"Covid-19 y alcohol, ¿mezcla esencial? Ya se nos subió la cerveza a la cabeza"
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La misma cerveza que acompaña a los sinaloenses en lo festivo, lo solemne y lo trágico podría ahora contener la levadura perfecta para inflar la propagación del virus Covid-19, retrocediendo en lo mucho que ciudadanos y Gobierno habíamos avanzado hacia la etapa de recuperación. La bebida ambarina y alcohólica fue recibida con tal ansiedad al levantarse ayer la ley seca, que al reabrírsele el cauce al pisto y las pachangas significaría reaperturar el enorme zaguán de la negligencia para que se prolongue la emergencia en salud.
Nos gusta la cerveza porque ésta la hemos recibido como plasma vital desde la etapa prenatal. Nacemos, crecemos y sucumbimos en el entorno donde el lúpulo y la tambora provocan que la vida se pase sin llorar. Solo que en la circunstancia actual el nuevo coronavirus puede darle un viraje a tan codiciado elíxir, haciendo que el efecto de éste transite radicalmente de lo lúdico a lo infausto.
Deberíamos creer que el Gobernador Quirino Ordaz Coppel posee el cálculo de riesgos que le indica que es mejor restablecer la venta del líquido etílico que continuar la ley seca, en el mismo sentido que razona gran parte de la población que al amanecer hizo plantones o en el transcurso del día soportó largas filas para abastecerse del producto. Siempre deberíamos creer en la responsabilidad ciudadana ante tales encrucijadas y concederle poca posibilidad a nuestra empedernida aptitud de desobediencia.
Quizá las estadísticas divergentes entre lo federal y lo estatal causan el mismo efecto embriagante que la cerveza y llevan a la gente a un estado ficticio de tranquilidad que los hace transitar sin problema de las congojas a la felicidad, ese prodigio anímico que coloca en el último término de las tribulaciones a los más de 2 mil infectados de coronavirus en Sinaloa, 716 de ellos activos y 296 muertes acumuladas.
Un México que habla de la salida de la contingencia mientras la pandemia insiste en entrar más a la vida pública (con 5 mil 332 víctimas letales y 51 mil 663 casos acumulados de los que 11 mil 300 son activos) no tendría por qué darse primero el lujo de las pedas. Con dos semanas de anticipación al inicio del plan oficial para intentar la “nueva realidad”, lo primero que se les ocurre a las autoridades es abrir los establecimientos de venta de cerveza a pesar de que la industria que la abastece está cerrada.
¿Cómo interpretar o asimilar esto? Puede ser que los peligros a que se someten a diario los trabajadores del Sector Salud para atender a los contagiados, la romería de infectados que continúa hacia los hospitales, el sufrimiento de las familias que deambulan con sus enfermos porque en ningún centro médico los quieren recibir, o el adiós a los muertos sin la posibilidad siquiera de llorarlos, sean penas que solo cura la cerveza.
A todos, pueblo y gobernantes, la cerveza ya se nos subió a la cabeza porque únicamente en avanzado estado de embriaguez nos disponemos a restaurar el mejor pretexto para caer en el autoengaño de que ya nos hemos salvado. Vendrá la dura resaca y no sabremos si las molestias son por la cruda de la farra o porque al encontrarnos ebrios el virus de Wuhan nos eligió como portadores.
¿Es esencial beber cerveza en medio de la embestida del nuevo coronavirus? De acuerdo con el comportamiento público que en redes sociales le exigió a Quirino Ordaz abrir los expendios, así como la loca subasta que en el mercado negro ofrecía la bebida según la pagara el mejor postor, sí se trata de un artículo de primera necesidad. Nadie le demandó al Gobernador hacer bien la batalla contra el Covid-19; en cambio lo instaron, y mucho, a saciar la sed generalizada de alcohol.
Una vez finiquitada la sequía de cerveza viene el estiaje de la salud pública en cuanto a capacidades para dar respuesta a la demanda de atención que derivará del posible repunte en la propagación del nuevo coronavirus. Y ojalá que el Dios Baco, que en la mitología griega consagra al vino, le dé una manita de ayuda a San Pantaleón, el médico mártir que es el patrono de los enfermos.
Ojalá también que, briagos o sobrios, logremos que se aplanen todas las curvas, que se alivien todos los contagiados, que los hospitales crezcan su capacidad de atención, que los sinaloenses hayamos aprendido a cuidarnos y que existan las condiciones para regresar al trabajo, a la escuela y la convivencia sin poner en riesgo la vida. Y si no, ojalá que al menos la dificultad para respirar nos pille en medio de una borrachera.
Reverso
Con el virus ¿adónde vamos,
Los días vienen inciertos,
Pues entonces mejor ¡bebamos!,
Antes que nos den por muertos.
Energía destructiva
Los que le están revolviendo cerveza con mezcal, y quién sabe qué otras yerbas, son los integrantes del Gabinete de Andrés Manuel López Obrador que metieron al Presidente en el brete de decretar el fin de la participación de México en el impulso de energías limpias. Sí, protejamos si quieren a las paraestatales Pemex y Comisión Federal de Electricidad, pero sin cancelarle al medio ambiente el cúmulo de oportunidades que le significan las energías obtenidas mediante fuentes naturales: solar, eólica, hidroeléctrica, biogas y geotérmica, entre otras. Ya ni la amuelan. ¿Qué energía malévola se apodera de las voluntades sensatas y procede a desquiciar a la Cuarta Transformación?