Gracias al Presidente Felipe Calderón, creador del Buen Fin y los fines de semana largos, conmemoraremos mañana con varios días de anticipación a la figura del Benemérito de las Américas en una jornada de asueto laboral y escolar.
Pétrea e imperturbable, nacida del mismo barro que forma a los héroes o las grandes formaciones geológicas que el viento no sacude, la figura de don Benito Juárez García sigue enhiesta, a más 200 años de su nacimiento y con un legado aún perviviente.
No se trata sólo de ceremonias cívicas, sino que también nuestros políticos hagan propios los valores que le han dado reconocimiento histórico e internacional: su honestidad, apego a la ley y valor para defender la patria.
Su figura también es polémica, así como los dudosos homenajes que le han hecho algunos peculiares mexicanos. El más terrible fue el de esas inmensas cabezas que, a lo largo de todo el País, se han reproducido en marmóreos bloques de cemento que, aparte de su mal gusto, han sido un paraíso para el grafiti y la falta de respeto.
Ya sabemos que ese género se llama brutalista. La más extraña y gigante de todas la hizo un genio llamado David Alfaro Siqueiros. Por ahí cerquitas, hasta hay un municipio que se llama de esa manera: Cabeza de Juárez.
Cuenta la leyenda que la cabeza de Hidalgo que está en la colonia Juárez, en Mazatlán, en realidad iba a ser de don Benito, pero que hubo un error y se dejó así como estaba. Parece ser que la testa de Juárez fue a dar a Los Mochis vía ferrocarril, donde señorea al centro de un camellón. La gente de allá dice en broma que originalmente era una escultura gigante que fue sepultada para que fuese posible verle la cara.
Además de la simpática colonia que lleva su nombre, don Benito da en Mazatlán nombre a una avenida principal que hace esquina con Ángel Flores, calle que antiguamente llevaba por nombre Guelatao, como su lugar de nacimiento.
Detalle jacobino, durante largo tiempo existió un busto de don Benito en una columna ahí cerca, en el centro de la Plazuela República, dándole la espalda a la Catedral de Mazatlán. Hoy ahí se erige un kiosko y el busto migró al vecino Ayuntamiento, donde estuvo al centro del patio de Palacio Municipal.
No es coincidencia que el máximo edificio sacro esté en la esquina de Juárez y 21 de marzo, del mismo que la Catedral de Culiacán está en la avenida Álvaro Obregón, otro iracundo rival de la intervencion política de la Iglesia católica mexicana de su tiempo. Los revolucionarios triunfantes, al llegar al poder, se dieron el lujo de asestarle esos nombres a las calles donde se ubicaban ambas iglesias en Sinaloa. (Los Mochis no tiene Catedral, pero una de sus iglesias más emblemáticas está en la avenida Álvaro Obregón, frente a la Plazuela 27 de Septiembre).
En su momento, don Benito fue admirado por gente de todo el mundo que se sorprendió por su entereza al defender a su país de una potencia extranjero. Si me permiten una comparación, quizá para algunos desafortunada, Juárez fue visto con el mismo impacto que hoy muchos jóvenes ven en el comandante Ernesto Guevara.
Y su papel en la fundación de una identidad nacional, atravesada por una división, es similar a la de su contemporáneo Abraham Lincoln. (Reconozcamos que no fue un éxito total esto último porque las heridas de este proceso que incluyó acciones militares y legistas duraron largos años latentes).
Para los europeos liberales, haber visto a un indígena derrotar a una potencia y mandar fusilar a un príncipe, era algo inaudito que les recordaba que ellos también podrían hacerlo. Ningún noble había sido ejecutado en el mundo después de la Revolución Francesa.
El padre de Benito Mussolini, que era un socialista liberal, puso ese nombre a su hijo debido a su admiración a Juárez. Para los italianos, el nombre suena raro, porque el correcto hubiese sido Benedetto.
La obra “Juárez y Maximiliano”, del austriaco Frank Werfel, es un gran tributo teatral a nuestro estadista. Juárez nunca aparece físicamente en escena, pero domina toda la trama y llena de dudas al estado mayor de Napoleón III.
Pero para dramas, yo me quedo con nuestro José Carlos Ruiz, que interpretó magistralmente al Benemérito en la telenovela “El carruaje”. Me emocionaba verlo con su voz de trueno, hablándole a Guillermo Prieto en medio del desierto y de la nada, diciéndole que no iba a abandonar el país, a pesar de la orden de Maximiliano de fusilar de inmediato a todos los rebeldes. Narciso Busquets y Andrés García eran sus leales generales sin tropa.
Ese fue el motivo por el cual no le fue posible perdonar al Príncipe austriaco, a pesar de la carta de Víctor Hugo y el lloroso arrodillamiento de la Princesa Salm Salm: todos los días, era ejecutado un patriota en la calle de Plateros, a la vuelta de donde hoy está la Torre Latinoamericana y Moctezuma tuvo su casa de fieras.
Juárez nos dio una Constitución moderna y justa. Muchos países del mundo, incluyendo a varios europeos, tardaron bastantes décadas en alcanzar leyes parecidas a las nuestras. Que nadie venga y no las quite. Juárez vigila, firme como una roca.