El dilema de la Oposición

Ernesto Núñez Albarrán
    @chamanesco / Animal Político / @Pajaropolitico
    Son muchas las voces que, desde abril, urgen a las dirigencias de los partidos a echar a andar su caballada, con la esperanza de que ésta engorde al amparo de las pifias del gobierno y su partido. Pero Cortés, Moreno y Zambrano siguen en lo suyo: garantizar el control de las candidaturas que realmente les interesan: las de los estados y municipios que gobiernan, y los primeros sitios en las listas de plurinominales al Congreso.

    A una semana de que se cumpla el plazo que ellos mismos se dieron para dar a conocer el método de elección de su candidatura presidencial para 2024, los dirigentes de los partidos de Oposición enfrentan un grave dilema: emular a Morena en su violación flagrante a la ley electoral, o seguir perdiendo el tiempo.

    Como ha ocurrido durante todo el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, las dirigencias del PRI, PAN y PRD se mantienen a la zaga de Morena y sus partidos satélite.

    Van 10 pasos atrás, expectantes de lo que ocurre en el oficialismo, ya no digamos en la conformación de un proyecto de país alternativo al lopezobradorismo o la construcción de liderazgos presentables que entusiasmen a alguien fuera de sus filas. Ahora, ni siquiera pudieron definirse antes de Morena en una decisión estratégica: cuándo comenzar su 2024.

    Mientras Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard, Adán Augusto López y Ricardo Monreal comenzaron este lunes sus actividades proselitistas, Marko Cortés, Alejandro Moreno y Jesús Zambrano siguen deshojando la margarita.

    Morena, con el empuje que les da el Presidente desde Palacio Nacional y el ingenio lopezobradorista para burlar las leyes sin violar las leyes, ha ganado una batalla muy relevante la semana pasada al conseguir el aval del Instituto Nacional Electoral a sus precampañas adelantadas.

    Tal vez ni cuenta se dieron, pero las quejas que interpusieron PAN, PRD y MC en contra de la convocatoria de Morena para la selección del “Coordinador de la Defensa de la Transformación” sólo sirvieron para que la Comisión de Quejas del INE diera su aval al proceso.

    El viernes, en la resolución que aprobó por unanimidad la Comisión de Quejas, dos consejeras electorales y un consejero aceptaron que dicho proceso entra dentro de las “actividades partidistas ordinarias” de Morena y, aunque fijaron algunas reglas para acotar su proselitismo (no hacer llamados explícitos al voto, por ejemplo), en realidad terminaron por dar carta blanca a las precandidaturas anticipadas.

    Por eso Mario Delgado sonreía el pasado viernes, y -cosa inédita- celebraba la decisión del INE, pues con ella -aderezada con la cordial y “muy productiva” reunión del martes entre consejeros electorales y López Obrador en la sala de juntas del despacho presidencial- ya logró salirse con la suya: adelantar cinco meses las precampañas respecto a los plazos constitucionales.

    Eso sin contar que, luego de un año y medio de proselitismo adelantado, las llamadas “corcholatas” apenas han sido amonestadas con 11 medidas cautelares que, en los hechos, son llamados a misa para que se porten bien.

    Ése es el contexto en el que las dirigencias del PRI, PAN y PRD siguen hundiéndose en la indefinición.

    El lunes 6 de junio, luego de una dolorosa derrota en el Estado de México, los dirigentes partidistas firmaron un acuerdo para refrendar su alianza de cara a 2024.

    Sin reflexión alguna sobre los resultados de dicha alianza, los dirigentes se apresuraron a defender su “estrategia” que, en los hechos, no es más que la defensa de sus cargos.

    ¿Qué importa si vuelven a perder estrepitosamente en 2024? Para ellos la prioridad es que ninguna corriente interna les dispute la dirigencia antes de la jornada electoral.

    En su conferencia después de Coahuila y Estado de México, además de negar su derrota con argumentos inverosímiles, los dirigentes anunciaron que el 26 de junio aparecerán nuevamente ante la opinión pública para dar a conocer el método y los tiempos de su proceso interno y, después, regresaron a su naufragio de justificaciones, declaraciones alarmistas y ocurrencias.

    Marko Cortés deslizó la idea de poner una cuota de un millón de firmas para inscribirse al proceso interno, cuando es probable que ni entre los tres partidos juntos puedan acreditar actualmente tener esa cantidad de militantes afiliados.

    En su extravío, al PAN, PRI y PRD les surgen aspirantes como hongos: Santiago Creel, Lilly Téllez, Damián Zepeda y ahora hasta Xóchitl Gálvez, en el PAN. Beatriz Paredes, Claudia Ruiz Massieu, Enrique de la Madrid, Ildefonso Guajardo, José Ángel Gurría, Alejandro Murat, Alejandro Moreno y ahora hasta Ulises Ruiz, en las filas del PRI. Miguel Ángel Mancera y Silvano Aureoles, en el PRD.

    Catorce suspirantes a los que hay que sumar los sin partido, que también comienzan a multiplicarse: Demetrio Sodi, Gustavo de Hoyos, el Senador Germán Martínez y ahora hasta el ex dirigente de Frena, Gilberto Lozano.

    Lo más dramático para la Oposición es que, a menos de un año de las elecciones, ninguno de esos personajes luce competitivo frente a cualquiera de los cuatro aspirantes serios del oficialismo.

    La sociedad civil se desespera

    Son muchas las voces que, desde abril, urgen a las dirigencias de los partidos a echar a andar su caballada, con la esperanza de que ésta engorde al amparo de las pifias del gobierno y su partido.

    Pero Cortés, Moreno y Zambrano siguen en lo suyo: garantizar el control de las candidaturas que realmente les interesan: las de los estados y municipios que gobiernan, y los primeros sitios en las listas de plurinominales al Congreso.

    Por eso, desde lo más radical del antilopezobradorismo comienza a cuestionarse la cerrazón de estos dirigentes a atender las propuestas de la llamada sociedad civil.

    Mientras los dirigentes barajan en sigilo propuestas que dé tiempos y reglas que les permitan mantener el control, desde el Frente Cívico y otras organizaciones promotoras de las exitosas marchas en contra de la reforma electoral ya se está trabajando en una propuesta alterna.

    Unidos, Frente Cívico y otros creadores del lema #ElINENoSeToca han convocado al ex presidente del IFE, Leonardo Valdés, y 10 expertos más, para crear un Consejo Electoral Ciudadano que funja de árbitro en sus “precampañas ciudadanas”.

    Han diseñado un proceso que incluye debates, pasarelas y encuestas, con el doble propósito de placear a sus prospectos y elegir de entre ellos a quien se vea más competitivo.

    Y, finalmente, han pedido que los partidos acepten poner a competir a sus militantes con perfiles emanados de la sociedad civil, no sólo en la candidatura presidencial, sino en las múltiples candidaturas a cargos locales.

    La respuesta de las dirigencias nacionales ha sido, por decir lo menos, tibia. Y, por ello, ya surgen voces que hablan de un rompimiento entre las cúpulas de los partidos y las organizaciones ciudadanas.

    “La Alianza Va Por México no está mandando señales de que piensa en favor del País sino de las millonarias prerrogativas que la ley electoral les otorga a los partidos. Muchos de sus líderes, incluso desde comienzos del año, se repartieron plurinominales para el Poder Legislativo y, aunque parezca increíble, candidaturas al Gobierno de la CDMX. Las cúpulas han roto la comunicación con la sociedad civil, con excepción del PRD, que se ha planteado ese nexo como sustancial para acompañar al proceso de selección de candidatos”, denunció Marco Levario el pasado 15 de junio.

    Bajo la presión de estos grupos, Marko Cortés, Alito Moreno y Jesús Zambrano están terminando de afinar su método y su calendario que, muy probablemente, se empalme con el que ya echó a andar Morena.

    Hay quienes proponen desde las filas de la Oposición que su candidatura se defina el último domingo de agosto, justo la fecha en la que concluyen los recorridos nacionales de los aspirantes morenistas.

    Otros proponen llevar las precampañas hasta noviembre y ajustarse así a los tiempos legales, pero para entonces su amplio ramillete de aspirantes se habrá marchitado.

    No es menor el dilema que enfrenta la Oposición. De su respuesta, en este momento crucial, dependerá que puedan contrarrestar una narrativa que, poco a poco, ha logrado imponer el oficialismo: la idea de que la Presidencia de la República se definirá en septiembre, con la encuesta de Morena, y no en junio de 2024, con el proceso electoral.

    Como nunca, la Oposición se juega su futuro en esta semana. Si sus dirigentes se vuelven a equivocar, mirándose al ombligo, no sólo habrán entregado la Presidencia con un año de anticipación, sino que nos habrán condenado a presenciar las elecciones más aburridas de los últimos 48 años.

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!