El pasado fin de semana concluyeron dos eventos de carácter internacional y estratégico para los países del Continente Americano, uno en Los Ángeles, California con la Cumbre de las Américas, y en la Ciudad de México en la UNAM con la 9a Conferencia Latinoamericana y Caribeña de Ciencias Sociales (Clacso). La primera se realizó con una gran expectativa, no sólo por los temas y su relevancia política, sino por la atención y difusión de los medios de comunicación. No así para el evento de Clacso, pero no por ello menos importante.
¿Y qué tienen en común estos dos eventos? La Cumbre de las Américas reúne a los jefes de Estado y de Gobierno de los Estados miembros del hemisferio para debatir aspectos políticos compartidos, afirmar valores comunes y comprometerse a acciones concertadas a nivel nacional y regional, con el fin de hacer frente a desafíos presentes y futuros que afrontan los países de las Américas.
En el encuentro de Clacso, una institución internacional no-gubernamental que reúne 836 centros de investigación y posgrado en el campo de las ciencias sociales y humanidades en 55 países de América Latina y otros continentes; comparten el interés de promover la investigación para combatir a la pobreza y la desigualdad, fortalecer los derechos humanos y la participación democrática, promover políticas de desarrollo sustentable, tender puentes entre la investigación y las políticas públicas desde las ciencias sociales y la investigación social.
Los temas que se trataron fueron en gran medida muy similares. En la Cumbre, fueron los de inclusión social, recuperación económica, cambio climático, democracia, mecanismos de negociación multilateral y libre mercado. En tanto que en Clacso fueron 34 temas, tales como los de arte, cultura y biopolítica; Bienestar social, pobreza y políticas públicas en un mundo desigual; Ciencia, tecnología y sociedad; Economías, crisis capitalista, desarrollo y alternativas populares; Izquierdas y derechas: continuidades y emergencias; Violencias y políticas de seguridad, entre otros.
Si bien estos temas, en su mayoría vigentes a lo largo de la historia, no sólo no han podido resolverse, sino que han surgido otros como producto de la agudización de la pobreza, desigualdad económica, justicia social, democracia y seguridad pública. No obstante, esta condición histórica no elude la necesidad de ser atendidos para encontrar soluciones en el corto, mediano y largo plazo. Por ello la importancia de abordarlos, no sólo en el plano internacional, sino contribuir desde lo local.
En Sinaloa, como en el resto del país, la problemática no es distinta a los tratados en estos dos grandes eventos, sin embargo, no parecen estar presentes en la discusión pública de nuestros políticos y gobernantes, no al menos en sus agendas discursivas, lo cual no quiere decir que se desconozcan y que no se atiendan de alguna manera, pero lo que sí es evidente es la falta del trabajo interinstitucional en el tratamiento, investigación y discusión de estos antiguos problemas siempre presentes entre una administración y otra de gobiernos y legislaturas.
Una realidad que se presenta también en las instituciones de educación superior, espacios naturales en los que se discuten o se deberían discutir estos temas con el propósito de complementar un empeño dirigido a dar solución a las causas y efectos que los generan. Problemas sociales que se padecen desde hace décadas y que se han convertido en el principal obstáculo que nos mantiene en una especie de círculo repetitivo de acciones infructuosas.
A pesar de que se cuenta con organismos públicos como el Iapsin, el Codesin, Isdesol, la UAS, UAdeO, UPES y de comisiones en el Congreso del Estado y en Cabildos de los municipios para revisar estos temas, en sus actividades diarias no destacan acciones conjuntas capaces de modificar nuestra realidad. Lo cual muestra un escaso compromiso ético y social en el desempeño de sus responsabilidades públicas.
Por eso hay quienes piensan que el futuro ya no significa lo mismo. Para los intelectuales mexicanos Humberto Beck y Rafael Lemus, el futuro ya no es lo que era, a pesar de que en el siglo 20 el futuro fascinó a los seres humanos, hoy ni siquiera las visiones apocalípticas aparecen con la fuerza que solían tener. Una idea que se comparte en tanto que el horizonte del futuro se ha vuelto cada vez más incierto y complejo, no es lo que acostumbrábamos a pensar o imaginar, hoy el futuro es algo que quizás no queremos que llegue.
Tal vez sea necesario promover encuentros como los de la Cumbre de la Américas y la Conferencia de Clacso, que replique en la entidad y municipios, la discusión, análisis y compromiso más allá de la formulación de planes estatales y municipales de desarrollo, que por ahora sólo cumplen con un requisito de ley y una formalidad política.
Responder a los añejos problemas de nuestra sociedad, desde la responsabilidad y visión gubernamental, compartiendo los esfuerzos de investigación y análisis sustentados en las ciencias sociales. Más política en el gobernar para lograr resultados, que política para llegar al gobierno y conservar el poder.
Hasta aquí mis reflexiones, los espero en este espacio en próximo martes.