Defender la vida sostenible en Sinaloa
Retroceden Sendero y “Muévete chilo”
Por la urgencia de detener la involución en materia de desarrollo sustentable y sostenible, en cuanto proteste como Gobernador de Sinaloa Rubén Rocha enfrentará el apremio de restablecer las políticas de Estado que armonicen la oferta de esparcimiento y desarrollo con el cuidado del medio ambiente. Por lo pronto, dígase lo que se diga y victorias pírricas aparte, nadie debe celebrar la cancelación del proyecto para construir un sendero en el Parque Ecológico de Culiacán, ni el retiro del programa de bicicletas públicas “Muévete chilo” en Mazatlán.
Es más, a la colectividad le corresponde accionarse para enmendar aquellas cuestiones de interés general que zozobran debido a la intervención de segmentos que quieren convertir asuntos públicos en jaloneos gobierno-activistas y porque, absurdamente, son las autoridades las que tiran la toalla por miedo a pagar costos políticos. Hay movilizaciones cívicas cuyas causas merecen el ilimitado respaldo social; existen otras que mediante la conciliación tienen que ser conducidas a la moderación de exabruptos.
A los días de que Rubén Rocha Moya fue electo como Gobernador, el periodista y consultor Francisco Cuamea Lizárraga publicó en junio el llamamiento a un gobierno de cooperación, resaltando la agenda en favor del medio ambiente, con la atención a aspectos del desarrollo sustentable tales como movilidad social, pobreza, desarrollo económico sin comprometer los ecosistemas, cambio climático que se manifiesta con sequías cíclicas, y administración eficiente del agua.
“Los retos son grandes y son muchos, pero la responsabilidad es mayúscula, compártala”, expuso Cuamea poniendo énfasis también en la reducción de fertilizantes nitrogenados con viraje hacia la agricultura sustentable; derribar en las ciudades las barreras que estorban al desarrollo de las personas; atender la salud pública con énfasis en las adicciones; corregir la siniestrabilidad vial y el aumento de muertes por accidentes de tránsito; reducir la brecha digital; evitar desventajas competitivas y actuar frente a la catástrofe educativa que asoma.
Es decir, la ciudadanía está señalando la ruta a seguir en sentido contrario a las dos notas malas que en menos de 24 horas confluyeron esta semana en materia ambientalista. Al decidir cancelar los trabajos que conectarán al Jardín Botánico, Parque Ecológico y Centro de Ciencias, la Secretaría de Obras Públicas del Gobierno del Estado envió la deplorable señal de que lo verdaderamente importante deja de ser prioritario cuando el conflicto interfiere y la negociación fracasa. Lo otro, que tiene que ver con la movilidad sin daño al hábitat, convoca a revisar el modelo mazatleco dándole mayor enfoque social.
Sobre el sendero en la zona conocida como “La milla” el plan ejecutivo contiene los porqués y los cómos con base a estudios que soportan la viabilidad. Los opositores le llaman ecocidio al hecho de enriquecer la flora con 2 mil árboles que se agregarán al entorno, pertenecientes a las variedades vegetales propias del estado. Hablaban también los contrarios de que se instalaría allí un área comercial y lo que en realidad sería construido es la plaza cultural como centro de confluencia de las familias, las artes y el esparcimiento.
Mientras tanto, el retiro de la empresa que prestaba el servicio de bicicletas en el malecón de Mazatlán se debe a la situación de pandemia y restricciones al turismo que, como en todo, dejó impactos negativos en la economía. Sin embargo, el modelo es exitoso como para desecharlo en la primera dificultad y más allá de lo rentable debe considerarse el factor ecológico traducido en la transición hacia medios de transporte desprovistos de emisiones contaminantes.
Ambos pasos hacia atrás en tan vitales ámbitos deben preocupar al gobierno y los sinaloenses. Ya tenemos muchas pérdidas como entramado social y sacrificar otros logros esenciales conlleva el trance de ciudades devastadas por las diferentes maneras de alterar y perjudicar lo cardinal. Dialogar, razonar, motivar y actuar serían los verbos claves en el dilema de ser constructores de la biósfera habitable o destructores del todavía débil esfuerzo por heredarle a las próximas generaciones un Culiacán y Mazatlán, un Sinaloa entero, para vivirlo en todo lo que el concepto significa.
La todavía escasa conciencia social, aunque lo peor es la poca voluntad gubernamental para entrarle a empujar con todo a las actividades amigables con el medio ambiente, podría significar un retroceso en lo poco que ha avanzado Sinaloa en este tema. Resultaría inaceptable que dentro del torrente de necesidades públicas (más seguridad, mejor atención a la pandemia, implantar la cultura de la transparencia en el servicio público y crear empleos dignos) el gobierno entrante no percibiera los reclamos que a diario y cada vez más nos plantea a gritos la naturaleza.
No porque domina el enojo,
Y el razonamiento se pierde,
Vamos a repintarle el rojo,
a mi Sinaloa de faz verde.
El síntoma más evidente de que el pleito de unos cuantos por pretender el uso exclusivo de “La Milla” se desvió por la senda del insulto, es la campaña de ofensas desatada contra Bárbara Apodaca, directora de la Sociedad Botánica y Zoológica de Sinaloa, desde el cobarde anonimato que permiten las redes sociales. Ya si de plano son incapaces de elevar el nivel de la conversación pública, al menos deberían dar la cara al tratar de denostar a una mujer, sin esconder la identidad detrás de las plumas de gallinas negras. ¿Acaso no ganaron el caso los opositores al sendero del Parque Ecológico? A como reaccionan parece que no.
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