El elefante macro en México

04/10/2024 04:01
    El elefante en la habitación en la antesala del cierre del sexenio es la productividad laboral. No se crearon las condiciones institucionales para que las personas que trabajan, y que en promedio hoy ganan más, incrementaran su productividad.

    Un invitado habitual de las conversaciones informales es el elefante en la habitación. La expresión se refiere a un tema que más que tabú, se manifiesta como un riesgo latente para el equilibrio del entorno, pero se vuelve difícil de identificar y por ende de nombrar. El simple hecho de que esté ahí, latente, habla de la fragilidad propia del entorno y de la posibilidad de que muchos de los aspectos que hoy se promueven como un logro se puedan modificar de manera drástica cuando el elefante comience a sacudirse.

    En tiempos de síntesis sexenal es inevitable hacer cuentas de lo que salió bien y balancearlas con lo que resultó mal. En la era de las narrativas, además, la cadencia de los relatos suele imponerse a la frialdad de las cifras. Mientras la narrativa se acopla a los deseos, los datos no pueden moldearse a contentillo de nuestras aspiraciones.

    El sexenio concluye y es notorio que en la conversación se destaque la disminución de la pobreza y el crecimiento de los salarios. Ya sea con el salario mínimo o el salario promedio de cotización del IMSS, que son vinculantes para 40 por ciento de la población ocupada, o con el ingreso laboral per cápita y la masa salarial, la cuenta del sexenio luce favorable: crecimientos a doble o triple dígito en el acumulado entre el cuarto trimestre de 2018 y el segundo de 2024.

    Por supuesto, mayores salarios se combinan con un gasto público creciente en transferencias directas a los hogares, con lo cual la disponibilidad de ingresos para las familias creció y ello ha contribuido a disminuir el porcentaje de personas en situación de pobreza. Hasta ahí parece que la habitación no se perturba.

    La sombra del elefante aparece cuando evaluamos el crecimiento económico. Es cierto que el impulso de los salarios contribuyó a una expansión del consumo privado, con lo cual la economía en su conjunto acumula un crecimiento de 4.5 por ciento. Sin embargo, éste ha sido el más bajo para una administración federal en las últimas cuatro décadas. Así, cuando controlamos el crecimiento por la dinámica demográfica, la sombra del elefante comienza a ser más amenazante: 0.2 por ciento si este año se materializa un crecimiento de 1.57 por ciento.

    El elefante en la habitación comienza a mirarnos desde la esquina más sombría de la habitación. ¿Este crecimiento en salarios es sostenible? Parece que no. El Índice Global de Productividad Laboral de la economía, medido con base en horas trabajadas, muestra que la productividad laboral de la economía se contrajo 4 por ciento en el periodo de referencia, lo que pone en aprietos la sostenibilidad del crecimiento en los salarios y nos hace reflexionar sobre las consecuencias que tendrá esa inercia sobre el bienestar de las familias si no se corrige la brecha.

    Las implicaciones de esa discrepancia son múltiples. Comenzando con las presiones al alza sobre los costos laborales de las empresas que pueden reflejarse en mayores precios de bienes y servicios. Esto, por supuesto, depende de qué tan competitivo sea el mercado laboral y los mercados donde venden estos productos. Nuestro elefante ya comienza a sacudirse.

    Paulatinamente, esa presión sobre los costos de las empresas se reflejará en mayores precios para las personas que consumen. Si las empresas pagan un salario por arriba de la productividad de su planta de trabajo, harán lo posible por trasladar ese costo a sus clientes, y si la situación compromete la liquidez de la compañía, también puede ocasionar reducciones importantes a la planta laboral. En síntesis: inflación y desempleo con riesgos al alza.

    El elefante en la habitación en el cierre del sexenio es la productividad laboral. No se crearon las condiciones institucionales para que las personas que trabajan, y que en promedio hoy ganan más, incrementaran su productividad. Ahí están los temas de seguridad pública, los déficits energéticos, los retos de movilidad, el abandono de los sistemas de cuidados, el freno a la promoción de la competencia económica en los mercados de insumos transversales, la desvinculación entre el sector productivo y los centros académicos... La sombra del elefante se tiende sobre un largo etcétera.

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    El autor es Víctor Gómez Ayala (@Victor_Ayala), director de analítica de datos del IMCO y profesor de macroeconomía del ITAM.