Los jesuitas de América Latina, de manera particular de Centroamérica, se cuestionan sobre su trabajo y el camino que ahora deben de emprender, para seguir las nuevas enseñanzas de la Iglesia y compromiso social de la Compañía de Jesús. Es el tiempo que surge la Teología de la Liberación.
De sus primeros años de jesuita, en la memoria de Juan Fernando Ascoli Andreu (Guatemala, 1949) están muy presentes dos experiencias que lo marcan: sus visitas a presos y, de manera en particular, la historia de Rafa Rata y su familia.
Y un trabajo de investigación en San Pedro Jocoplias, comunidad quiché. Al final de esa experiencia, después de dar su informe, el antropólogo jesuita, Ricardo Falla, le pregunta: “¿y el dolor de la gente?”.
Fue también fundamental en su proceso de búsqueda, de discernimiento ignaciano, como se dice entre los jesuitas, el año que vivió en la comunidad jesuita de la Zona 5 en la Ciudad de Guatemala.
Ahí, recuerda, empezó a reflexionar sobre la situación de los obreros, campesinos e indígenas explotados. Decide, entonces, que se quiere dedicar a luchar para cambiar sus condiciones de vida.
Después de estar en la Zona 5, Juan Fernando continúa sus estudios en la Compañía de Jesús en la Universidad Centroamericana (UCA) José Simeón Cañas, en San Salvador, El Salvador.
Lo hace en compañía de otros jesuitas centroamericanos. El plan de estudios combinaba la filosofía con otras disciplinas, para él la economía, que le serviría como un instrumento para apoyar a la población más pobre.
La tercera capa de la cebolla inicia con la creación de un grupo de estudiantes en la UCA que él y otros jesuitas, Alberto Enríquez y Antonio Cardenal, organizan para trabajar en apoyo de los campesinos.
Lo hacen a través de la Federación Cristiana de Campesinos Salvadoreños (FECCAS), y en la medida que el grupo se compromete crece su incidencia y también el peligro de ser reprimido por el gobierno.
Entran entonces en contacto con la guerrilla a través de las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) Farabundo Martí, que se habían fundado en 1970.
Varios integrantes del grupo, entre ellos los tres jesuitas, ingresan la guerrilla, y salen de la Compañía de Jesús. En el caso de Juan Fernando después de un largo proceso de discernimiento.
A él, como parte de su evolución personal, en el marco de la realidad de El Salvador, lo lleva a decidir por el camino de la Revolución y para eso había que ingresar a la guerrilla.
Había llegado a la conclusión de que esa era la única manera de cambiar radical y profundamente la realidad social, en la esperanza irrenunciable de construir un mundo más digno y justo.
Recuerda los primeros cuatro años de su ingreso a la guerrilla, de 1977 a 1980. El trabajo clandestino, la represión, la posibilidad de la muerte, pero también la certeza de que se está en el camino que debía tomar.
El testimonio de Juan Fernando da cuenta de su propia vida, que es única e irrepetible, pero también da luz sobre miles de otras vidas que siguieron una ruta semejante en América Latina.
Hijos de familias católicas de la clase media y media alta que a partir de fe y convicciones sociales, derivadas del Evangelio, en un proceso largo, pasaron del compromiso del trabajo social, a la elección de la vía armada como el único camino, para cambiar la realidad social.
En “Con la esperanza en la mira. Testimonio de espiritualidad, militancia y revolución en El Salvador. Parte I 1965-1980” (Guatemala, 2024), Juan Fernando Ascoli Andreu nos entrega un texto que es testimonio de vida, pero también sitúa la realidad de una Centroamérica violenta y radicalmente desigual e injusta gobernada por dictaduras militares. Y lo hace en una prosa directa y clara, que fluye y resulta fácil de leer (el texto es prólogo del libro).
Testimonio de espiritualidad, militancia y revolución en El Salvador
Parte I 1965-1980
Juan Fernando Ascoli Andreu
Guatemala, Guatemala, 2024
pp. 120