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"OBSERVATORIO"

"El incómodo aguinaldo de Diputados. ¿Y el Congreso qué nos da a cambio?"

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OBSERVATORIO

    Increíble pero cierto, como diría cualquier charlatán que pretenda transformar lo común en insólito, pero el aguinaldo de 154 mil pesos otorgado a cada uno de los diputados de la 63 Legislatura del Congreso del Estado se ha convertido en dinero que quema las manos y taladra las conciencias. La estampa navideña inédita se vive entre los asambleístas del Movimiento Regeneración Nacional al escenificar algo así como un torneo de caridad pública para ver en quién encarna de mejor manera la compasión hacia el prójimo.

    A riesgo de echarles a perder la paz espiritual que pretenden canjear por el aguinaldo, es importante advertirles que el desprendimiento de tal suma no es proporcionalmente equivalente a la liberación de culpas ni corrige el yerro de menospreciar el gran poder de la representación social cuando ésta se utiliza para generar beneficios para el mayor número posible de sinaloenses. En la etapa de Adviento o cualquier día del año, mucho y enorme bien le pueden hacer a la gente que espera de sus parlamentarios la gran obra colectiva.
    En el mejor de los casos, es la Diputada sin partido, Flora Isela Miranda, la que procedió de la mejor manera al negarse a recibir el aguinaldo. Y sus razones tienen sentido: resulta ofensivo para la población en su mayoría empobrecida y constituye burla para el plan de austeridad que blande el Presidente Andrés Manuel López Obrador y que al menos los servidores públicos de Morena deberían de tomar de ejemplo.
    Lo demás, por más buen corazón que traiga implícito, trasciende en el momento no obstante que a largo plazo se borra en el recuerdo de las masas. Si la Diputada Karla Montero usó el aguinaldo para comprarles medicinas a pacientes del Hospital Pediátrico de Sinaloa, es un buen gesto y punto. Más lo sería si el acto solidario se guardara para la intimidad de quien lo ofrece y careciera de difusión alguna en plataformas digitales y medios de comunicación.
    Si el Diputado Pedro Villegas Lobo, en la emergencia por transitar rápido el trayecto denigrante que lo mancha, determina becar a estudiantes pobres con la prestación decembrina, es muy su gusto sin pasar por alto que mayor agrado le produciría a los ciudadanos el hecho de que tuviera una hoja de ejemplar rendimiento parlamentario. Los centavos que se regalan ayudan a quienes más lo ocupan, pero no son la vía para congraciarse con el “yo” profundo.
    Tampoco asistimos a algo nuevo. Cada diciembre asoma la misma polémica sin llevar este ejercicio a la evaluación del costo-beneficio de cada integrante del Congreso. Subir el nivel de la apreciación significa, por ejemplo, determinar si los diputados merecen tanto salario o aguinaldo por romper récord en aprobar pensiones por jubilación, o si, otra muestra, deben ganar tanto por sacar adelante solamente el 33 por ciento de las 852 iniciativas que recibió el primer año legislativo. Tal vez lo que cuente es el ranking en la capacidad de asestarse puñaladas entre iguales.
    ¿Por qué estimular económicamente igual a un diputado que va a las sesiones a dormitar o levantar la mano, a diferencia del que presenta iniciativas, puntos de acuerdo, reuniones de trabajo e interés por los ciudadanos que representa? ¿En todo caso se le debería dar un bono de productividad al gobierno de Quirino Ordaz porque envió a la Cámara 292 de las 852 iniciativas que en total recibió la 63 Legislatura?
    Otro mecanismo para tasar el esfuerzo legislativo consiste en la serenidad del sueldo bien devengado, la cual tendrían muy pocos diputados. Si las 316 iniciativas que se originaron dentro del Congreso durante el primer año de la Cámara en funciones se repartieran por igual entre los 40 integrantes, a cada uno le corresponderían 7.4, un buen producto que justifica la remuneración otorgada. Pero hay asambleístas que no han creado ninguna y otros que parecen máquinas de hacer propuestas de leyes, o reformas y adiciones de éstas.
    Para no darle más vueltas al tema, más allá de los 9 millones de pesos que gastará el Congreso de Sinaloa en pagarles el bono navideño a sus integrantes, existen otras pérdidas notables que son cuantificables por los daños político, económico y social que causan. Dichas mermas se desprenden de la parálisis de la Cámara y la permanencia en la “congeladora” parlamentaria de al menos 500 iniciativas correspondiente a la actual y anteriores legislaturas.
    Por ello más que un balance de conciencia el cierre del año se presta al cotejo de la productividad. A nadie le importaría que aquel diputado que mandó al Congreso a trabajar por el bienestar común obtenga un buen aguinaldo si lo ganó palmo a palmo en la tribuna o en la elaboración de propuestas que resanen las grietas de ingobernabilidad.

     

    Reverso
    Más albóndigas que caldo,
    Deben ofrecer en el Congreso,
    Y nos valdrá con base a eso,
    El tema del aguinaldo.

     

    Vivir a medias
    La intermitente gobernabilidad sinaloense, donde un día se celebra la baja en homicidios de alto impacto y al siguiente la ciudadanía se corrobora a expensas de los criminales, mantiene en permanente zozobra a los diferentes sectores. Hoy las mujeres jóvenes saturan las alertas Ámber y apenas respira con alivio la sociedad porque una de ellas regresa sana y salva, cuando inicia la siguiente oración generalizada para implorar que las que siguen no corran la misma suerte que Mariana. Es la sicosis de feminicidios que se metió a todos los hogares donde las familias viven a medias, dividiendo sus fuerzas entre administrar los miedos y aferrarse con todo a la lucha por sobrevivir.


    alexsicairos@hotmail.com