alberto.kousuke@uas.edu.mx
Un nuevo virus emerge desde China para atormentar a la humanidad, el virus del Síndrome Respiratorio Agudo Grave 2.0 (SARS-CoV-2). No es un virus nuevo o un virus mutado, es el virus causante de la enfermedad del Coronavirus 2019 (Covid-19).
Antes de alarmarnos, hay que informarnos y no sucumbir al sensacionalismo de algunos medios de comunicación o al de los vecinos.
Para ponernos en contexto con lo anterior, y utilizando una analogía más familiar, el Virus de la Inmunodeficiencia Humana (VIH) es el causante del Síndrome de Inmunodeficiencia Adquirida (SIDA). Uno es el virus y el otro la enfermedad.
Ahora, una pandemia es una enfermedad epidémica (enfermedad contagiosa que se propaga rápidamente) que se ha extendido a múltiples continentes.
Aunque lúgubre, la definición de pandemia no guarda relación con la letalidad del virus o la enfermedad, se refiere exclusivamente a su capacidad de contagio.
A pesar de esto, algunas noticias nos hacen creer que el apocalipsis está cerca, de hecho, algunos medios correlacionaron una profecía del profeta Nostradamus con esta el SARS-CoV-2.
Aeropuertos, museos, ligas deportivas, y escuelas empiezan a suspender sus actividades en un esfuerzo por contener a este virus.
¿Es necesaria toda esta precaución?
Es un arma de dos filos. Por un lado, son medidas muy efectivas para contener la propagación del virus, pero por otro lado, estas medidas abonan a la histeria colectiva de la cual hemos sido presa desde algún tiempo atrás.
¿Qué tan letal es el SARS-CoV-2?
Esta es una respuesta que todavía se encuentra en el aire, difusa, y sigue siendo un misterio para todos nosotros. Personas infectadas que no presentan síntomas o que tienen síntomas ligeros usualmente no buscan atención médica, obstaculizando la caracterización de la verdadera tasa de infectados. Ese dato es de particular importancia para determinar cuántos morirán por Covid-19.
Demos gracias al crucero de nombre fabuloso “Diamond Princess”, una embarcación sujeta a cuarentena en la costa de Japón después de que uno de sus pasajeros dio positivo para SARS-CoV-2. Este crucero sirvió como experimento para entender la conducta y determinar la tasa de mortalidad exacta de este virus.
Los datos obtenidos de los pasajeros de este crucero sugieren que la tasa de mortalidad es de 0.5 por ciento, en lugar del 3.4 por ciento reportado por la OMS.
Esto quiere decir que este virus es más letal que el virus de la gripe estacional (0.1 por ciento de letalidad), pero mucho menos que otros coronavirus como el SARS-1 (9.6 por ciento de letalidad) y el MERS (34.3 por ciento de letalidad).
De los 3,711 conejillos de india (pasajeros) abordo de la Princesa Diamante, 634 (17 por ciento) estaban infectados con el virus, de los cuales 328 no presentaban síntomas al momento del diagnóstico. De aquellos pacientes con síntomas, la fatalidad era del 1.9 por ciento (7.3 por ciento en mayores de 70 años).
Si extrapolamos estos números con China donde el 1.1 por ciento de los casos sintomáticos que resultaron en un deceso y tomamos en cuenta a los casos asintomáticos, la tasa de mortalidad en China es aproximadamente del 0.5 por ciento.
Una de las razones por las cuales este virus es tan contagioso, es por que no es tan letal. Entre más fatalidades, menos capacidad de contagiar a otros humanos (como el caso del virus del ébola).
Infiero que esta histeria colectiva es por el bien común. Los humanos solemos hacer caso omiso a las recomendaciones sanitarias en todos los rubros de la salud humana. Aunque nunca lo creí posible, a veces la demagogia tiene un buen propósito.
Para evitar morir, uno debe de lavarse las manos antes de comer y después de ir al baño, no tocarse el rostro, y aislarse de los demás (sobre todo si se tiene más de 40 años o presenta síntomas gripales).
Nuestros adultos mayores son los más vulnerables ante esta pandemia, hagámoslo por ellos. De paso, no está demás que la gente tome como rutina el lavado de manos y el respeto del espacio personal.