Al natural calor del mes de agosto, se le ha aparejado una ola de actos criminales que afectaron a distintas entidades del país, realizados por grupos de la delincuencia organizada, en una especie de manifestación de poderío, cuyos efectos cobraron vidas y patrimonios de gente que lo único que estaba haciendo es ejercer el uso constitucional de la libertad de tránsito y de dedicarse a una actividad lícita, garantías que no están siendo protegidas por la fuerza del Estado.
“Vamos bien”, dice el Presidente de la República, agregando que los hechos se han magnificado, tomando una posición de negación inaudita ante ellos, pues lo que vimos, y hemos visto, a lo largo de estos últimos años, destruyen cualquier argumento optimista sobre la disminución de la ola delincuencial.
Por otro lado, el que de nueva cuenta atizó el fuego, para ponerse a tono con las oleadas calurosas de agosto, soplando en su contra, fue el doctor Hugo López-Gatell, quien manifestó una condena sobre los consultorios anexos a algunas farmacias, partiendo de un diagnóstico equivocado sobre los médicos que en ellos ejercen.
Un juicio erróneo más de López-Gatell; un equívoco de igual tamaño como el que tuvo respecto a los alcances de la pandemia del coronavirus y las medidas de prevención para evitar el contagio, principalmente en el uso de cubrebocas.
El Subsecretario de Salud, afirma de forma aventurada, que en los consultorios señalados ejercen médicos con poca formación profesional, faltos de ética y que lo único que hacen, es servir de agentes de ventas de medicamentos que se ofertan en las farmacias que los patrocinan, comprometiendo peligrosamente la salud de los pacientes.
En virtud de lo anterior, lanzó la amenaza de ordenar el cierre de dichos puntos de servicios médicos.
No sé cuánto conozca de la realidad el doctor Hugo, del mundo que vivimos los ciudadanos, pero debe saber que entre los médicos que trabajan en dichos centros de consulta, hay buenos y malos profesionales de la medicina, tal y como sucede en los centros médicos rimbombantes, alejados de las posibilidades económicas del grueso de la población.
En lo personal le comparto al zar del coronavirus, que he tenido buenas experiencias las veces que he acudido a ellos en busca de consejo médico y jamás he salido con una docena de medicamentos que deben ser adquiridos en las farmacias patrocinadoras, lo cual, me permite expresarle el funcionario declarante que miente.
Por otro lado, don Hugo seguramente sabe, que los servicios médicos que critica, nacieron por la incapacidad de las instituciones del sistema de salud pública y que fueron implementados con enfoque hacia los más necesitados, que son la mayoría de la población, para la cual, la consulta médica en otras opciones de la oferta privada, no resulta accesible, y aún, para las de mediana economía. Las consultas médicas son caras y no se diga la de los especialistas, y no es que no lo valgan, solo que están fuera de mercado, a lo cual, se agrega el elevado costo de los llamados medicamentos de patente, de tal suerte, que cualquier afección curable en el primer nivel de atención, se convierte en una enfermedad catastrófica para los menguados bolsillos de la población menos favorecida económicamente.
Olvida el cuestionado epidemiólogo, que los servicios que critica, fueron parte de los primeros respondientes a la demanda de atención inmediata durante los momentos álgidos de la pandemia. Soslaya también, el hecho de que 33 millones de mexicanos no tienen acceso a ningún servicio de salud pública, y los que los tienen, reciben un servicio insuficiente e ineficiente y de ahí que surjan opciones como los llamados consultorios populares.
De concretarse el desatino de Hugo López-Gatell se privaría al grueso de la población de un servicio de salud popular y de paso, le acarrearía una enorme carga de demandantes a los ruinosos centros de atención del sistema de salud pública. ¡Buenos días!