El arte, la violencia y la guerra

    Diversos movimientos artísticos han documentado la barbarie de la guerra. La historia del arte nos ofrece un repaso por momentos difíciles y dolorosos para la humanidad. El arte nos regala la posibilidad de reflexión crítica en donde la realidad, por más cruda que sea, se ha llevado a las artes plásticas y escénicas como manifestación de los hechos vigentes en un periodo de tiempo determinado.

    Diversos movimientos artísticos han documentado la barbarie de la guerra. La historia del arte nos ofrece un repaso por momentos difíciles y dolorosos para la humanidad. El arte nos regala la posibilidad de reflexión crítica en donde la realidad, por más cruda que sea, se ha llevado a las artes plásticas y escénicas como manifestación de los hechos vigentes en un periodo de tiempo determinado.

    Para el filósofo alemán M. Heidegger el arte es un lenguaje que expresa realidades físicas y espirituales del pensamiento y el sentimiento. Es pues, una necesidad inherente al ser humano, nace en la racionalidad y se expresa de múltiples formas. Menospreciar las expresiones artísticas por la crudeza de su naturaleza, es limitarse a ver en las obras solo lo bello, lo verdadero y lo bueno como lo definieron los griegos de la antigüedad. En el arte como en la vida, está presente la muerte, la barbarie, la injusticia y la inmundicia. Como crítica, como catarsis o como repudio e incluso como reivindicación.

    En el arte antiguo podemos ubicar expresiones como las de los egipcios, babilonios y fenicios, primeros esbozos de las civilizaciones más antiguas en donde se han encontrado vestigios de pinturas plasmadas en papiros en donde se expresan, por ejemplo, relatos de conquistas y masacres como la de la batalla de Kadesh 1299 A.C. Entre tantos otros, “El mosaico de Issos” del año 333 A.C recrea la feroz batalla entre las tropas macedonias de Alejandro Magno y las persas de Darío III, dando detalle de la derrota persa que fue, al final del tiempo, el punto crítico de la caída del imperio.

    En el arte románico clásico están detallados pasajes militares en “La tumba de los Fabios” tres siglos antes del nacimiento de Cristo. Ya en la época paleocristiana del Siglo 2 y bizantina del Siglo 6 podemos encontrar frescos de “La crucifixión de Cristo” y “La lamentación”, pintada por Nerezi en Macedonia en 1164. En el periodo barroco también existen pinturas tan crudas como la decapitación de San Juan Bautista, de Caravaggio, en 1608 o la sangrienta obra de “Judit y Holorfenes”, de Artemisa Gentileschi, en 1613.

    En el periodo neoclásico, en plena era de la reivindicación del arte grecorromano del Siglo 19, la obra de Jaques-Luis David expone “La muerte de Marat” de 1793, una escena muy realista que recrea el asesinato del amigo del pintor en una de las imágenes mas recordadas sobre el periodo de la Revolución Francesa. Impactante es también la obra de Paul Delaroche pintada en 1833 llamada “La ejecución de Lady Jane Gray”, una imagen de una mujer arrodillada frente a su verdugo, minutos antes de ser decapitada por motivos políticos.

    Eduard Manet pintó en 1869 “La ejecución del Emperador Maximiliano” en el cerro de las campanas como parte de la crítica al imperialismo y la denuncia al militarismo francés del periodo napoleónico, inspirado en una de las obras clásicas del romanticismo sobre los fusilamientos del 3 de mayo de 1808, popular cuadro pintado por Francisco de Goya en 1814 en donde yacen en el piso tres cuerpos pasados por armas y un personaje más espera ejecución con los brazos abiertos.

    En el muralismo mexicano de las primeras décadas del Siglo 20 la violencia está presente en las escenas del movimiento revolucionario y la crítica social de los tres grandes: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, sin olvidar al gran José Guadalupe Posadas, padre ilustrador de nuestras catrinas, que son al mismo tiempo el recuerdo de la muerte siempre presente en nuestra mexicanidad.

    La violencia por el narcotráfico y el terrorismo también han sido expresadas por autores latinoamericanos y mexicanos. Fernando Botero, el pintor y escultor moderno más conocido de Colombia logró: “Coche bomba”, “La muerte de Pablo Escobar”, “Masacre de la mejor esquina”, “Motosierra”, “Cuerpo sobre el río Cauca”, todas ellas crueles recuerdos de la guerra contra el narcotráfico y la violencia paramilitar en el conflicto colombiano de 1985 a la fecha. En México, pintores como Alberto Thirion, “La victoria de las muertas de Juárez”, los exvotos de Alfredo Vilchis, así como la tragedia migrante inspiración de Alejandro Santiago y Roberto Márquez, o la pintora y activista Isabel Cabanillas, defensora de los derechos de las mujeres juarenses que fue asesinada en 2020.

    Negar que el arte expresa también la desesperanza de la guerra, el dolor de la muerte, la crueldad de los conflictos y la prevalencia de la injusticia es cerrar los ojos a la realidad. Y en este sentido, ni los artistas son culpables de la violencia por apología, ni los espectadores pueden ser juzgados por admirar lo complejo de las expresiones artísticas de la guerra. Invito a mis amables lectores a darse una vuelta por el internet para buscar las obras aquí mencionadas, así cada quien podrá juzgar el valor y la pertinencia de las mismas. Duda final: En el presente o en el futuro, ¿qué pintor sinaloense plasmará nuestra realidad en óleos, murales o pixeles? Luego le seguimos.