para recrearnos?
Estamos viviendo momentos de incertidumbre extrema. Los aranceles, los riesgos de inflación y recesión, las tendencias de nuestros gobiernos, las fuerzas geopolíticas, la revolución de la inteligencia artificial, la volatilidad de los mercados financieros y un largo etcétera.
Nuestras organizaciones necesitan, más que nunca, ser extremadamente flexibles. Nuestras decisiones tienen que ser sumamente prudentes... y ágiles. No podemos esperar a mañana. Hoy tenemos que responder a las oportunidades de cada día.
Estamos trabajando con una familia empresaria guatemalteca. Son varios hermanos, la mayoría de ellos metidos a fondo en la operación de sus diversos negocios, todos muy exitosos. Desde hace tiempo nos hemos percatado que hay fricciones entre ellos, aunque todavía nada serio. Hemos propuesto la intervención de un coach especializado en conflictos familiares. No hemos logrado que acepten su participación.
Ellos han creado un equipo ganador de grandes ligas, líderes en distintas industrias, grandes generadores de valor. Sí tienen algunos problemas que resolver, hasta ahora ninguno de gravedad. Sin embargo, observamos una actitud sorda, apagada. Aparentan no saber disfrutar sus esfuerzos de Dueñez compartida, como si les aburriera o les chocara ser miembros de un empresa familiar. “There’s no free lunch”, dicen los americanos (no hay almuerzo gratuito). Estar en la cima cuesta, compartir la Dueñez es complicado.
Ahora nos toca prepararnos, a ellos, a nosotros y a todos, para construir los caminos de éxito del futuro. Seremos ingenuos si pensamos que lo que nos trajo hasta donde hoy estamos, también nos llevará a las siguientes cimas. Lo que nos espera demandará otras respuestas, otras decisiones, otras competencias organizacionales.
Tres posturas de Dueñez nos ayudarán a descubrir esas nuevas soluciones. Las describo:
Disposición a explorar. Si queremos aferrarnos a lo que ya sabemos hacer corremos el riesgo de quedarnos atrás... y fuera de la jugada. Las batallas que habremos de librar son diferentes, son nuevas, son las de aquí en adelante. Nuestras antiguas armas no funcionarán para todo lo que se viene.
Seguir haciendo lo mismo, porque nos ha funcionado antes, es pensar de manera inocente, infantil. Las fórmulas de éxito tienen fecha de caducidad. Las viejas prácticas nos dificultan aprender las nuevas que tenemos que desarrollar.
La exploración de nuevas fórmulas de negocio, de nuevas tecnologías, de nuevos mercados, de nuevas herramientas organizacionales, se han vuelto clave de éxito de las corporaciones que se mantienen a la vanguardia. Aprender explorando con agilidad se ha convertido en ventaja competitiva.
Actitud hacia el cambio. El tema no es evitar resistirse al cambio. De lo que se trata es de promover las nuevas jugadas; no solo de alistarnos pronto, sino de ser los agentes de cambio. Necesitamos anticiparnos, adelantarnos, buscando y creando las oportunidades, no esperándolas.
En todo equipo de Dueñez siempre hace falta uno que lidere la transformación de la organización, la generación de soluciones novedosas y de las fórmulas de negocio del futuro. No se espera que todos seamos así, pero tampoco que nos convirtamos en el freno que provoca la lentitud... y el desespero.
No podemos seguir sin evolucionar. El nuevo yo me está esperando. Nuestra versión de empresa 2.0, 3.0, 4.0, la tenemos que concebir y construir nosotros mismos. Evidentemente las nuevas versiones serán muy diferentes. Que no nos asuste dejar de ser quiénes éramos, siempre y cuando estemos conscientes de lo que estamos creando.
La evolución de mi empresa empieza por mí. Si yo no evoluciono, estorbo. No nos mantendremos en la cima sin conducir al mercado, sin innovar, sin crear la discontinuidad.
Ante estas posturas de Dueñez no nos queda más que disfrutar los desafíos. La queja, las lamentaciones, de nada servirán. Nuestros amigos guatemaltecos tendrán que aprender a compartir la Dueñez con nuevos personajes y de nuevas formas.
* “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois.
