El sino del escorpión ha sido recorrer el ejercicio periodístico desde los años del teletipo hasta el cibernético periodismo digital de hoy. En las salas de redacción de los años setenta, donde el alacrán se inició en este romantizado oficio (el primer Heraldo, Canal 11, Radio Educación), el machacón ruido mecanográfico de los teletipos de AP, FP, Notimex, CISA, era inconfundible fondo sonoro. Ese dispositivo recibía los mensajes de las agencias informativas a través de líneas telegráficas o directas y los mecanografiaba velozmente. Los jefes de información recortaban entonces los cables informativos de las máquinas y los distribuían a los redactores, quienes elaboraban las notas en sus máquinas de escribir (¿alguien las recuerda?).
Al inicio de los ochenta, el escorpión se sumergió unos años en el periodismo independiente, enfocado en informar sobre movilizaciones obreras, campesinas y sociales en varios estados del país, para la revista sindical Solidaridad y otras agencias. Viajábamos entonces a cubrir la información a donde fuera en el país, para regresar a escribir y llevar la nota a la redacción de la revista en la colonia Roma.
El alacrán se abocó luego al periodismo cultural y la crítica literaria en La Cultura en México (suplemento de Siempre!), y recuerda melancólico los viajes hasta la casa de Carlos Monsiváis, en la célebre calle San Simón de la colonia Portales, para dejar sus ensayos en manos del propio Carlos o, algunas veces, en las de doña Esther (¡su madre, bohemios!). De ahí, el arácnido pasó a publicar en los suplementos culturales y de libros de La Jornada -aún en las oficinas de Balderas -, hasta donde reptaba para entregar sus textos a los editores Sergio González Rodríguez y Fernando Solana, quienes lo recibían con calidez y, si había oportunidad, lo pasaban a la oficina del legendario director del suplemento, Fernando Benítez, de quien el escorpión recuerda su deslumbramiento constante ante las mujeres, así como sus comentarios humorísticos, críticos y con frecuencia ácidos.
A finales de esa década de los ochenta, el escorpión por fin pudo enviar sus textos por el innovador sistema de fax, luego de redactarlos en computadora. Mediante este procedimiento publicó durante la primera mitad de la década de los noventa una columna de crítica cultural en el periódico El Nacional, así como variados ensayos de crítica literaria en los suplementos de ese diario: Libros (dirigido por el entrañable Chema Pérez Gay) y El Dominical (dirigido por el mencionado Fernando Solana). Ya en el nuevo siglo, el escorpión continuó publicando en revistas y suplementos culturales (Confabulario, Crónica cultural, Nexos, Laberinto, El Cultural La Razón) por procedimientos digitales y mediante el envío del material por correo electrónico, lo cual hizo inmediato el proceso.
En los últimos tres lustros, el periodismo digital ha trastocado el oficio y la industria en todo el mundo. En México, escasean los estudios del tema con una perspectiva teórica y de análisis sólida; no obstante, la reciente investigación de Víctor Hugo Reyna García: Los estudios sobre el periodismo digital en México: dos décadas de investigación dispersa, publicado este año por la revista Comunicación y Sociedad de la Universidad de Guadalajara, dan un poco de orden al complejo panorama, si bien el autor apunta como un verdadero desafío la investigación sobre portales en línea, porque éstos se actualizan de manera constante y no suelen contar con un repositorio organizado por fechas.
Reyna García indaga sobre cuatro aspectos del periodismo digital en México y aporta datos esclarecedores. Sobre “Hipertextualidad e interactividad”, analiza la estructura de los portales en línea de los medios masivos con la intención de evaluar su estado de adaptación digital. Sobre “Digitalización y convergencia tecnológica”, revisa los procesos de transformación organizacional y productiva, derivados de los cambios tecnológicos en el periodismo desde su migración al entorno digital.
Sobre el “Desempeño profesional”, puntualiza diversos contenidos del periodismo digital para evaluar la pertinencia y el interés temáticos de sus notas (sobre elecciones, migración, contingencias ambientales o matrimonio igualitario, por ejemplo). Finalmente, el aspecto referente a los “Modelos de financiamiento” del periodismo digital en México, resulta revelador al apuntar las posibilidades de participación financiera de los lectores en apoyo a los diferentes portales digitales. El alacrán volverá sobre este estudio pronto, porque, como el lector habrá apreciado, el aguijonazo de la digresión biográfica lo sorprendió a él mismo.