El fracaso del PAS en las elecciones
y lo que debe venir para la UAS

    En estas elecciones, al PAS no le fue posible sacar más votos que Movimiento Ciudadano, y se quedaron al mismo nivel que el Verde y el PT, que casi ni afiliados tienen en la entidad. Por el contrario, los de Cuén son el partido con mayor membresía en Sinaloa, los que presumen tener la mejor y más extensa estructura política, los que son capaces de movilizar a su gente por todo el estado, los que se encuentra en campaña de manera permanente, los que manejan a su antojo el presupuesto y el personal de la Universidad, y los que tienen a su disposición una plataforma de comunicación 24/7.

    La mañana siguiente al día de la elección, los pasillos de la Universidad estaban vacíos. Los únicos que despertaron temprano fueron los locutores de Radio-UAS. Era necesario enviar un mensaje: levantar bandera blanca y avisar al Gobierno que asumían la derrota. No podía ser de otra manera. El triunfo de Morena en todo el territorio nacional fue avasallador.

    Por semanas enteras, los micrófonos de Radio Universidad anunciaron que la ciudadanía estaba con su movimiento, y que el ánimo de la población se vería reflejado en las urnas, con un rotundo apoyo al Partido Sinaloense.

    Pues resultó que no. Que los sinaloenses nunca creyeron en eso de la defensa de la autonomía. Y que, desde la distancia, siempre los percibieron como unos corruptos y oportunistas.

    En cambio, el respaldo en Sinaloa fue para Morena. Los de la 4T conquistaron los curules disponibles en el Senado, ganaron cada uno de los siete distritos federales que hay en el estado, y los 24 escaños directos en el Legislativo local; y por si fuera poco, la mayoría calificada. Sólo en los ayuntamiento los guindas no fueron capaces de retener cinco de las 20 alcaldías.

    El PAS, por su lado, no obtuvo nada. Tan sólo un lugar en el Congreso del Estado por vía de la representación proporcional. Más allá de eso, ninguna Alcaldía y algunos cuantos regidores que seguramente pasarán inadvertidos. Para colmo de males, su líder moral, Hector Melesio Cuén Ojeda, tampoco alcanzó la diputación plurinominal, a pesar de los malabares que hizo al cambiarse de partido.

    Y si bien, al final de la jornada ganaron la apuesta y consiguieron conservar el registro, lo cierto es que apenas la libraron. De hecho, desde el 2016, cuando alcanzaron su “prime”, el impacto electoral del Partido Sinaloense ha ido a la baja. En esa ocasión lograron obtener 192 mil votos, pero en la siguiente elección, la de 2018, cayeron hasta los 86 mil votos, y así continuaron cayendo a los 82 mil en 2021, hasta tocar fondo en los 70 mil votos que apenas obtuvieron el pasado domingo 2 de junio.

    En estas elecciones, al PAS no le fue posible sacar más votos que Movimiento Ciudadano, y se quedaron al mismo nivel que el Verde y el PT, que casi ni afiliados tienen en la entidad. Por el contrario, los de Cuén son el partido con mayor membresía en Sinaloa, los que presumen tener la mejor y más extensa estructura política, los que son capaces de movilizar a su gente por todo el estado, los que se encuentra en campaña de manera permanente, los que manejan a su antojo el presupuesto y el personal de la Universidad, y los que tienen a su disposición una plataforma de comunicación 24/7.

    En cierto sentido, me parece bien que el PAS no haya perdido su registro. Qué bueno que en Sinaloa las diferentes expresiones políticas, por más minoritarias que sean, tengan representación formal en el sistema de partidos. Eso es saludable para la democracia.

    Pero el PAS debe entender el mensaje que le manda la ciudadanía. Estas elecciones fueron un referéndum para el Partido Sinaloense en su relación con la Universidad Autónoma de Sinaloa. Fueron sus dirigentes quienes se acorralaron solos. Apostaron a que, mediante el voto, la ciudadanía los iba a exonerar de las responsabilidades penales y de transparencia. Pues ya vieron que no. Que la gente está consciente del control abusivo y el uso discrecional que hacen del presupuesto de la UAS, de la opacidad y las pocas ganas de hacer los cambios que se requieren por el bien de Sinaloa.

    Sin embargo, sería un error que, con todo lo ya ganado, las autoridades del Estado quisieran actuar por revancha y utilizar los procesos penales para intimidar y presionar por una reforma a la Ley Orgánica. Aunque a muchos les parezca un gesto de debilidad, los dos asuntos tienen que conducirse por separado, sin abusar del poder que la gente les acaba de conferir.

    Por eso exigiremos que se mantenga la división de poderes, y que el judicial siga su camino, sin interferencia, y en total apego al debido proceso en favor de los inculpados. Este debe ser un proceso ejemplar, que marque la pauta de un nuevo estilo de impartición de justicia, imparcial y, ahora sí, expedito. No podemos pasar por alto la legalidad. Sinaloa necesita reforzar el Estado de Derecho.

    En cuanto a la UAS, el Gobernador debe proponer inmediatamente una mesa de diálogo pública y plural, abrir los canales de negociación para preparar una gran reforma universitaria en la que participemos todos. En los últimos años se han presentado alrededor de 40 iniciativas de ley que pueden servir como referencia. De manera más reciente CIVITAS y el MDU han marcado el camino por el que debemos transitar: el de la legalidad, la transparencia y la democracia. Llegó el momento, avancemos hacia allá. La puerta se abrió, una vez más. Ahora con todo y ventanas. No las vayan a cerrar, otra vez, por favor.

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    jorge.ibarram@uas.edu.mx

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