De acuerdo con el padre Jorge Atilano González, los jesuitas están preocupados viendo cómo ha crecido el control de los territorios por parte del crimen organizado.
El padre jesuita Jorge Atilano González Candia (Huatusco, Veracruz, 1972), responsable del área del trabajo social de la Compañía de Jesús en México, en una entrevista con Elías Camhaji (El País, 11.03.24), plantea cómo los jesuitas ven el problema de la inseguridad de nuestro país.
Camhaji pregunta: ¿De qué tamaño es el problema de la violencia en México? El jesuita responde: “Estamos preocupados porque desde las misiones que tenemos en Chiapas, Chihuahua, Michoacán o Guerrero estamos viendo que ha crecido el control de los territorios (de parte del crimen organizado)”.
Y añade “vemos que están siendo controlados policías municipales, alcaldes, el transporte público. Nos preocupa el tipo de sociedad que estamos creando y toda la violencia que se está dando. Las cifras oficiales muestran que han bajado los homicidios, pero el sentimiento es que vamos perdiendo libertades. Eso lo vemos cada vez más presente”.
El periodista pregunta: ¿Cómo se ve desde la perspectiva de la Iglesia el fenómeno del narco y su influencia en el país? El jesuita, especialista en procesos de construcción del tejido social, responde: “Hay muchas miradas. Como yo lo veo, es que si el narcotráfico en México es fuerte, es porque tenemos un tejido social que ha sabido utilizar a su favor. Y eso le ha dado fuerza”.
Esto, añade, “se ve reflejado en la fidelidad a los liderazgos, en el daño que pueden cometer para tener reconocimiento social, en la base social que han logrado construir. Estamos teniendo un fenómeno nuevo. Estas economías logran tener una base social a su favor. La gente espera recibir ciertos favores, pero acaban siendo puestos como barreras contra otro grupo delictivo o contra las autoridades. Esto nos mete en una situación complicada”.
A la pregunta sobre ¿qué impacto ha tenido la violencia en este proceso electoral?, el jesuita responde que desde hace por lo menos tres años: “Las economías criminales han diversificado sus negocios. De la droga han pasado a la minería, al huachicoleo o a controlar los tianguis y otro tipo de economías más informales”.
Y agrega que “empezamos a detectar cómo se han metido a las alcaldías, para desde ahí financiar sus ejércitos, cumplir las funciones de la policía o financiar sus estructuras. Eso es muy peligroso para un país que quiere ser democrático y una ciudadanía que quiere andar libremente en su tierra”.
El padre González Candia estudió Filosofía y Ciencias Sociales en el ITESO-Guadalajara (1994-1999); Teología en la Ibero-Ciudad de México (2001-2005), y tiene una Maestría en Ética Social en la Universidad Alberto Hurtado en Santiago de Chile (2013-2014).
Camhaji pregunta: ¿Cómo viven la violencia los miembros de la Iglesia en el terreno? El jesuita responde: “Como sacerdotes, la gente nos tiene mucha confianza de platicar lo que viven. Y lo que veo es que hay mucho dolor y mucho miedo (...). Una realidad que me mueve mucho es ver el impacto que esto está teniendo en los jóvenes. Jóvenes atrapados, obligados a meterse a las drogas y a estos grupos. Eso también nos preocupa y nos duele”.
El periodista pregunta si con la intervención de la Iglesia en el tema de la construcción de la paz no puede haber un problema con el Estado laico. El jesuita responde: “Yo creo que el problema sería si hubiera una política partidista y eso no se ha dado en ningún momento. Hemos evitado que este movimiento se vea envuelto en eso”.