El testimonio que Juan Fernando Ascoli Andreu (Guatemala, 1949) nos ofrece en Con la esperanza en la mira. Testimonio de espiritualidad, militancia y revolución en El Salvador. Parte I 1965-1980 (Guatemala, 2024) se inscribe en una vieja y gran tradición de personajes de la política y de la cultura que deciden compartir con los demás su experiencia de vida.
Juan Fernando, a la manera del alemán Günter Grass en Pelando la cebolla (2006), su biografía, aborda su propia historia. Lo hace de manera abierta, franca y honesta. Es su versión de lo que pasó, lo que está en su memoria, con ayuda de textos y documentos.
En esta obra, la primera de tres, Juan Fernando narra el tiempo de su historia personal que va de 1965 a 1980. En ese entonces tiene entre 15 y 30 años. Un lapso de 15 años. Identifico tres capas de la cebolla, que van de adentro hacia afuera.
La primera capa de la cebolla nos introduce, a grandes rasgos, a la vida de una familia católica clase media en la Guatemala de los años 50 y 60, donde nació y creció junto con sus hermanos. Una familia unida en torno a los padres, que dan todo por sus hijos.
En la familia sus padres le trasmitieron una serie de valores, el más importante “la entrega al servicio de los demás”, que ellos hicieron siempre patente en su condición de maestros.
Su familia es una como otras muchas en Guatemala, en América Latina, y diría que en el mundo. Una familia que fue capaz de trasmitir un modo de vida y unos valores, que han tenido una influencia definitiva en su vida.
La segunda capa de la cebolla inicia en 1968 cuando ingresa a la Compañía de Jesús, tiene entonces 18 años. El dejar a la familia y la vida que llevaba y entrar a una disciplina y a una formación intelectual, a un estilo de vida muy propio, de una institución creada en 1540 por San Ignacio de Loyola.
Los nuevos compañeros de distintos países de Centroamérica, el padre maestro de novicios, los profesores jesuitas, los estudios, la experiencia de Dios, los Ejercicios Espirituales, y la búsqueda del magis, del siempre más de San Ignacio. El cuestionamiento profundo de la vida y lo que Dios espera de cada uno.
Cuando Juan Fernando entra de jesuita ya ha concluido el Concilio Vaticano II, en 1965, y han iniciado profundos cambios en la Iglesia católica, de manera particular en la Latinoamericana.
En 1968, cuando ingresa en el noviciado, tiene lugar la Conferencia del Episcopado Latinoamericano (CELEM), que se celebra en Medellín, Colombia.
Esa reunión, histórica para la Iglesia en América Latina, la hace consciente de los graves problemas sociales y políticos que vive la región y la necesidad de comprometerse con los más pobres y trabajar en la construcción de un mundo más justo.
En el marco de los documentos del Concilio Vaticano II y de la encíclica Populorum Progressio, publicada por el Papa Paulo VI, en 1967, ese mismo año el padre general de los jesuitas, Pedro Arrupe, publica la carta sobre el Apostolado Social en América Latina.
Y en 1968 los provinciales jesuitas de Latinoamérica y el padre general, reunidos en Río de Janeiro, Brasil, dan a conocer la Carta de Río, donde la C»ompañía de Jesús se compromete a combatir la situación de miseria e injusticia en la región.
Para los jesuitas esos documentos y posicionamientos públicos se convierten en materia de estudio, pero sobre todo de reflexión que conduzca a una práctica social comprometida, que transforme la realidad social.
Con esperanza en la mira
Testimonio de espiritualidad, militancia y revolución en El Salvador
Parte I 1965-1980
Juan Fernando Ascoli Andreu
Guatemala, Guatemala, 2024