El dilema de la narrativa histórica

EL OCTAVO DÍA
    Quizá nunca sabremos cómo fue realmente el pasado. Pero con autores como Dumas podremos atisbarlo. Sabía darle el soplo vital a los hechos y volverlos obras maestras inolvidables.

    Contradicciones y contraindicaciones: uno ve en el cine a las películas de la antigua Troya filmadas en un desierto, pero en la región de Turquía donde estuvo Ilión, la Troya histórica, suele nevar durante el invierno.

    A nadie se le ocurriría recrear al gran Aquiles Pies Ligeros, envuelto en una capa de piel de oso dando órdenes, pero esa sería una imagen posible.

    Los grabados de Gustave Doré nos ponen al rey David en grandes palacios neoclásicos y los arqueólogos israelíes no han encontrado nada de eso; todo apunta a que su palacio pudo haber sido una suntuosa tienda al centro de varias aldeas que, en la Biblia, suelen llamarse pomposamente ciudades.

    Los analistas del Antiguo Testamento coinciden que muchas cifras de guerreros y ejércitos han sido exageradas por sus editores del pasado, deseosos de acrecentar el pasado de Israel anterior al judaísmo rabínico.

    Aunque esas licencias son desmesuradas, no invalidan el resto de los hechos. Se han descubierto los muros de Jericó, más no las trompetas que los derribaron.

    ¿Cuál es el criterio que debe seguir el artista de ficción cuando aborda un tema histórico? John Ford decía que entre la realidad y la leyenda, el cine debe elegir la leyenda.

    Volver creíble y palpable aquello que en los libros de historia aguarda y que solo es palpitable, a veces, en la tradición oral: que hable la historia y lo que le rodea y ondea.

    En la narración literaria hay que tener más precauciones de no caer en anacronismos o errores garrafales que en la simple ficción literaria.

    Hay gente que cree que las bicicletas fueron muy usadas durante todo el Siglo 19, pero sus características llantas de caucho son de los últimos 20 años de dicho siglo y hasta sembraron la lucha por la igualdad del hombre y la mujer, ya que las mujeres las usaban con gran libertad. Hace poco leí una novela que pone a soldados franceses de la Intervención pedaleando con chicas mazatlecas y eso es imposible en 1864.

    También le pasa esto a los grandes. García Márquez había puesto a Simón Bolívar comiendo mangos... años antes de que dicha fruta llegara a Sudamérica proveniente de la India.

    Vargas Llosa, en un libro que casi nadie cita que se llama “Historia de Mayta” afirma que el escritor debe mentir con conocimiento de causa. Hay que hurgar y encontrar en el pasado, en documentos o en conversaciones, la información básica que nos revele la cotidianidad y el asombro del ayer.

    De ahí la advertencia que Valéry colocaba en el frasco de este líquido peligroso: “La historia es el producto más peligroso que haya elaborado la química del intelecto humano. Sus propiedades son muy conocidas. Hace soñar, emborracha a los pueblos, engendra en ellos falsos recuerdos, exagera sus reflejos, mantiene sus viejas heridas, los atormenta en el reposo, los conduce al delirio de grandezas o al de persecuciones, y vuelve a las naciones amargas, soberbias, insoportables y vanas”.

    Yo creo que hay que buscar la verdad y afianzarse en el dato revelador. Tener sentido común por encima de todos.

    Leyendo sobre Alejandro Dumas reparé en un detalle que no había percibido en mi primera lectura de Los tres mosqueteros: Athos, Porthos y Aramis tienen aproximadamente 19 años. Y por eso hacen tantas tonterías y balandronadas, como irse a comer a un bastión durante el sitio de la Rochelle.

    Al leer el libro uno de los imagina más viejos porque son gente de capa y espada, que usan largos bigotes, tiene cada uno su criado y casa propia, ademas de que ya llevan hasta dos guerras en su haber.

    Para el imaginario social de la época, dieciocho años era todavía ser joven, pero ya a punto de entrar a la meticulosa adultez. Parece ser que los verdaderos Romeo y Julieta tenían 14 años; la vida era muy corta y era necesario tener hijos de inmediato. El Más Allá estaba abarrotado de gente inmadura.

    Existe el caso contrario. Auden propone que Hamlet tiene 40 años y por eso está tan atormentado; lleva demasiado tiempo esperando ser rey para que se lo gane un intruso, vía el matrimonio con su madre viuda... Ahora entiendo las ideas que han de pasar por la mente el ex príncipe Carlos cuando se pasea solitario por las noches en el palacio de Windsor.

    Alejandro Dumas cuenta los eventos que en 250 años le dieron forma a Francia. No tenía la intención de custodiar los hechos, pero le enseñó más historia a Francia que todos los historiadores.

    Como él decía, si violé la historia, al menos le hice hijos bellos. Notable comentario a quien se decía que tuvo más de 50 hijos naturales y uno de ellos con la vecina de una de sus amantes fijas.

    Quizá nunca sabremos cómo fue realmente el pasado. Pero con autores como Dumas podremos atisbarlo. Sabía darle el soplo vital a los hechos y volverlos obras maestras inolvidables.

    -

    domicilioconocido@icloud.com

    Periodismo ético, profesional y útil para ti.

    Suscríbete y ayudanos a seguir
    formando ciudadanos.


    Suscríbete
    Regístrate para leer nuestro artículo
    Esto nos ayuda a identificarte mejor al poder ofrecerte información y servicios justo a tus necesidades al recibir ayuda de nuestros anunciantes.


    ¡Regístrate gratis!