Todos los ejércitos del mundo realizan tareas de espionaje. Unos lo hacen en el marco de leyes claras y otros de forma arbitraria. El Ejército de México espía y lo hace fuera de la ley, aunque el Presidente López Obrador en su mundo ideal fantasea que en su gobierno esto no existe.
En 2019, ya en este gobierno, la Secretaría de la Defensa Nacional, a la cabeza del General Luis Cresencio Sandoval González, compró la licencia de uso del sistema de espionaje Pegasus. La empresa de Israel NSO Group, que lo diseñó, solo vende la licencia de uso a los gobiernos. Ahora la FGR investiga la compra de la licencia por autoridades mexicanas en 2014, pero no por la actual.
Meses atrás periodistas y activistas sociales denunciaron que habían sido víctimas de espionaje ilegal por parte del Ejército. El presidente en esa ocasión negó el hecho, en una evidente mentira. El comandante en jefe está enterado que el Ejército compró ese sistema a una empresa israelí que está en la lista negra del Departamento de Estado de nuestros vecinos del norte.
La revelación de The New York Times, de que el Ejército espiaba a Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos de la Segob, volvió a hacer evidente lo que ella es público y privado.
En marzo pasado Encinas informó al Presidente de los hechos, y éste le ordenó que no dijera nada. El subsecretario, a pesar de la acción en su contra, se sometió. Ahora se sabe que el Ejército también realiza espionaje al interior del gobierno. El Presidente en una mañanera reconoció el hecho, pero negó que fuera el Ejército.
Hay pruebas contundentes de que el Ejército espía a periodistas, líderes sociales y a funcionarios del gobierno como lo hacen también otros ejércitos. El Ejército de López Obrador, al que ha dado múltiples concesiones y tareas, espía a quien quiera y lo hace al margen de la ley.
En principio solo el Presidente podría ordenar al Ejército suspender sus labores de espionaje ilegal, pero está claro que no lo hará. Él está de acuerdo con lo que hace su Ejército aunque en su discurso dice otra cosa, aunque sabe que miente y lo seguirá haciendo.
En su ética de que el fin justifica los medios, su Ejército seguirá actuado como lo hace. Los actuales altos mandos saben que para espiar cuentan con el beneplácito de su comandante en jefe.