Un empresario me contó hace poco que llevaba unos meses participando en el consejo de un amigo. Durante ese tiempo se identificó más con él, le ayudó incondicionalmente y fortalecieron su amistad. Me compartió que un día le contó a su amigo que había invitado a cenar a un competidor de él, y que eso había provocado un cambio radical en la relación. Su reacción fue tan sorprendente que ya no sabía si esperar a su siguiente reunión de consejo para ver su comportamiento, o de plano hablarle del tema y proponerle, si se sentía mejor con su salida del consejo.
Parece evidente que la confianza se ha perdido, y tal vez también su amistad. Este incidente despierta muchos temas de qué hablar con respecto a la confianza.
Primero aclaremos que generalmente la confianza no es la ausencia absoluta de duda. Si le tenemos confianza a alguien es porque elegimos creer en él o en ella, a pesar de las dudas que tengamos. La certeza plena la tenemos de muy pocas cosas en la vida.
Lo que está del otro lado de la mesa de la confianza es el temor. “Gracias al miedo y a la duda es que podemos aprender a confiar”, ha escrito el colombiano Eduardo Vargas. Confiar no es sinónimo de certeza, exige que hagamos un acto de fe con respecto a alguien porque creemos en su visión, en sus valores, en su integridad.
La confianza es la piedra angular de cualquier relación. No se sustenta en la seguridad absoluta, sino en la decisión consciente de poner nuestra convicción en algo o en alguien, aunque naveguemos con alguna incertidumbre.
La confianza no es estática, se construye gradualmente, se alimenta de la consistencia, se refuerza con las acciones, se sustenta en la honestidad y la transparencia. Una relación sólida se basa también en el respeto mutuo. La confianza y el respeto son el vínculo que las cimenta y que cohesiona a las personas estimulando la sinergia y la armonía.
Le pregunto al empresario que está perdiendo a su amigo: “¿Por qué te pareció tan sorprendente su reacción?”. Me contó que en pocos meses habían logrado gran apertura en su comunicación, le hablaba frecuentemente y le confiaba también temas de familia. Este empresario tenía grandes expectativas de cómo podría ayudarle a su amigo con sus hijos, su negocio, su director general, sus ejecutivos.
A partir de que le contó de la cena con el competidor, el amigo dejó de llamarle, y cuando él le buscaba, el amigo le evadía. Ahora todo parecía distinto. El empresario me preguntaba si podría restaurar la relación y recuperar su confianza.
La confianza se gana a veces en pequeños momentos. No necesariamente hablamos de grandes acciones muy visibles, sino a través de poner atención, escuchar, con gestos de interés genuino.
Pero ya hemos escuchado infinidad de veces: “La confianza es difícil de ganar y fácil de perder”. Y frecuentemente esas palabras siguen así: “y una vez que la pierdes... es muy difícil de recuperar”.
¿La confianza es tan fácil de perder? ¿Será que alguna vez hubo verdadera confianza? ¿Las expectativas eran realistas? Las posibilidades de ayuda que este empresario visualizaba, ¿respondían con realismo a lo que su amigo esperaba y podía hacer?
Le contesté al empresario: “Tus intenciones siempre fueron correctas, pusiste tus capacidades a disposición de tu amigo, en el consejo y fuera de él. Obraste todo el tiempo con una ética intachable. Le explicaste que tu relación con su competidor nada tiene que ver con temas de su negocio. No dudes de tu conducta.”
Las relaciones, personales y de negocio, a veces viven períodos de conflicto, que en ocasiones se pueden resolver si se afrontan de frente, si hay buena voluntad, integridad y rectitud de intención. A veces las rupturas pueden repararse, a veces no. Si hay madurez y manejamos bien el conflicto, la relación podría volver a ser aún más fuerte que antes, o basarse ahora en fundamentos más sólidos.
Duele que te pierdan la confianza, como le duele a este empresario. Tal vez más le duele perder a su amigo. Le toca confiar, por más remoto que sea, que habrá madurez de ambas partes para rehabilitar la amistad...y la confianza.
* “Dueñez®” es una marca registrada por Carlos A. Dumois
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