porque ésta no se ciñe a sus delirantes pretensiones.

    Siempre llega la verdad tal cual es por más que la deseen distinta, para los fines aviesos que convengan, las mismas instituciones que aportan a la confusión, la especulación que con teorías irrazonadas lanza toneladas de lodo al río revuelto, y las rivalidades políticas que lucran con infortunios que traen consecuencias generalizadas. Y el sábado la versión que Ismael Zambada García le anexó a su declaración ante la justicia de Estados Unidos no sólo restableció la realidad real sino principalmente fue tal resplandor de autenticidad que hasta encandiló a los peores ciegos, que son los que no quieren ver.

    La carta de “El Mayo” permitió que la opinión pública, y quien sabe si también el Gobierno y los agoreros de la intriga, abandonara el laberinto de las mil y una elucubraciones donde querían mantener secuestrada la conversación ciudadana, sujeta a vaticinios febriles. Bien que el jefe del Cártel de Sinaloa pudo sumarse al mutismo que le significaba oro molido a la conjetura perturbadora, pero se decidió por el mensaje epistolar que pusiera las cosas en su lugar.

    Los ruidos y silencios en torno a la traición que el presunto narcotraficante afirma que sufrió el 25 de julio para ponerlo a disposición de los tribunales estadounidenses por medios extrajudiciales, y del suceso ocurrido el mismo día que privó de la vida a Héctor Melesio Cuén Ojeda, líder de facto del Partido Sinaloense, viraron de súbito hacia la versión creíble de quien vivió en carne propia los hechos. Ya ni vale la pena perder tiempo en las fantasías contenidas en carpetas de investigación a medias, testigos a modo y figuraciones a la medida de cada alucinación convenenciera.

    Son tres los puntos de la declaración de Zambada García que requieren de atención y análisis a conciencia. El primero tiene que ver con la afirmación de que “la idea de que me entregué o cooperé voluntariamente es completa e inequívocamente falsa. Me trajeron a este país por la fuerza y bajo coacción, sin mi consentimiento y contra mi voluntad”. Esta tesis prolonga la calma tensa que la población otea en Sinaloa y que de un momento a otro hará crisis a pesar del llamado del capo “a la mesura y a mantener la paz en nuestro estado. Nada se resuelve con violencia. Ya hemos recorrido ese camino y todos perdemos”.

    Los campamentos militares instalados en torno a la zona del sur de Culiacán donde se asientan la familia y los intereses de Zambada avisan de la posibilidad que el Gobierno también prevé de la guerra frontal entre la organización que lidera “El Mayo” y la facción que él afirma lo entregó que son los hijos de Joaquín “El Chapo” Guzmán, a través de Joaquín Guzmán López. Todo puede suceder una vez que la duda sobre lo sucedido esta avasallada hoy por la narrativa del traicionado.

    El segundo aspecto sensible de la carta está en la “invitación” que Zambada dice que recibió “para ayudar a resolver las diferencias entre los líderes políticos de nuestro estado” que son Cuén Ojeda, que se resistía a perder el control ejercido durante casi dos décadas en la Universidad Autónoma de Sinaloa, y el Gobernador Rubén Rocha Moya que está al frente del plan para finiquitar dicho cacicazgo en la UAS. También, expone “El Mayo”, que le dijeron que estaría presente Iván Guzmán Salazar y la única asistencia que confirma es la del fundador del PAS.

    Según Zambada quien lo instó a dicho encuentro fue Joaquín Guzmán López y sólo refiere que de los dos actores políticos involucrados al que vio allí fue a Cuén Ojeda, quien “era amigo mío desde hacía mucho tiempo” y que, afirma, “fue asesinado a la misma hora, y en el mismo lugar, donde yo fui secuestrado”. En cuanto a que el Gobernador haya estado presente está la evidencia en contra de que el 25 de julio voló temprano a Los Ángeles, California, en un avión propiedad de la empresa de Jesús Vizcarra Calderón, con el propósito de vacaciones en familia.

    Rocha en posibilidad de demostrar que en las horas críticas del jueves negro con epicentro en Huertos del Pedregal él y su familia ya estaban en Estados Unidos y fue del conocimiento público que tuvo que regresar en razón de tales hechos. Y que dio la cara ante el Presidente Andrés Manuel López Obrador y la Mandataria nacional electa, Claudia Sheinbaum, en la inauguración del Hospital General de Culiacán, en la autodefensa que puede resumirse con la frase de “si le dijeron (a “El Mayo”) que iba a estar yo, pues mintieron y si les creyó, pues cayó en la trampa”.

    El tercer dato refiere el supuesto acompañamiento del comandante de la Policía de Investigación de Sinaloa, José Rosario Heras López, como miembro del equipo de protección de Ismael Zambada, lo que confirma que la confiabilidad de los mandos de la seguridad pública está igual que hace 20 años cuando a uno de los jefes del cártel de los Carrillo Fuentes lo custodiaba el comandante de la entonces Ministerial del Estado, Pedro López, al ser abatido Rodolfo Carrillo, “El Niño de oro”, en la plaza Cinépolis de Culiacán el 11 de septiembre de 2004.

    El panorama ha sido despejado de insidias armadas desde las calenturientas maquinaciones para embaucar, aunque a varios les conviene que siga enmarañado. Aquellos que no supieron leer los silencios de las facciones del Cártel de Sinaloa, de las autoridades mexicanas y estadounidenses, de la familia Cuén Díaz y de las fiscalías estatal y general, tampoco se interesarán en asimilar la verdad porque ésta no se ciñe a sus delirantes pretensiones.

    Reverso

    Nunca antes en tan pocas horas,

    Al público habían timado,

    Con conjeturas conspiradoras,

    Y falsos crímenes del estado.

    La frases del Gobernador

    Por lo que dijo Rubén Rocha frente a López Obrador y Sheinbaum, estructurando el deslinde de la reunión en la que “El Mayo” confirma la presencia de Cuén y no la del Gobernador, vale la pena darles un repaso a las cinco principales expresiones del Mandatario estatal: “Los problemas de gobierno se arreglan en las instituciones”, “no tienen que citarme el crimen organizado para resolver un problema de la Universidad”, “no tengo complicidades con el crimen organizado y el día que seamos incapaces de resolver los asuntos con política de estado, ese día dejaré el cargo”, “atendiendo al humanismo, a la lucha contra la corrupción, contra la violencia, yo soy aprendiz del Presidente” y “no queremos estar bajo sospecha, no hay razón para ello, pero no queremos”.

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