El buen periodismo

No es casualidad que después de escribir sobre La Verdad, escriba sobre el Buen Periodismo. Así inicié el artículo anterior, y es por ello que solicité me permitieran una semana más para desarrollar mis ideas.

Estar cerca de un medio como Noroeste me ha permitido conocer más de cerca las complejidades de hacer buen periodismo. Las características que tiene “La Verdad” para que esta sea, no están lejos de aquello que Javier Darío Restrepo llamaba buen periodismo. En principio, la verdad es el máximo valor del periodismo y es allí dónde radica el ejercicio del buen periodista.

Para explicarlo, me permitiré retomar algunas ideas del que fuera el decano de la ética periodística en Colombia y la América Latina.

El periodista no busca el poder sino el servicio, y es así como descubre su vocación: por el entusiasmo y pasión con que se sirve al público con información de calidad. El siguiente valor fundamental del periodismo es el servicio. El periodismo es un servicio al otro.

Estamos acostumbrados a consumir información a una velocidad estrepitosa, nunca (por lo menos la inmensa mayoría) la cantidad de datos e información que consumiríamos a la velocidad que la consumimos. Al mismo tiempo, la cantidad de información que no está verificada y responde a intereses políticos, económicos o de ocio, es en mayor medida la que es consumida con la velocidad con la que se genera, lo que paradójicamente significa que aunque tenemos mucha más información, estamos también profundamente más desinformados.

Y ahí radica la importancia de este servicio, este servicio se da cuando el trabajo del periodista es verificar la información y entregarla, es obligación del periodista hacer cuanto esté a su alcance para obtener una visión exacta de los hechos. En esto consiste su compromiso con la verdad. El periodismo sirve informando. La información es la expresión específica del servicio que presta el periodismo.

La verdad del periodista debe ser completa. No responde solamente a lo que sucede. También debe explorar el por qué, el para qué, el dónde, el quién, el cómo de los hechos. Para ello, el periodismo debe considerar a todas sus partes, las versiones y las posiciones. Aquí se vuelve fundamental para nuestras democracias, si bien, el periodismo está lejos de ser el faro, el buen periodismo es un ejercicio valioso para entender la pluralidad y la expresión de esta pluralidad sin negar ninguna de sus partes. Pero sobretodo, en defensa de lo que es público, el periodista informa para todos, porque su tema es lo público y su actitud es la defensa y el fortalecimiento de lo público. El periodismo es, por su naturaleza, universal y abierto a toda la sociedad. Está hecho para proporcionar a todos una información útil y creíble.

La máxima lealtad del periodista se debe al ciudadano. Cuando el gobierno, la empresa periodística o los anunciantes pretenden el primer lugar, usurpan un puesto que no es el suyo. ¿El ciudadano es leal al periodismo de vuelta? ¿Nos preocupamos por cuidar el buen periodismo? Y aquí para mí viene un tema fundamental en el periodismo, ¿cómo lo financiamos? La financiación de los medios todo el tiempo amenazan su independencia y al mismo tiempo esta financiación los sujeta para mantenerse haciendo el trabajo que permita el buen periodismo. Ante esta disyuntiva, ¿qué pueden hacer los medios? Atenerse a sobrevivir por sus lectores, y a sus anunciantes, a entender el rol del buen periodismo en una sociedad compleja y de la que se espera sea democrática.

Es cierto que muchas veces nos sentimos ajenos a las agendas periodísticas, son tantos los temas que afecta la contemporaneidad que sostener una agenda, plural, democrática e independiente es realmente complejo, sin embargo, ahí está la aspiración de medios como este. Cuando los problemas sociales se radicalizan, inmediatamente todos buscan en el medio información que permita tener una visión equilibrada de lo que está ocurriendo, cuando los sistemas electorales o gubernamentales se pintan de un color totalitario, inmediatamente esperan que el periodismo reaccione como bastión y responda con información para responder a los poderes, y cuando el oficialismo destruye instituciones, vemos con urgencia la necesidad de que alguien amplifiqué la voz de los desesperados, sin embargo, en el entre tanto, nunca nos ocupamos de construir (financiar) los medios que serían los necesarios, los esperados.

Con tristeza veo cuanto se aleja la verdad de nuestras manos, y si bien, ni este medio ni ningún otro son remotamente perfectos, sí es necesario sostenerlos como bastiones de la defensa de la verdad, con sus procesos y protocolos de buen periodismo, comprometidos con los más altos valores de verdad y servicio.

Ojalá el periodismo encuentre en sus ciudadanos el apoyo que necesita para subsistir, y que el ciudadano encuentre en el periodismo, ese sistema leal a él y a la verdad.

Para ser periodista se necesitan una curiosidad inextinguible, una pasión viva para conocer la verdad, para hacer triunfar la justicia y para servir a la sociedad. Hoy el periodista no es solo los ojos y oídos de la sociedad. Es su entendimiento, pues estimula la inteligencia y la voluntad de los receptores.

El buen periodista es, ante todo, buena persona.

Gracias por leer hasta aquí, nos leemos pronto.

Es cuánto.

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@isaacarangureconacentoenlae