jehernandezn@hotmail.com
El pasado 21 de marzo, con la llegada de la primavera, se celebró además del ritual de ir de blanco para “cargarse las pilas” al sitio arqueológico de Las Labradas, también, el poderoso Día Mundial de la Poesía.
Y digo mundial, porque ese día, lo seleccionó como tal la UNESCO en su trigésima Conferencia Mundial que se celebró en París en 1999. El objetivo de esa selección nos dice la propia organización fue “con el objetivo de apoyar la diversidad lingüística a través de la expresión poética y fomentar la visibilización de aquellas lenguas que se encuentran en peligro”.
Mejor, todavía, es “una ocasión para honrar a los poetas, revivir tradiciones orales de recitales de poesía, promover la lectura, la escritura y la enseñanza de la poesía, fomentar la convergencia entre la poesía y otras como el teatro, la danza, la música y la pintura, y aumentar la visibilidad de la poesía en los medios. A medida que la poesía continúa uniendo personas en todos los continentes, todos están invitados a unirse”.
En la entrega anterior reconocimos la trayectoria del rosarense Gilberto Owen, y en esta ocasión, quiero homenajear a tres poetas que influyeron en el desarrollo de este género que inició en México con Netzahualcóyotl, el llamado Rey poeta de la ciudad Estado de Texcoco, de quien recuperamos la siguiente pieza que muestra lo impéreme de este género: Amo el canto del cenzontle/pájaro de las cuatrocientas voces/Amo el color del jade/y el enervante perfume de las flores/pero lo que más amo es a mi hermano/el hombre. Y a una poeta sinaloense: Silvia Michel, que ha hecho de su obra un ejercicio de exploración de la mujer sencilla, invisible, pero, siempre, cargada de misterio y sensualidad.
Se trata de Amado Nervo, el bardo nayarita, reconocido como precursor del modernismo en México que habían creado el nicaragüense Rubén Darío y el argentino Leopoldo Lugones, entre otros, bajo la triada estilística: rechazo de la realidad cotidiana, la búsqueda de la perfección formal y el preciosismo de estilo y la renovación léxica gracias al uso de helenismo, cultismo y galicismo.
Recuperamos un fragmento de su largo poemario Perlas Negras que, muy probablemente, empezó a escribir cuando siendo muy joven vino a vivir a Mazatlán:
¿Ves el sol, apagando su luz pura
en las ondas del piélago ambarino?
Así hundió sus fulgores mi ventura
para no renacer en mi camino.
Mira la luna: desgarrando el velo
de las tinieblas, a brillar empieza.
Así se levantó sobre mi cielo
el astro funeral de la tristeza.
¿Ves el faro en la peña carcomida
que el mar inquieto con su espuma alfombra?
Así radia la fe sobre mi vida,
solitaria, purísima, escondida:
¡como el rostro de un ángel en la sombra!
Enrique González Martínez, es otro poeta que vino desde Guadalajara a Sinaloa y se instaló en Mocorito y se dice, también vivió en Mazatlán, o al menos, habría visitado el puerto, de este poeta profundamente religioso recuperamos el soneto más célebre por simbólico:
Tuércele el cuello al cisne
Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje
que da su nota blanca al azul de la fuente;
él pasea su gracia no más, pero no siente
el alma de las cosas ni la voz del paisaje.
Huye de toda forma y de todo lenguaje
que no vayan acordes con el ritmo latente
de la vida profunda... y adora intensamente la vida,
y que la vida comprenda tu homenaje.
Mira al sapiente búho cómo tiende las alas
desde el Olimpo, deja el regazo de Palas
y posa en aquel árbol el vuelo taciturno...
Él no tiene la gracia del cisne, más su inquieta
pupila, que se clava en la sombra, interpreta
el misterioso libro del silencio nocturno.
Juan José Tablada, coyoacanense de origen y universal por su obra, se le considera la negación del modernismo e iniciador de la poesía moderna mexicana y por esa pasión que irradiaba, se dice, tendría influencia sobre el poeta Ramón López Velarde y los muralistas José Clemente Orozco y Diego Rivera. Su obra después de leer a los poetas modernistas resulta provocadora. Su espíritu libre le impregna a su obra una fuerte dosis de sensualidad que lleva a Guillermo Jiménez y que retoma José Joaquín Blanco para definirlo como “una estética deslumbrante como una llama de carburo y fuerte como motor de 40 HP”.
Agua fuerte
Pasas trotando como si huyeras
y se diría
que antros de vicio buscando fueras
con las pupilas ardiendo al día
entre la sombra de las ojeras...
Tu cuerpo trémulo se arrebuja
con turbadores gestos de vicio,
y vas furtiva como una bruja
bajo las iras del Santo Oficio.
Bajo el arco de los tacones
de tus empinados chapines,
corren los ríos de ilusiones
de tus amantes malandrines.
Cubres tu frente con el mantón
y macerada por el pecado
a las campanas de la oración
tiemblas; el cierzo te ha flagelado
con anatemas de Inquisición...
La brasa de los besos
chirría en tu saliva
y las ojeras de los excesos
orlan tu carne de siempreviva.
De adobos brujos tus carnes untas
y en fiel consorcio con tu lesbiana,
sobre una escoba las piernas juntas
vuelas a un Sabbat de mariguana...
En tus ojos alucinados
por espejismos de vicio,
queman los siete pecados
raros fuegos de artificio.
En tu regazo tienes al diablo,
bajo tus faldas arde la hoguera;
hace tres siglos tu sino fuera,
letra y efigie de algún retablo,
morir quemada por hechicera.
Cuando al toque de oración
flotando en negro mantón
en la penumbra apareces
y tus miradas destellas
un murciélago pareces
clavado con dos estrellas.
Finalmente, Silvia Michel escribe sobre la piel trémula de su imaginario:
Fogón
La danza del fogón/Impregna los poros/Ensancha las caderas/Salivan las miradas/La cocina se desnuda/El fuego arde/El sudor escurre/Humedece la cintura/La pelvis/Las tetas/Piel de Mujer.../Fuego quemante/...En las cocinas el adobe transpira/El maíz exhala/Se vuelve tortilla/Salsa/Frijol/Queso...El comal despierta aromas/Templo femenino/ Ebullición de pecados/Atiza la llama/Las cocinas sanan/Las mujeres...arden/...Amanece temprano/Fuego...Chantico/Diosa terrestre/la que hace la morada/la madre/La Esposa/El calor/La flama/...