Contramarcha en un México enardecido
Salir ilesos de la instigación presidencial

OBSERVATORIO
    La mayoría de los funcionarios morenistas de Sinaloa, encabezados por el Gobernador Rubén Rocha Moya, han dado a conocer la asistencia al evento que del respaldo a la iniciativa presidencial para reformar al Instituto Nacional Electoral ha oscilado hacia varias motivaciones, la más reciente para celebrar los logros de la llamada Cuarta Transformación a cuatro años de que se instaló en México. Las comitivas están listas, los gritos de guerra han sido ensayados, los viáticos no son problema. La ecuanimidad y civilidad se han dejado para el último.

    alexsicairos@hotmail.com

    Dentro de unas horas se realizará en la Ciudad de México la marcha convocada por el Presidente Andrés Manuel López Obrador, en respuesta a la movilización ciudadana nacional del 13 de noviembre que defendió la consigna “¡El INE no se toca!”. A diferencia de la anterior la de este domingo sentará un referente que, para bien o para mal, marcará tanto al Gobierno que la organiza como a los políticos que, asistan o no, habrán de responder por sus actos en el futuro cercano.

    Ante la cercanía de la fecha, y sobre todo por los barruntos de exaltaciones, es el momento de otra convocatoria para que desfilen las razones y sensateces blandiendo la bandera blanca que pone a la Patria enfrente.

    En las divergencias siempre hemos podido reencontrarnos para rescatar lo mucho que nos resulta común y rechazar lo poco que nos estremece y nunca nos rompe.

    La acción corrosiva de la política y camarillas de poder es de ellos y para ellos, no de ni para los ciudadanos.

    Es conveniente entonces remarcar que los servidores públicos que atiendan el llamado presidencial a marchar lo hagan con plena conciencia de lo que derive de sus actos, partiendo de la encomienda constitucional que les asigna la obligación de construir equilibrios y consensos y, lo segundo, respetar y hacer valer la ley con estricto apego al marco jurídico para adquirir estatura moral al ceñir a la población al orden lícito.

    Al Movimiento Regeneración Nacional que llama a inundar la capital del País con la “marea guinda” le corresponden el buen desenlace y por supuesto las consecuencias si algo sale mal. La historia no perdona ni admite el lavado de manos, igual como nunca ha exonerado de culpas a los personajes y situaciones que, por ejemplo, les atizaron a las hogueras del odio de Tlatelolco en 1968, de Lomas Taurinas en 1994 y Ayotzinapa en 2014.

    La cautela y mesura serán los elementos que por más escasos que parezcan definirán el destino de morenistas, amloístas y asociados que al hacer uso de la garantía constitucional de libre manifestación de las ideas también deben esquivar las trampas del fanatismo y delirios que los mesianismos instalan. En un México de ánimos encendidos, cuando el que debe armonizar la convivencia e intereses públicos actúa para alterarlos, deben llegar pronto los apagafuegos de la reunificación, tolerancia y concordia.

    La mayoría de los funcionarios morenistas de Sinaloa, encabezados por el Gobernador Rubén Rocha Moya, han dado a conocer la asistencia al evento que del respaldo a la iniciativa presidencial para reformar al Instituto Nacional Electoral ha oscilado hacia varias motivaciones, la más reciente para celebrar los logros de la llamada Cuarta Transformación a cuatro años de que se instaló en México. Las comitivas están listas, los gritos de guerra han sido ensayados, los viáticos no son problema. La ecuanimidad y civilidad se han dejado para el último.

    Los aliados locales de la 4T cuya presencia en la lid electoral puede acabar con el mínimo traspié cometido, como es el caso del Partido Sinaloense, deben ir a tientas en la determinación de participar o no en la marcha pro AMLO. La mirada nacional e internacional será aguda, acuciosa, y son cosas muy distintas la estrategia subliminal “Que siga López... estamos agusto” o adherirse al acto seguramente multitudinario que remarca la grieta agudizada desde Palacio Nacional entre mexicanos buenos y malos.

    Los presidentes municipales de Culiacán, Juan de Dios Gámez Mendívil; de Mazatlán, Édgar González Zataráin, y de Ahome, Gerardo Vargas Landeros, también confirmaron sus presencias en la marcha, solo que deberán atarse en el pulgar derecho el recordatorio de que gobiernan para los ciudadanos en general, así hayan llegado a los cargos por decisión del voto popular o debido a métodos nada democráticos.

    En general, los gobernantes sinaloenses están obligados a comprometerse para que el territorio estatal se sostenga al margen del cisma nacional, porque cualquier ruptura del tejido social local les echará a perder lo avanzado en materia de cohesión y armonía en torno de circunstancias que requieren de tal fusión por lo complejo de los propósitos pretendidos. Pase lo que pase, lo esencial consiste en proteger al País y no a un hombre o régimen. López Obrador se quitará la banda presidencial en dos años; el Gobernador y los alcaldes de Morena se tatuarán en la memoria colectiva si en vez de serenidad hacen alarde de arrebatos.

    Todos queremos que prevalezca el respeto a las diferencias. La permanencia pacífica de todos en la policromía política ya que ninguno de los mexicanos somos un signo o sigla partidista; coexistimos por los valores, las convicciones y tenacidades que nos vinculan no importa que los desafíos y adversidades sean de enorme capacidad destructiva.

    Reverso

    No les aceptes en la marcha,

    Tacos de pejelagarto asado;

    Pide tlacoyo o garnacha,

    Y así no saldrás indigestado.

    El fin de una era turbia

    El Alcalde Édgar González Zataráin y el director de Observatorio Ciudadano Mazatlán, Gustavo Rojo Navarro, firmaron la Agenda Ciudadana Anticorrupción en favor de la transparencia en el ejercicio público, poniéndole fin al periodo oscuro que Luis Guillermo Benítez Torres implantó durante los cuatro años que despachó como Presidente Municipal, opacidad que a “El Químico” se le estrelló en el pecho, se le estrelló en la cara, como le sucedió a don Luis Macarena “El Cojo” (villano de Chiconcuac, deshonra de aquel poblado y gallero profesional) que tampoco soñaba ni el día ni cómo habría de acabar.