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En medio de una emergencia nacional por la inevitable contingencia de la amenaza del Coronavirus en México y el mundo, el Alcalde de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, permitió que se llevaran a cabo las elecciones de síndicos, el pasado domingo 22 de marzo, en las 17 sindicaturas del municipio. A pesar de que fue autorizado por la mayoría de los integrantes del Cabildo, es evidente que no se valoraron criterios que dimensionan la proximidad de la crisis que vamos a enfrentar como sociedad ante a la inminencia del Covid-19, que se estima está ya cercana a su fase 2 en los 18 municipios de Sinaloa.
La prevención es un acto de anticipación que fundamentalmente persigue evitar un daño que se sabe, ocurrirá de la peor manera sino se actúa a tiempo, y no una acción que se pueda programar de acuerdo a la agenda o circunstancia de otras responsabilidades atribuidas a una autoridad, como fue la de llevar a cabo la elección de síndicos municipales en Culiacán.
Es evidente que no hubo un análisis serio y responsable de parte de los regidores que autorizaron tal proceso para renovar autoridades en las sindicaturas, puesto que, ante semejante contingencia por venir, se debió analizar con mayor consideración, la opción de sumar y coordinar esfuerzos con las autoridades ya establecidas en dichas sindicaturas, lo que habría permitido aprovechar como fortaleza la experiencia previa como autoridades y los canales de comunicación ya establecidos con la gente. Haber pospuesto la elección de síndicos municipales debió ser una mejor opción en estos momentos.
Someter al ensayo y error de los nuevos equipos que habrán de conformar los síndicos electos, pone en riesgo latente la eficacia y pertinencia de las acciones y decisiones ante una emergencia de salud que no permite errores, porque hemos visto en otros países que cada error en la prevención de escenarios, ya sea por omisión o irresponsabilidad de autoridades y ciudadanos, ha costado cientos de vidas humanas e imparables pérdidas económicas todavía incalculables.
El inesperado fenómeno del Coronavirus no es un asunto menor de ninguna manera. Sin embargo, se actúa como si no lo fuera y se asume la rutina absurda del “luego vemos qué hacemos”. Ante esta realidad, no hay cabida para improvisados y ocurrencias.
Ante esta clara e irracional manera de actuar de algunas autoridades, las interrogantes siempre presentes, nos cuestionan ¿por qué actúan de maneras tan aparentemente absurdas? Es muy probable que las respuestas sean por las siguientes razones que ahora expongo:
Una primera razón, puede ser motivada para no intervenir como autoridades ante la incertidumbre de no saber que sucederá con certeza y de esa manera evitar la responsabilidad de tomar decisiones y asumir el costo político de encabezar iniciativas y acciones para enfrentar lo que irremediablemente se viene y habremos de sobrellevar como sociedad. Estas autoridades esperan que gobiernos de otros niveles lo hagan para actuar en función de lo que ellos determinen públicamente.
Otra razón es por la falta de cordura y prudencia como gobiernos, al permitir se establezca como prioridad el interés de lo político-electoral, como si no se estuviera viviendo semejante contingencia, considerando criterios por encima de la salud y bienestar de una población que se encuentra ante la expectativa de saber con mayores certezas, cómo va enfrentar una situación social prácticamente desconocida.
Y en una tercera razón, es muy probable que sea por falta de información científica y confiable que les permita establecer fundamentos técnicos y metodológicos para tomar las mejores decisiones de acuerdo a criterios que involucran, principalmente, una determinada realidad social, cultural, geográfica, económica y estructural, necesarias para enmarcar todas las acciones y decisiones frente a un problema de semejantes dimensiones.
Si bien ha quedado claro que en Sinaloa tenemos alcaldes que de manera fortuita asumieron su responsabilidad como autoridades sin saber para qué, y que todavía se mantienen en esa acomodaticia situación de mezquina y aparente desorientación en sus decisiones para sacar ventaja y futuros privilegios personales, ya vendrá el momento en el que la sociedad les pida rendir cuentas de sus actos. Mientras tanto, nos apremia dirigir todos los esfuerzos y talentos para atender con la mayor responsabilidad esta difícil situación que nos exige cambiar las reglas de la convivencia y atender todas las recomendaciones que difunden las autoridades de salud e ignorar todas aquellas que por una falta de responsabilidad social, también algunas autoridades exponen a la población sin considerar los efectos de la enfermedad Covid-19 y todo lo que ello representa en nuestra sociedad.
Es un error de dimensiones inimaginables, pensar que podemos salvar la situación del daño económico que se viene sin perjudicar la salud y estabilidad social de la población. Creer y decidir bajo estos criterios, es no tener claridad de lo que se avecina en esta fase dos del Coronavirus que, según la OMS, ha iniciado en nuestro país.
Hasta aquí mi opinión, los espero en este espacio el próximo viernes.