Decepcionante e inútil

    En una elección tan polarizada como la que estamos viviendo, el debate no sirvió a los indecisos, quienes definirán la elección, para formarse una opinión y decidir su voto.

    Decepcionante e inútil son los adjetivos que me vienen a la mente cuando repaso el debate entre el y las candidatas. No fue un debate y no añadió prácticamente ninguna información relevante para mantener o cambiar preferencias.

    Un debate es, o debe ser, un intercambio de posturas opuestas y opiniones críticas sobre algún asunto en particular. Con derecho y obligación de réplica. En el caso de los debates presidenciales, sobre lo que los contendientes piensan del presente y futuro de los asuntos públicos que interesan a los ciudadanos. La idea es que los votantes puedan escuchar lo que los contendientes piensan sobre el desempeño del gobierno en turno y lo que se ofrece para tener un mejor país.

    De esto tuvimos poco.

    No puedo imaginar un peor formato. Seis temas de la mayor relevancia para el País divididos en tres segmentos y dos bloques por cada uno. 25 minutos o 4.6 minutos tuvo cada una(o) para tratar seis de los temas más relevantes que aqueja a México: educación, salud, corrupción, transparencia, no discriminación, grupos vulnerables y violencia contra las mujeres.

    Tómese el caso de salud. Los moderadores leen una pregunta hecha por la ciudadanía y los tres contendientes tienen hasta un minuto para contestar. La pregunta: ¿Cuál es su plan integral para fortalecer el Sistema de Salud Nacional y asegurar el acceso equitativo a servicios de salud para todos los mexicanos y cómo piensa financiar e implementar este plan?

    ¿De verdad se puede responder algo medianamente razonable a esa pregunta en un minuto? Acto seguido una “bolsa de tiempo” de hasta cinco minutos para cada candidata(o) pero seccionado en intervenciones de máximo un minuto y medio y con preguntas igual de generales.

    Evidentemente en esos cinco minutos más que contestar las preguntas las candidata(o)s utilizaron su tiempo para recriminaciones y acusaciones.

    En el segundo bloque del primer segmento las cosas se ponen peor. Para el tema educativo: tres preguntas y hasta 40 segundos para responder.

    Resultado neto: nos quedamos sin saber la realidad del País en materia de salud y educación y las propuestas de solución. Tampoco pudimos sacar nada en claro de las acusaciones que se hicieron entre ella(o)s.

    Los que queríamos posturas sobre los temas a tratar, no las tuvimos. Sostener una postura consiste en “exponer una tesis y sustentarla por medio de argumentos y contraargumentos sólidos y claros”. No hubo debate, ni posturas, ni argumentos, ni refutaciones.

    La muy acertada elección de los moderadores -ambos profesionales, capaces y experimentados- fue un desperdicio. Se les limitó a conceder la palabra y alertar sobre la marcha de un cronómetro estropeado. No se les dio la facultad ya no digamos de hacer preguntas, tampoco de llamar al orden a los candidatos por salirse del tema y divagar.

    ¿Dónde quedó la realidad? En lo que cada una(o) quiso decir. O, quizá, en lo que cada quien quiso escuchar.

    Qué distinto hubiese sido si los moderadores hubiesen podido interpelar a las candiadatas y decirles. “Según Coneval, la población en situación de pobreza disminuyó en 5 millones y las personas sin acceso al sistema de salud pasó de 31 millones a 50 millones de personas. Su opinión, por favor”. Y, desde luego, obligarlas a contestar la pregunta. O, “durante la pandemia hubo 750 mil muertos en exceso, ¿qué hubiera hecho diferente?” O, “las cifras oficiales hablan de un aumento de 29 por ciento de feminicidios en la Ciudad de México”.

    En una elección tan polarizada como la que estamos viviendo, el debate no sirvió a los indecisos, quienes definirán la elección, para formarse una opinión y decidir su voto.

    Claudia prometió más de lo mismo con unas ligerísimas variaciones que en su mensaje final acabaron por desdibujarse. Las cifras falsas que ofreció respecto a su gobierno en la CDMX y al Gobierno federal en servicios médicos, educación, justicia, corrupción, transparencia o violencia contra las mujeres no pudieron ser debatidas, ni rebatidas. Al igual que López Obrador apuesta a que esas cifras no serán verificadas o, si se verifican, no habrá que corregirlas porque les asiste la razón moral que todo lo justifica.

    A Xóchitl, que representa lo opuesto, le faltó reafirmar y dejar en la memoria de los que vimos el debate, el terrible fracaso de este gobierno en cada uno de los temas que se abordaron: menos salud, menos educación, más violencia contra las mujeres, más opacidad y más corrupción. Junto con ello el del compromiso a reconstruir lo derruído y el “mereces más”.

    El INE negó que el formato haya impedido a los aspirantes exponer sus ideas. Por supuesto que lo impidió. La responsabilidad es también de los partidos. Ojalá y hagan caso y, como dijo Xóchitl, el formato evolucione para dar oportunidad a la confrontación de dos proyectos de nación que marcarán el futuro del País.

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    amparocasar@gmail.com