En los inicios de la década de los 80’s, por recomendación del médico Roberto Cobos me inicié, primero en la caminata, luego en las carreras de fondo, y ahora, de regreso en la práctica inicial. La maravillosa receta del doctor Cobos, la cual le agradeceré por siempre, además de darme alivio, me ha dejado grande satisfacciones y un chorro de amigos, y obviamente, se convirtió en parte de mi no muy complicado estilo de vida.
A lo largo de todos estos años, ninguna autoridad me había invitado a regresar a mi casa bajo el argumento de estar prohibido hacer ejercicio al aire libre, lo cual, dijeran los abogados me suena lisa y llanamente absurdo.
Entiendo que estamos viviendo bajo una acontecimiento sanitario inédito, provocado por un virus sobre cuyo origen hay varias hipótesis, entre ellas, que se trata de un bicho que se desprendió de un aerolito que se estampó en tierras rusas hace alrededor de cuatro años.
Comprendo también la preocupación de las autoridades por aminorar el número de contagiados por el coronavirus y evitar el colapso de las de por sí siempre rebasadas unidades del sistema de salud pública, y que a ello, obedece la recomendación ¡recomendación! De mantenernos recluidos en casa.
Agrego que regularmente mi caminata matinal, en no pocas ocasiones la inicio poquito antes de las cinco de la mañana, y desde hace ya varios años, cerca de 15, la realizo en solitario y a esas horas iniciales del amanecer, somos pocos los “loquitos” que andamos con el sudor en la frente. Bueno, también uno se encuentra a los que se perdieron en los vericuetos de su mente.
En la madrugada, al aire libre, caminando en solitario, con acentuado distanciamiento social, con un virus que no es aéreo, y actualmente, sobre una calle de muy bajo tráfico vehicular, me resultan un conjunto de elementos que me dan la certeza de que las posibilidades de un contagio de Covid-19 son remotas; entonces, bajo esas circunstancias ¿cuál es la razón de peso y el argumento legal para que las autoridades invadan nuestro derecho constitucional al libre tránsito y prohibirnos ejercitarnos como un medio que nos ayuda a mantener en orden la salud física y mental?
Sobre todo, en una situación en la que la ansiedad está gustosa de asaltarnos por estar atendiendo la recomendación de las autoridades de salud en el sentido de aminorar o de plano parar, nuestras actividades productivas si no son esenciales, bajo la óptica sanitaria.
De hecho, la Secretaria de Gobernación, la jurista Olga Sánchez Cordero se ha expresado en contra de todos aquellos gobiernos locales que coartan los derechos constitucionales a los ciudadanos, como lo es el de libre tránsito, a pesar de que se dé, repito, bajo un marco de sana distancia.
Y si la voz cantante en términos de conducción política del país va en el sentido del respeto a los derechos constitucionales de la ciudadanía ¿por qué algunos gobiernos locales, como el de Mazatlán, actúan en sentido contrario? Bueno, situaciones como las que estamos viviendo, sin una conducción firme del Ejecutivo federal, se prestan para que cada nivel de gobierno tome su gajo de poder y le dé rienda suelta a su querencia por la prepotencia caciquil. Así de sencillo.
Quédate en casa, guarda distanciamiento social y procura la sana distancia con tus prójimos, son recomendaciones que tienen una gran importancia para atenuar los contagios, y cuando sales, el distanciamiento y la sana distancia cobran un gran valor para evitar contagios. Sin duda alguna.
Pero también estoy plenamente convencido de que el ejercicio físico representa un fabuloso instrumento para alimentar nuestra salud física y mental, lo cual nos sirve de preventivo, solo preventivo, ante un montón de afecciones, es por ello, que estoy persuadido de que salir a caminar o correr, atendiendo las recomendaciones emitidas por las autoridades de salud, en el sentido del distanciamiento y sana distancia, deberían ser elementos a considerar para permitirnos continuar ejercitándonos.
Digo, ni tanto que queme al santo, ni tan poquito que no lo alumbre, dicho que en lo expuesto, debería ser atendido por el mero mero de la policía mazatleca.
¡Buenos días!