El costo de los acuerdos con Trump:
crimen organizado vs. movilidad humana

    El objetivo de Trump no es el diálogo ni la cooperación, sino la imposición de sus intereses sobre sus ‘socios’. En este panorama, quienes terminan pagando los platos rotos son los migrantes y la movilidad humana.

    Los recientes acuerdos entre los jefes de gobierno de los países de Norteamérica han estado marcados por la imposición de Donald Trump de un arancel del 25 por ciento a México, una estrategia que refuerza su estilo de negociación basado en la amenaza y la presión para obtener ventajas.

    Su objetivo no es el diálogo ni la cooperación, sino la imposición de sus intereses sobre sus “socios”. En este panorama, quienes terminan pagando los platos rotos son los migrantes y la movilidad humana.

    En Estados Unidos, los inmigrantes son tratados como delincuentes, mientras que en su paso por México enfrentan extorsiones de algunos funcionarios públicos y el crimen organizado, convirtiéndose en víctimas de un sistema que no los protege.

    Uno de los compromisos adquiridos por México en estos acuerdos es el despliegue de 10 mil elementos de la Guardia Nacional en la frontera norte, bajo el argumento de frenar el tráfico de drogas, especialmente de fentanilo. Sin embargo, en la práctica, esta militarización no sólo no resuelve el problema del narcotráfico, sino que golpea aún más a los migrantes, quienes ya enfrentaban una frontera sur altamente vigilada y ahora encontrarán mayores obstáculos en el norte.

    México se está convirtiendo, de facto, en el muro de contención de los migrantes, profundizando aún más la crisis humanitaria. Estas medidas reflejan la continuidad de la visión xenófoba y deshumanizante de Trump, donde los migrantes no son vistos como personas con derechos, sino como una amenaza que debe ser contenida a toda costa.

    Ante esta situación, defender la movilidad humana y los derechos de los migrantes se convierte en un desafío moral y político.

    Si aceptamos la lógica de Trump de sometimiento y exclusión, en lugar de construir acuerdos basados en la cooperación y la corresponsabilidad, estaremos perpetuando una narrativa que desvía la atención del verdadero problema: el crimen organizado.

    El cáncer de la violencia ligada a los cárteles sigue extendiéndose por el País, con estados como Sinaloa, Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Guerrero, Tabasco y Chiapas sumidos en una espiral de inseguridad y terror. Ese es el verdadero problema nacional, no la movilidad humana.

    Si realmente queremos atender los desafíos de Norteamérica, debemos priorizar el combate al crimen organizado como un asunto de urgencia nacional y no seguir usando a los migrantes como moneda de cambio en negociaciones que ignoran las verdaderas raíces de la crisis.

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    El autor es director de Iniciativa Ciudadana para la Promoción del Diálogo A.C.

    @iniciativa_pcd

    Animal Político / @Pajaropolitico