A Édgar González Zataráin lo conocí siendo alumno de la carrera de Economía en la entonces Escuela de Ciencias Sociales de la UAS, había llegado a la institución desde Cacalotán en el municipio de El Rosario y es hijo de un profesor de primaria que en su infancia había convivido en la misma casa con Juan Millán, ya que la madre de este fue también maestra rural y vivió con ellos, en compañía de su hijo, que llegó a ser Diputado, Senador y Gobernador del Estado.
Édgar al llegar a la escuela se convierte con otros en activista en luchas universitarias de los años 90, cuestionaron entre otras la reforma universitaria de Rubén Rocha, que quitó el voto universal en la elección de las autoridades universitarias y trajo el voto ponderado, la lucha por tarifas especiales del transporte urbano para estudiantes y la solidaridad con el alzamiento zapatista.
Cuando terminó la carrera de Economía se incorporó al gobierno de Millán Lizárraga, quien ha sido su tutor político y por ende un caso de estudio de la circulación de las élites, y después se incorporó a trabajar en DGEP de la UAS, durante la gestión de Héctor Melesio Cuén Ojeda, para de ahí, a vuelta de los años buscar en dos ocasiones la candidatura por el PRD en su natal El Rosario y a la segunda, la alcanzó, convirtiéndose orgullosamente en Alcalde donde tuvo una gestión sin sobresaltos siendo un municipio pobre.
Más tarde, buscó la candidatura a la diputación local por el distrito 14 -que abarca El Rosario y Escuinapa- y se convirtió en diputado en la LXII legislatura donde, entre otras banderas, apoyó las iniciativas de reforma universitaria que habían llevado miembros de la comunidad, entre ellos sus amigos de lucha en la UAS: Salomón Ledezma, Francisco Morales, Gabriela Armenta, Manuel Beltrán y, finalmente, convertirse en el Secretario del Gobierno municipal de Mazatlán durante la segunda gestión del hoy Alcalde defenestrado.
Hasta aquí la semblanza que muestra a un político con un padrinazgo político sólido y hábil para escalar posiciones de poder llegando a chocar con intereses; ahora vayamos a lo que viene como Alcalde sustituto.
Primero, asume el cargo gracias a que el Congreso del Estado se está convirtiendo en un gran elector de alcaldes en desgracia y en medio de un escándalo de presunta corrupción que involucra a su jefe hasta principios de esta semana y tiene expedientes abiertos en la ASE, ASF, FGE y el Congreso del Estado.
Segundo, su designación como Alcalde sustituto, al parecer fue resultado de un gran acuerdo que va desde el Gobernador hasta el mismo “Químico” Benítez pasando por Héctor Melesio Cuén y los grupos e individualidades del Congreso del Estado y el Cabildo con lo que se busca quitarle tensión a la caldera municipal; y,
Tercero, por lo anterior, es altamente probable que haya una “administración plural”, de cuotas de poder, que Édgar deberá tener que administrar para que lo acordado arriba no se descomponga abajo, sobre todo, la cuota, que habrá de tocar al grupo de “El Químico”, por ejemplo, el titular del Instituto Cultura ante el rumor de que saldría pegó un grito en el cielo.
Sin embargo, lo más importante es la sociedad mazatleca que está molesta por el desparpajo y presunta corrupción que existió durante las gestiones de “El Químico” Benítez. Está molesta por el estado en que se encuentra la ciudad y la frivolidad que caracterizó a “El Químico” Benítez. La rechifla que recibió recientemente en la inauguración de la temporada de beisbol en Mazatlán es la más patente manifestación de repudio que haya tenido un Alcalde del puerto.
No se diga las manifestaciones en contra que se multiplican como hongos en las redes sociales y que no ha podido contrarrestar ni un centímetro las granjas de bots y reconocimientos comprados a empresas ad hoc y figuras de gran relevancia como la Nobel Rigoberta Menchú.
Peor, las demandas que tiene en la Fiscalía por presuntos actos de corrupción y los resultados de la ASE que han sido entregados al Congreso del Estado para que entre al fondo en el manejo de las cuentas públicas incluso, se han mencionado, los pendientes millonarios que tiene con la ASF.
Édgar no puede ser simple testigo de estas investigaciones, sino que debe ser el primer interesado en buscar resarcir los daños que se han cometido contra las finanzas municipales y si le falsificaron la firma en el caso de las luminarias poner las denuncias correspondientes.
En caso de no hacerlo empezará por convertirse en un legado del propio “Químico” Benítez y se interpretará como tapadera de los presuntos delitos que cometió y con los que el día de la toma de posesión de la Secretaría de Turismo se fue a festejar en el Centro Histórico, lo que muchos interpretaron como una burla al Gobernador y de paso, al Alcalde sustituto.
Y en esa lógica, el estilo de gobernar de Édgar González debería ser de contraste con el de su antecesor y muy pronto debe dar muestras de ello, para empezar, acompañar a los organismos de la sociedad civil que han interpuesto ante las instancias competentes y apurar a que haya consecuencias legales.
Es mucho el dinero público que malgastaron estos personajes y cometería un grave error político buscar salvarlo, y es que una actitud de ese tipo terminaría por afectar su propia carrera política y una eventual candidatura en el 2024.
Édgar ya lo hizo, y muy bien, cuando los hermanos Arellano Hernández, los empresarios del grupo Arhe, buscaban una nueva tajada multimillonaria de las finanzas municipales y como Secretario del Ayuntamiento les salió al paso para denunciar el abuso y la prepotencia de quienes llegaron prácticamente a cogobernar el municipio mientras ganaban juicios contra las arcas municipales.
Aquellos, en respuesta, molestos, pidieron al Alcalde Benítez que separara a Édgar del cargo y, quizá, pasó por su cabeza hacerlo, pero la intervención del Gobernador fue decisiva cuando en un acto público le dijera al Alcalde: “Te encargo a Édgar”.
Esa manifestación de coraje contra los excesos de este grupo empresarial es su capital político y debería ser la línea de conducta en la defensa de los bienes municipales.
Es lo que espera una sociedad agraviada y cualquier acto o manifestación a favor de esos intereses u otros, podría reducir el valor de este bono político, que el gran elector pone en sus manos y que deberá aumentar por el bien de su carrera política.
Y entrado en recomendaciones, no olvidar que “El Químico” Benítez, aquel hombre bonachón de la Fonda del Chalío, cambió en el momento en que apareció la lisonja y el codeo con un sector de la élite económica, los nuevos ricos, que le dio lo que siempre había deseado, minucias, y se olvidó de los principios de la 4T y perdió amigos para rodearse de aduladores que le sacudían la ropa y le ponían un trago en la mano y eso, muy pronto, se lo pudieran estar ofreciendo a Édgar, por lo que debe aprender de esa experiencia.
Además, es muy importante desmontar la parafernalia asociada a la figura de “El Químico”, teniendo un mayor contacto con la gente y sus problemas, cambiando a funcionarios que eran parte de la opacidad y el dispendio del dinero público. Incluso, vender la camioneta del Alcalde, que es el monumento a la ofensa cometida contra la inteligencia de los mazatlecos.
En definitiva, Édgar tiene una oportunidad mayúscula de hacer buen gobierno, le obliga hacer mucha política y dar resultados, mediante una buena gestión y políticas públicas destinadas a mejorar la vida de los mazatlecos, que después del trienio de la locura de Rodríguez Pasos no se había vivido este ambiente de malestar, y la solución, coyunturalmente, está en manos de aquel joven que llegó de su pueblo a estudiar a la Escuela de Ciencias Sociales.
¡Enhorabuena!