Este país camina con buenas expectativas. Hacía decenios que los ciudadanos no veían una mejora en su nivel de vida. Hoy las cosas han cambiado con el buen manejo de la economía por parte del actual régimen. Esto lo corroboramos la semana pasada, gracias a la encuesta que cada dos años publica el Inegi, donde se muestra claramente una disminución de la franja de pobreza, gracias a que ha aumentado el ingreso en los sectores sociales y mejorado su capacidad de consumo.
Las estadistas que recién dio a conocer el Inegi dejan de manifiesto lo acertado de la estrategia económica del actual Gobierno federal, pues se aprecia con objetividad cómo ha crecido el ingreso y se han activado tanto el comercio como otros rubros que impactan favorablemente en el desarrollo económico del país. Los opositores han fallado en sus pronósticos catastrofistas y de plano no dan una en todo lo que pronosticaban para el presente sexenio. Eso los mantiene en un estado de ofuscación permanente. Y, por lo visto, así se van a quedar, tirándole pedradas a la Luna.
Mientras tanto, el gobierno de la cuarta transformación marcha viento en popa, concitando el apoyo popular, cada vez de manera más contundente; esta es una verdad incontrastable. Y, no es para menos, el gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha aplicado una política de bienestar. Esta estrategia económica ha funcionado, pese a la crisis provocada por la pandemia y la presión inflacionaria por la guerra en Ucrania. La actual fortaleza del peso en relación al dólar y la recuperación en el ingreso de los sectores sociales respaldan la política económica del actual régimen.
Insistimos en los resultados de la encuesta del Inegi, presentados la semana pasada, que muestran un avance pequeño, pero reconocible, a la baja, en la desigualdad social. Este hecho no se había presentado en décadas y es un indicador importante de que la economía se viene recuperando, en especial en lo que atañe al ingreso y capacidad de consumo de las clases populares. El rumbo económico que ha impreso el gobierno de la cuarta transformación está dando resultados y éstos están a la vista de la ciudadanía. Se ha actuado con mucho cuidado, atando cabos sueltos, tomado medidas anti-inflacionarias, cobrando impuestos que debían los grandes consorcios y aumentando los salarios de los trabajadores.
Todo está fríamente calculado, el programa económico en bien de todos, pero primero los pobres de este país está dando sus frutos. Los resultados, en cuatro años de gobierno de la cuarta transformación, son evidentes. Sólo la oposición fanática no lo percibe, pero como dice la gente “en su cuero lo hallarán”, no queda de otra.
La política es de hechos, no de palabras. Eso es lo que los ciudadanos exigen, nada de gatopardismo. Aquellos tiempos, cuando los políticos acostumbraban actuar con demagogia para embabucar a los ciudadanos, ya pasaron, ese ciclo terminó. Un cambio de fondo en lo políticos es lo que prevalece. La demagogia y la corrupción son cosas del pasado. Quienes piensen que eso sigue prevaleciendo, están perdidos, no tienen nada que hacer en la política actual, esas miasmas de la política serán barridas para siempre.
El pueblo no olvidará jamás los estropicios perpetrados en el largo periodo neoliberal, que dejaron una estela de sufrimiento difícil de borrarse, por lo traumático que fue para los segmentos más vulnerables. Los ciudadanos ni perdonan ni olvidan. Y, aunque la oposición apueste a la desmemoria y pretende volver por sus fueros, los ciudadano son mucha pieza y evitarán ese retroceso histórico. Cuentan, para cerrarle el paso a la restauración prianista, de manera rotunda, con la fuerza de su sufragio. Volver al gobierno es un sueño guajiro de la oposición, que está de antemano derrotada.
Los ciudadanos han avanzado mucho en su conocimiento sobre la forma de actuar de la derecha. Conocen bien sus estrategias, sus disfraces populistas y falsas promesas, por lo que, en este país, se cerró el ciclo de esa corriente política. Se cuenta con una ciudadanía muy consciente, partidaria de la democracia y el bienestar.