En la cultura popular el concepto de “clóset” es una metáfora que hace referencia a los secretos bien guardados que tiene una persona a largo plazo, principalmente de índole sexual o identitario. Sociológicamente hablando, se refiere al espacio social en el que tienen lugar esas prácticas ocultas al público. Entonces, salir del “clóset” significa cuando una persona revela públicamente su identidad comúnmente estigmatizada por la sociedad.
El término al parecer surge en la posguerra mundial, a inicios de los años cincuenta, cuando se incrementa la noción de la heterosexualidad en Estados Unidos. Según David Tettke, la palabra “clóset” refiriéndose a la sexualidad, se empezó a usar a mediados del Siglo 20 para referirse a alguien que estaba ocultando su homosexualidad a los demás.
Millones de personas en todo el mundo han vivido en el “clóset” ante la homofobia generalizada en la sociedad. En México, muchas y muchos llevan una doble vida; una heterosexual en la que tienen familia, hijos y una imagen digamos tradicional ante su círculo social y familiar. Y otra secreta, en la que pueden ejercer y disfrutar su identidad y sexualidad plenamente.
Según varios artículos consultados, el permanecer en el “clóset” tiene importantes impactos psicológicos en la persona, tales como la ansiedad, la depresión, baja auto estima, aislamiento, y en el peor de los casos, puede llevar al suicidio.
En mi opinión, en México, y en Sinaloa, aún prevalece un alto nivel de homofobia, sin embargo, ha habido cambios significativos en la percepción que se tiene hacia la comunidad LGBTIQ+. De manera que, en las generaciones más jóvenes, ha ido desapareciendo el rechazo, odio y el estigma del que han sido sujetos históricamente.
Esta hipótesis es la que trata de comprobar una alumna en su investigación sobre las diferencias que se tiene en las distintas generaciones, sobre la liberación sexual de la comunidad LGBTIQ+. Sugiere que los movimientos sociales del Siglo 21, así como los medios de comunicación, han sido claves para que los jóvenes de ahora, tengan una percepción positiva hacia la comunidad, a diferencia de las generaciones más adultas.
Y es que, muchas de las niñas y niños actualmente, incluso no entienden el concepto de “clóset”. De manera que ahora normalizan las familias modernas, integradas por dos papás o por dos mamás. Mi hija Natalia, por ejemplo, al platicar sobre esto, a sus 11 años de edad, no se puede explicar cómo una persona oculta su identidad sexual durante toda su vida. Es algo impensable para ella.
La primera revolución sexual de los años sesentas y setentas, fue un elemento liberador para muchas personas que vivían en ese “clóset”. Un acontecimiento parteaguas para esta comunidad en particular, fue el ocurrido el 28 de junio de 1969 en Nueva York, cuando se dieron disturbios y manifestaciones espontáneas en respuesta al abuso y violencia policial en el bar llamado “Stonewall Inn” del barrio Greenwich Village.
Esa noche, en vez de dejarse atacar y acosar, los asistentes a ese bar decidieron resistirse y alrededor de la media noche comenzó una batalla a la que luego se unieron más miembros de la comunidad LGBT+ en otras ciudades, convirtiéndose así en un ícono de la lucha por sus derechos humanos. Desde entonces, en todo el mundo se celebra el día del orgullo gay el 28 de junio de cada año.
Ahora en el Siglo 21 estamos viviendo una segunda revolución sexual, en la que los roles de género asignados tradicionalmente, han ido evolucionando de manera progresista. Ahora la sociedad tiende a ser más igualitaria entre hombres y mujeres, pero también entre miembros de la comunidad LGBTIQ+. A diferencia de mi generación, en la que los niños afeminados eran sujetos de acoso y violencia escolar, ahora entre mis alumnos ya no son siquiera señalados o diferenciados.
Aún falta mucho, pero poco a poco ha ocurrido esta transición en la que pronto, espero, se desconozca por completo la noción del “clóset” y se camine hacia su pleno derecho a ser felices, y a sentirse orgullosas y orgullosos de quien realmente son.
Es cuanto...
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