El artista puede tener el alma lozana o marchita -como dice la canción compuesta por Manuel M. Ponce, o como canta Canio en la ópera Payasos- pero lo esencial es desnudarla, mostrarla como es y entregarla sin reservas al público, sacrificándola en el altar de las nueve musas de las artes que engendraron Zeus y Mnemosyne, de acuerdo a la mitología griega.
Javier Camarena, el tenor veracruzano que alcanzó mayor fama por sus bises en La Cenicienta, Don Pasquale y La hija del regimiento, logrados en el MET de Nueva York en 2014, 2016 y 2019, respectivamente, fue entrevistado por Milenio al terminar el año 2021. Se le preguntó si sentía nerviosismo cada vez que cantaba en el Metropolitan Opera House:
“Los nervios se sienten allá, en Bellas Artes, en donde sea. El artista presenta su alma desnuda en su quehacer. Presenta sus sueños, ilusiones, sus desvelos, su trabajo, su entrega, sacrificios y disciplina. Todo esto con la esperanza de que el público viva momentos de belleza a través del canto, de la música, del arte. Siempre hay nervios... Eso le da emoción a la vida y a esta carrera”.
En otra entrevista realizada por Milenio y publicada el 4 de mayo de 2022, Camarena se manifestó a favor de las adaptaciones de Ópera a la actualidad, para identificarse con los personajes y reflexionar: “La ópera no tiene que ser meramente contemplativa, también puede ser un instrumento que invite a la reflexión”.
Precisó que lo más importante para el artista no es destacar a costa de sus compañeros: “el no estar en el escenario para competir y ver quién hace más o quién canta mejor o más fuerte. Es un trabajo en equipo basado en el respeto y la confianza”.
¿Mantengo lozana mi alma?