Podemos afirmar que la repercusión del desplegado de los 250 intelectuales será muy limitada, como la de cualquier otro desplegado de académicos y escritores en apoyo a cualquier candidata. La lucha política se libra mucho más ardua y masivamente en las redes.

    El 20 de mayo, 250 intelectuales y científicos, uno de ellos muy conocidos y otros no- estos segundos no nos dicen nada sus nombres seguramente porque no escriben en los medios o no han tenido un cargo relevante- firmaron un desplegado de apoyo a la candidata Xóchitl Gálvez,

    Algunos de ellos, la mayoría, son intelectuales liberales de toda la vida, como Enrique Krauze, Gabriel Zaid, Federico Reyes Heroles, Rafael Pérez Gay, María Teresa Frenk, María Marván o Francisco Barnés de Castro. Otros fueron, en años pretéritos, muy cercanos a la izquierda como Héctor Aguilar Camín. Y un buen número de ellos fueron miembros del Partido Comunista o de otras organizaciones de izquierda, como Jorge Castañeda, Roger Bartra, Joel Ortega y Gilberto Guevara Niebla. Otros son artistas o científicos de los que no se conocían públicamente sus inclinaciones ideológicas y políticas, como Paulina Lavista o José Sarukhán. En fin, lo importante es que ellos llaman a votar por Xóchitl porque consideran que “el gobierno de López Obrador y su partido pretenden extender la deriva autoritaria durante el próximo sexenio, lo cual implica la continuidad de la corrupción política y una creciente inseguridad que ha dejado buena parte del País a merced del crimen organizado. Se agrega la militarización del territorio, que se ha convertido en parte del problema y no en la solución”.

    La pretensión de todo intelectual es siempre influir en la sociedad. Por supuesto que grandes pensadores del pasado dejaron su huella indeleble en el pensamiento universal, pero cada vez más, en México y otras naciones, eso es crecientemente menos cierto. Los que nos dedicamos a escribir y a publicar libros y opiniones en diarios y revistas, cada vez nos leen menos y, por lo mismo, disminuye la posibilidad de que lo que decimos tenga alguna influencia. Los tirajes de los periódicos en el mundo han disminuido brutalmente y también los del libro, máxime en un país como México donde tradicionalmente esos materiales se han leído poco. En la actualidad son mucho más escuchados los llamados “influencers” o comentaristas de plataformas y redes en internet.

    Claro está que la diferencia en la riqueza de ideas es enorme entre “influencers” e intelectuales y científicos, pero eso no les importa a los grandes públicos, entre otras razones porque estos generalmente les son divertidos y por lo general encuentran aburridos o incomprensibles a los científicos y académicos.

    Si esta argumentación es convincente, entonces podemos afirmar que la repercusión del desplegado de los 250 intelectuales será muy limitada, como la de cualquier otro desplegado de académicos y escritores en apoyo a cualquier candidata. La lucha política se libra mucho más ardua y masivamente en las redes.

    Hay otra variable en el tema de los intelectuales que apoyaron a Xóchitl: varios de ellos, y destacadamente Aguilar Camín, o Leo Zuckerman, quien no firmó el desplegado pero la apoya abiertamente, están sumamente frustrados o por lo menos molestos de que la candidata del PRIANRD no supo aprovechar el tercer debate presidencial para golpear severamente a Claudia. Así lo manifestaron en artículos y en sus intervenciones en mesas redondas. Pareciera que ya se dan por derrotados.

    Claudia, por su parte, (hasta el jueves) no ha promovido o no le habían promovido un manifiesto o desplegado entre científicos e intelectuales, pero sí ha organizado numerosos encuentros en diferentes partes del País, algunos de ellos masivos, con académicos e investigadores que simpatizan con ella. Antes de la política este es el terreno que mejor pisa. Se desenvuelve como pez en el agua en un tema académico. A lo largo de décadas cultivó relaciones con investigadores, artistas y escritores. ¿Qué tanto pueden influir esas reuniones? Es difícil saberlo, pero al menos de ellas han botado abundantes ideas para el programa que han elaborado un grupo connotado de 17 científicos y especialistas de diferentes áreas, entre ellos: Juan Ramón de la Fuente, Gerardo Esquivel, Alta Gracia Gómez Sierra, Susana Harp, Jorge Marcial Islas Samperio, David Kershenobich, Lorenzo Meyer, Irma Pineda Santiago, Rosaura Ruiz, Violeta Vázquez Rojas Maldonado y Julio Berdegué Sacristán.

    Claudia misma, como todos lo sabemos, es parte del gremio de los científicos. Lo cual se refleja en su personalidad: sobria, metódica, disciplinada. Xóchilt pertenece al mundo empresarial y muy pocos hombres y mujeres de negocios se acercan a las investigaciones científicas y a los ensayos de gran caladura. Ella es muy pragmática y, por lo tanto, zigzagueante en sus ideas. Es evidente que ha leído muy pocos libros y prefiere manuales operativos. Dice que los ingenieros saben resolver problemas.

    Una es mediana empresaria que empezó desde abajo y fue invitada a la política por Vicente Fox en 2000, y la otra es una científica destacada, activista estudiantil y luchadora social desde la preparatoria. Llegó a la política partidaria, invitada por AMLO, también en el año 2000.

    Xóchitl sigue muy abajo en las encuestas, la más reciente publicada en el diario español La Vanguardia, le otorga 28 por ciento de las preferencias. A Máynez el 8 por ciento y a Claudia el 64 por ciento. La diferencia es abrumadora. Otras encuestas no señalan una diferencia tan grande, pero sí de dos dígitos en favor de Claudia.

    Xóchitl, a juzgar por los números, no hizo una buena campaña. Claudia sí, además de que el nombre Morena sigue pesando mucho entre las mayorías, y PRI, PAN y PRD fueron una rémora para la ingeniera Gálvez.

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