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@rodolfodiazf
En las casas antiguas era muy común conservar en baúles los recuerdos dignos de conservarse: trajes, vestidos, cartas, papeles y objetos diversos. Estos baúles se disponían en desvanes, clósets o roperos para echarse un clavado de vez en cuando en ellos.
Los niños, sobre todo, son quienes más se asombran ante todos los “tesoros” que encuentran, como si fueran antiguos corsarios que abren ambiciosos el anhelado cofre de las joyas y dinero.
Sin embargo, también los adultos se deleitan al reconocer documentos, utensilios y objetos que despiertan inveterados recuerdos que yacían dormidos en las cenizas del tiempo.
Susanna Tamaro, famosa autora de diversas novelas y éxitos editoriales, como “Donde el corazón te lleve” y “Respóndeme”, escribió otro libro titulado “Más fuego, más viento”, en el que imaginó que en la memoria de cada familia se encontrara también un baúl en el que se conservan valores y sentimientos que ya no están de moda.
Esta obra es un diálogo epistolar que se realiza durante un año con una amiga imaginaria, abordando temas cruciales para descubrir el sentido de la propia existencia y sobre valores –en ocasiones relegados- como son el amor, amistad, religión, respeto.
Tamaro indicó que los niños brincarían alborozados alrededor del polvoriento baúl gritando maravillados: “Mamá, ¿qué es esto tan bonito?”. “Y esto, ¿para qué sirve, papá?”
Añadió que posiblemente los padres tuvieran que hacer memoria: “Déjame ver… Ah, sí, es el sentido del honor”. “¡Mira, aquí está el esfuerzo, el sacrificio..! Los bisabuelos los usaban siempre…”. “¡Y allí, en el fondo mira, la vergüenza!”. “¿Qué es?”. “Es lo que hace que nos pongamos colorados”. “¿Por el calor?”. “No, porque se ha hecho algo que no está bien, algo opuesto a la conciencia”. “¿Y qué es la conciencia?”.
¿Olvido estos valores?