Como era advertible, el Rector Madueña Molina se ha mantenido al margen de cualquier comentario desfavorable en relación con el PAS y con su líder. Héctor Melesio Cuén Ojeda. Esta postura se explica con la versión de que actualmente para alcanzar la Rectoría o cualquier mando administrativo o académico de primer nivel se tiene que militar en el Partido Sinaloense.

    El ámbito estatal registra actualmente lo que pudiera identificarse como la crónica de un proceso anunciado. Esta referencia es al debate que apunta tomar curso en relación con la autonomía de la Universidad Autónoma de Sinaloa, y que podría resultar en un conflicto de imprevisible magnitud y permanencia.

    Desde antes de las elecciones que lo llevaron a la Gubernatura el doctor Rubén Rocha Moya dejó constancia de su propósito en el sentido de liberar a la UAS de los intereses que fueran ajenos a la lucha por la excelencia académica. Esto, desde luego, enfocaba la presencia del Partido Sinaloense, y la influencia que percibía por parte de Héctor Melesio Cuén Ojeda en la vida universitaria.

    Ahora el caso está en manos del Congreso del Estado que al parecer será la instancia viable para disponer la práctica de una auditoría exhaustiva al interior de la UAS. Por su parte el diputado Feliciano Castro Meléndrez, presidente de la Junta de Coordinación Política de dicho Congreso, ha tomado el caso con evidente afán, y así lo manifiestan sus declaraciones en las que involucra al actual Rector Jesús Madueña Molina.

    Como era advertible, el Rector Madueña Molina se ha mantenido al margen de cualquier comentario desfavorable en relación con el PAS y con su líder. Héctor Melesio Cuén Ojeda. Esta postura se explica con la versión de que actualmente para alcanzar la Rectoría o cualquier mando administrativo o académico de primer nivel se tiene que militar en el Partido Sinaloense.

    Cuén Ojeda tiene detractores al interior de la UAS, pero es numeroso el sector privilegiado por el pasismo y eso presagia una posible prolongación del conflicto latente, por lo que el tema debe ser manejado con suma inteligencia y espíritu conciliador por parte de los ejecutores y de los afectados. La verdad es que una resolución de tal altura no se percibe fácil, pero puede haberla.

    En el ámbito federal, el encarcelamiento del ex Procurador Jesús Murillo Karam pudiera aparecer como un recurso distractor para disipar los espacios mediáticos que captaba mayormente la difusión del incontrolado incremento de la violencia y la cada vez más ensoberbecida presencia del crimen organizado.

    Sin embargo, los términos de un primer informe de Alejandro Encinas, Subsecretario de Gobernación para los Derechos Humanos, abren un espacio a la esperanza de que esta vez la investigación para revelar la realidad en torno al crimen genocida de Ayotzinapa se fundamentará en datos fidedignos, a diferencia de las versiones nunca convincentes que presentó la llamada “verdad histórica” de Murillo Karam.

    Esa “verdad histórica” desechó que aquella infame masacre hubiera sido un “crimen de Estado”, y encubrió a toda costa esa versión, pero las nuevas investigaciones confluyen a confirmar la presencia de esa figura y esa participación criminal. Pese a todo, Murillo Karam ha insistido en que su encarcelamiento obedece a una acción definitivamente política y no a un acto de justicia. Sin embargo, se fortalece la percepción de que esta vez los resultados que están aflorando acabarán por desenmascarar la verdad auténtica, que han demandado y por la que han luchado durante ocho años los padres de los 43.

    En un espacio sin mayor despliegue se informa que, a través de la Dirección de Salud Municipal, las autoridades locales han puesto en marcha un centro de servicios gratuitos enfocados a la prevención y atención de la salud mental. Aun cuando no es la primera acción que en ese sentido se implementa en Culiacán, resulta alentadora esta muestra de preocupación por atender un problema de salud pública que generalmente se manifiesta cuando la afección ha crecido al grado de propiciar males mayores.

    Quedan constancias de que, a partir de la inhibición del paciente para someterse a un tratamiento, son muchas las barreras que en la actualidad dificultan el acceso a la terapia indicada, la cual se torna inaplazable para descartar al suicidio como extremo desenlace.