En teoría, la figura del notario público fue creada para brindar seguridad jurídica a todos los ciudadanos.
Así, se parte de la base de que a quienes les otorgan el fíat (permiso o licencia) de notario público, es un licenciado en Derecho con conocimientos jurídicos suficientes y de moral intachable.
En otras palabras, el Gobierno del Estado le encarga a los notarios públicos que usen la fe pública que les delega, de forma que protejan las diversas operaciones que celebran los ciudadanos ante ellos.
La realidad es otra cosa. En el gremio de los notarios públicos, es bien sabido quiénes de esos profesionistas se prestan a llevar a cabo escrituras públicas suplantando identidad de alguno de los que supuestamente acuden a celebrarlas.
La suplantación de identidad, conocida o desconocida por el notario público que otorga una escritura ilegal, ha traído como consecuencia que, al menos en esta ciudad, le retiren el fíat a dos notarios públicos; uno reciente y otro hace ya varios años.
Para desgracia de los usuarios de los servicios notariales, no todos los notarios públicos locales tienen los conocimientos técnicos necesarios (a algunos prácticamente les regalaron el fiat) y no todos tienen solvencia moral.
He visto escrituras públicas supuestamente celebradas en una ciudad distinta a la nuestra, cuando la realidad es que el notario público puso una oficina en nuestro puerto, a pesar de que no tiene autorización legal para hacerlo y hace aparecer que la escritura pública se celebró por ejemplo en Culiacán o Concordia, Sinaloa, cuando la realidad es que se formalizó ilegalmente en Mazatlán.
También he visto escrituras públicas que contienen poderes que nunca fueron otorgados y que se utilizan para despojar a alguien de sus bienes o que contienen ventas que nunca fueron llevadas a cabo por el dueño de la propiedad.
Contratando a un buen abogado puede ponerse remedio al despojo de bienes utilizando escrituras públicas ilegales, pero desgraciadamente hay que pasar el trago amargo de llevar un juicio por todas sus instancias y gastar tiempo, dinero y energías.
Se supone que los notarios públicos deben destacar por su pericia legal y por su honorabilidad, pues en sus manos está la fe pública, pero desafortunadamente hay uno que otro pillo (y uno que otro burro) dentro de ese gremio.
Si usted se ve afectado por un notario pillo, acuda de inmediato al Colegio de Notarios Públicos correspondiente para poner su queja y, a la vez, acuda con su abogado de confianza para que inicie las acciones legales respectivas.
Lo que le vengo platicando pasa más seguido de lo que se imagina, así que, cuide sus propiedades, vigile periódicamente en el Registro Público de la Propiedad que sus bienes inmuebles siguen siendo suyos y que no le han metido un gol utilizando a un notario deshonesto.
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david@bufetealvarez.com