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@rodolfodiazf
Pululan miles de libros, películas y videos que tratan el tema de cómo lograr la felicidad. La mayoría ofrece pautas y recetas supuestamente fáciles, pero en todas subyace el secreto de que se consigue más felicidad cuanto menos necesita la persona para serlo. Si la persona es infeliz es porque siente que le falta algo que no ha conseguido; razón por la que se preocupa, aflige, abruma, enoja y desespera.
David Fishman, en su libro El secreto de las siete semillas, narró que un hombre llamado Ignacio fue a consultar a un sabio hindú sobre cómo meditar porque vivía estresado y necesitaba relajarse, pero el gurú lo exasperó al no responder directamente a su cuestionamiento y preguntarle simplemente si era feliz.
“¡Claro que soy feliz! Soy un empresario exitoso. Por supuesto que tengo problemas económicos, como todos, pero estoy saliendo adelante. Tengo todo lo que quiero: mi casa en Lima y otra en la playa, mis autos, una buena esposa y dos hijos. He logrado mucho, soy reconocido en el medio”.
Sin embargo, el maestro respondió: “Yo no te he preguntado qué has logrado ni cuáles son tus posesiones. Te he preguntado simplemente si te sientes feliz”.
Y añadió: “Ignacio, la felicidad no se compra. Tampoco se deriva de un proceso lógico o matemático de sumar tus logros, tus bienes, tus relaciones o tu posición en la sociedad; la felicidad se siente, no se piensa. Tú has tratado de ser feliz racionalmente; es como querer disfrutar la armonía de una melodía sólo leyendo las notas de una partitura, o sentir la esencia de un perfume leyendo las fórmulas químicas. Quien siente no es tu mente sino tu espíritu, y a tu espíritu lo has dejado de lado por mucho tiempo”.
¿Soy realmente feliz?