De las promesas electorales a la realidad autoritaria. Un recorrido por América Latina

    En solidaridad con María Amparo Casar y Cecilia Flores.
    ¿Qué sucede para que los líderes que llegan democráticamente al poder se conviertan en dictadores y personifiquen aquello que criticaron y que fue la causa por la que fueron electos?

    ¿Qué tienen en común Leocenis García, Leopoldo López, Félix Maradiaga, Corina Machado, Gioconda Belli? Se trata de líderes de opinión, escritoras, políticas y políticos que han vivido en países en los que han llegado al poder personas que fueron electas a través de procesos democráticos, pero una vez en el cargo transformaron sus gobiernos en regímenes autoritarios caracterizados por la intimidación, el acoso a la oposición y el control del poder.

    Es inevitable hacerse una pregunta: ¿qué sucede para que los líderes que llegan democráticamente al poder se conviertan en dictadores y personifiquen aquello que criticaron y que fue la causa por la que fueron electos?

    En América Latina tenemos casos claros, recientes y vigentes de presidentes que supieron capitalizar el descontento popular prometiendo cambios para las personas menos favorecidas y comprometiéndose a combatir, entre otras cosas, la corrupción. Hugo Chávez ganó las elecciones presidenciales de Venezuela en 1998 y gobernó hasta su fallecimiento en 2013. Evo Morales se convirtió en Presidente de Bolivia en enero de 2006 y gobernó hasta noviembre de 2019, cuando renunció en medio de protestas y una profunda crisis política. Daniel Ortega fue electo Presidente de Nicaragua por primera vez en 1984 y volvió a la Presidencia en 2007; actualmente continúa en el poder. Rafael Correa ganó las elecciones presidenciales de Ecuador en 2006 y gobernó hasta 2017, siendo sucedido por su aliado político, Lenín Moreno. Nicolás Maduro se convirtió en Presidente de Venezuela en abril de 2013 tras la muerte de Hugo Chávez y continúa en el poder hasta la actualidad.

    Además de haber llegado al poder a través de las urnas, una vez en la silla presidencial transformaron sus gobiernos, las instituciones, el equilibrio entre poderes y la relación con los medios de comunicación, la sociedad civil y las fuerzas armadas de manera radical.

    Otro común denominador fue que conforme avanzaron en sus mandatos, además de debilitar a las instituciones electorales y a cualquier institución autónoma, lograron modificar las leyes o la Constitución para perpetuarse en el poder y en el proceso fortalecieron a las Fuerzas Armadas a través de contratos, posiciones políticas, puestos en la administración pública e involucrándolos en la economía, entre otras cosas.

    ¿El resultado? Personalizaron el poder, lo pusieron a su servicio, restringieron las libertades civiles y los derechos humanos, se dedicaron a eliminar no sólo a la oposición política sino a cualquier persona o instancia con una voz independiente y contraria a la visión oficial de la realidad, las acciones y las políticas.

    ¿De qué manera acabaron, o han intentado, borrar a la Oposición? Como lo hacen los dictadores, usando tácticas de intimidación y acoso para silenciarla y perpetuarse en el poder sin cuestionamiento alguno. Un instrumento clave en este proceso fueron por un lado las Fuerzas Armadas y por otro, el control sobre los medios de comunicación. La construcción de una narrativa acorde con sus intereses y visión ha sido clave en el proceso de desinstitucionalización democrática.

    Además de su autoritarismo, muchos de estos líderes han recibido acusaciones y denuncias de vínculos con el narcotráfico -como Maduro con relación a Los Soles en Venezuela- o críticas a sus políticas, como es el caso de la que instrumentó Correa de legalizar a pandillas como los Latin Kings en Ecuador. Expertas y expertos del Observatorio Ecuatoriano del Crimen Organizado señalan que la violencia que viven en la actualidad es producto de haber “entregado” al país al crimen organizado. El resultado es que se ha infiltrado en las estructuras institucionales. Si bien quienes hoy están generando la espiral de violencia no son necesariamente las mismas bandas con las que se “pactó” la paz, las decisiones y políticas que se llevaron a cabo durante el mandato de Correa abrieron el paso a su fortalecimiento actual.

    Se han documentado numerosos casos de intimidación y abuso por parte de estos presidentes contra periodistas, escritores, activistas y líderes políticos que se atrevieron a criticar el régimen. En Venezuela, el empresario, periodista, activista y político Leocenis García ha sido encarcelado varias veces por criticar al gobierno de Maduro. Se suman casos visibles y con proyección internacional como el de Leopoldo López y María Machado. Hace unos días la Fiscalía General venezolana giró orden de captura (nuevamente) y extradición de López y Julio Borges. En Bolivia, la intimidación a las y los periodistas independientes fue tan dura que la Federación Internacional de Periodistas firmó una carta abierta en el 2019 alertando sobre la violencia contra la prensa nacional y extranjera en el país, perpetrada por el gobierno. En Nicaragua, Félix Maradiaga, líder opositor, fue perseguido en 2020 por exponer actos de corrupción en el gobierno de Ortega y actualmente vive en el exilio. El gobierno también “desnacionalizó” (quitó la nacionalidad) a escritoras como Gioconda Belli y a otras plumas independientes y críticas. En Ecuador, Emilio Palacio, periodista, fue perseguido en 2011 por investigar casos de corrupción en el gobierno de Correa y sentenciado, junto con otras personas de su medio de comunicación, por difamar al Presidente al haberlo criticado y finalmente fue encarcelado.

    En estos contextos, la visibilidad y presión internacionales resultan centrales, así como también la defensa de derechos humanos elementales como la libertad de opinión y expresión. La sombra del autoritarismo ronda la región (y al mundo) y no podemos permitir que estos gobiernos se perpetúen en el poder.

    Concluyo este texto con una cita de Liu Xiaobo, Premio Nobel de la Paz 2010: La libertad de expresión es la base de los derechos humanos, la raíz de la naturaleza humana y la madre de la verdad. Matar la libertad de expresión es insultar los derechos humanos, es reprimir la naturaleza humana y suprimir la verdad.

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    Internacionalista y politóloga, fundadora de Mujeres Construyendo

    @LaClau

    www.mujeresconstruyendo.com

    Animal Político / @Pajaropolitico