Las medidas de política de orden presupuestal de los gobiernos ante la pandemia llevarán al aumento de los déficits públicos de los países. Sin embargo, dependiendo de cuáles sean las elecciones que realicen los gobiernos respecto a las medidas de mitigación de la pandemia y sus efectos económicos, el incremento de los déficits puede ser muy grande o moderado; no obstante, el aumento es inevitable.
Los gastos de los gobiernos se están viendo incrementados considerablemente. Paralelamente, a consecuencia de las medidas para la contención de la pandemia, que causan el paro en las actividades económicas, sus ingresos disminuyen significativamente. La caída del crecimiento económico también representa el desplome de los ingresos del gobierno, no solamente del sector privado.
Déficits públicos crecientes representan niveles de deuda crecientes, y la búsqueda de su financiamiento; potencialmente estos niveles de deuda van a ser un factor de riesgo para la economía global. Más allá de la pandemia, eventualmente podría ocurrir una gran depresión.
Debe tenerse claro que el endeudamiento representa optar por el presente, para tener que hacer sacrificios en el futuro. En el marco de la pandemia, el propósito de un mayor endeudamiento es hacer frente a una situación negativa en el momento actual, pero que implicará tener que elevar impuestos pasada la crisis, o hacer recortes del gasto a fin de servir a la deuda y recuperar la estabilidad fiscal, requerida para el buen funcionamiento macroeconómico de los países.
La experiencia muestra que la búsqueda de los equilibrios fiscales para el saneamiento de las finanzas públicas a través de recortes se carga sobremanera en los sistemas de salud, sistemas de pensiones, educación, el sector de alimentos y el nivel de transferencias públicas a sectores de bajo ingreso. Afectan negativamente la pretensión de aumento del bienestar social y la construcción de sociedades más equitativas.
Es muy probable que el malestar social, la polarización, la inestabilidad social y los sentimientos nacionalistas y proteccionistas se incrementen en los próximos años. El escenario global ya está en progresiva fragmentación.
Por desgracia, dada la situación actual, el endeudamiento no tiene como finalidad un gasto incremental para elevar la inversión pública y mejorar capacidades de producción de los países. Por consiguiente, no dará lugar a una corriente incremental de ingreso que permita elevar los niveles de riqueza de los países, facilitando el pago de la deuda y de su servicio. Al pasar la crisis sanitaria, el aumento de impuestos o el recorte de gastos serán inevitables, si se quiere frenar el mayor deterioro fiscal.
El número de países en riesgos de default (suspensión del pago de la deuda) se incrementará. Casos como el de Argentina se volverán más frecuentes.
Se estima un aumento global del déficit fiscal del orden del 10 por ciento del PIB o aun mayor, en un momento en que los niveles de deuda en muchos países ya eran altos e incluso insostenibles. De hecho, parte de la explicación de la caída del crecimiento global en 2019 tiene que ver con la decisión de muchos países de controlar sus niveles de deuda, para disminuir su exposición internacional. El escenario anticipado de recuperación del crecimiento para 2020 perdió viabilidad ante la pandemia.
En las circunstancias actuales, Estados Unidos y otras economías avanzadas pueden darse el lujo de no dar importancia a corto plazo al incremento de sus déficits públicos, pues el costo del financiamiento de la deuda es cercano a cero (Krugman, The New York Times, 01/05/2020) e incluso a tasas reales negativas (véase Rogoff, El Economista, 06/05/2020), pero no es el caso para la mayoría de las economías nacionales. Más allá de lo que argumenten los postkeynesianos, el crecimiento económico basado en el incremento del déficit público no es sostenible.
Desde luego, el razonamiento anterior no implica rechazar el endeudamiento en sí. Puede no haber opción. Simplemente implica tener claro que el endeudamiento no es la panacea, y que a medida que crece es un factor de riesgo si el déficit público aumenta de manera insostenible.
Nouriel Roubini (Project Syndicate, 28/04/2020), uno de los pocos economistas que anticipó la crisis de 2008 y cuya lectura es recomendable, identifica diez factores de riesgo que pueden llevar a hundir la economía mundial en una década de desesperación, uno de ellos es el incremento global de los déficits públicos