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Como siempre, la realidad hace avanzar al derecho a pesar de que la naturaleza de este último es mantenerse en su zona de confort.
La gran mayoría de los operadores jurídicos (abogados y jueces), prefieren un mundo de papel y acudir físicamente a los tribunales a pesar de que no sea necesario hacerlo.
A las capacidades y habilidades tradicionales del abogado ahora hay que sumarle el uso eficiente de la tecnología, para dominar el “litigio digital”.
Los tribunales no estaban preparados debidamente para la enorme transformación que sufrió el mundo del litigio a raíz del Covid-19, y la gran mayoría simplemente detuvo toda la maquinaria judicial provocando que los juicios quedaran suspendidos por varios meses.
Ese paro de la actividad judicial provocó que se “congelaran” miles de millones de pesos que se juegan todos los días en los tribunales y afectó también a litigios importantes para lograr cambios sociales.
Los tribunales han reanudado actividades físicas tomando las debidas precauciones y están invitando a los litigantes a utilizar las herramientas digitales que han puesto a nuestro alcance para impulsar los juicios.
El dominio del litigio digital se volverá una barrera de entrada para desempeñarse con éxito en tribunales. Abogado que no aprenda a manejar bien las herramientas tecnológicas, se quedará rezagado y más temprano que tarde tendrá que dedicarse a otra cosa.
Por eso, las personas que necesiten un abogado para llevar sus asuntos en los tribunales ahora deberán considerar, para tomar la decisión de a quien les conviene contratar, que el abogado sepa como “litigar en línea”.
En lo personal considero que la edad no es obstáculo para aprender nuevas habilidades. Es verdad que los más jóvenes prácticamente nacieron con un celular en la mano y saben moverse muy bien en el mundo digital, pero eso no significa que los de mi generación no sean capaces de adaptarse al cambio.
Las escuelas de derecho (que también han tenido que avanzar a las clases en línea) deberán impartir la educación necesaria para que sus egresados sepan como moverse exitosamente en el litigio digital.
Y los Colegios de Abogados también deberían aprovechar sus desayunos para impartir cursos a sus miembros a fin de que aprendan esta nueva forma de litigar, que será la nueva realidad en nuestra profesión.
De nada sirve que los tribunales pongan a disposición de los abogados herramientas que les permiten llevar un juicio desde sus computadoras, si no aprenden a usarlas o no quieren usarlas.
Si quieren tener éxito en esta profesión, mis estimados colegas, ya se están tardando en aprender el litigio digital.